PROLOGO

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- No soy tan especial como piensas- susurró la chica bajando la mirada.

- Lo eres- respondió el chico levantando el rostro de su amada.

- No, yo no te merezco- enfatizó la chica y salió corriendo.

- ¡Corte!- gritó Merlina Drapper.

-¿Salió bien?- Preguntó su hija emocionada.

- Definitivamente eres increíble hija, ambos lo son- dijo mirando a los dos jóvenes que estaban sobre el escenario

- Por supuesto madre, lo llevo en la sangre- respondió Lucia Drapper.

- Que modesta hija. Por ahora estamos listo- finalizó la mujer.

Veinte minutos más tarde, ambas se encontraban en el auto camino a su casa y conversaban de la próxima obra que había escrito, producía y dirigía la señora Drapper y que como era de esperar protagonizaría su hija Lucia.

-¿Crees que lo haré bien?- preguntó de repente la chica.

Merlina sonríe y de forma cariñosa voltea y mira a su hija mientras toma su mano.

- Claro que si, hace horas atrás me dijeron que lo llevan en la sangre no- dice la mujer sonriéndole a su hija.

- Claro que sí y... ¡Mamá cuidado!- gritó Lucia pero ya era demasiado tarde y ya el auto que había aparecido repentinamente la había embestido.

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- ¡No!- grita la chica al mismo tiempo que se incorpora de golpe, toda sudada y agitada.

- Hija ¿Estás bien?- pregunta Merlina entrando desesperada a la habitación de su hija.

- Si mamá, discúlpame, no quise despertarte ni preocuparte, solo fue de nuevo la pesadilla- confesó.

- Pensé que se habían detenido- comenta la mujer.

- No, aunque ya no son tan frecuentes- explico la chica- ahora ve a la cama sí, no te preocupes.

Merlina soltado un suspiro se levantó y luego de ayudar a su hija y darle un beso, salió de aquella habitación pensando como su hija, una chica de tés clara, cabello negro, ojos marrones y lo peor de tan solo diecisiete años, había quedado en silla de ruedas de la noche a la mañana.

- Fue tu culpa- se dijo a sí misma y dejando caer unas lágrimas.

Mientras tanto Lucia sabía que no podría dormir de nuevo, y como las noches que esa pesadilla la despertaba, se quedaba mirando aquella silla que desde hacía un año era su única forma de movilizarse.

- No te lamentes más, a dormir- se susurró cerrando sus ojos.

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A la mañana siguiente despertó con su famosa sonrisa la cual les mostraba a todos y sobre todo a su madre que a pesar de su situación era feliz.

Luego de que su nana la ayudara a alistarse y el chofer la ayudara a bajar. Puso en marcha su silla de ruedas eléctrica y se dirigió al despacho de su madre, pero no la encontró. Y ya a punto de retirarse unos papeles llamaron su atención y sin dudarlo se acercó al escritorio.

Estirando su brazo tomó las hojas y sintió como su corazón se encogió al instante al darse cuenta de lo que se trataba. Frente a ella estaba aquel guion de la tan esperada obra que su accidente le impidió protagonizar, por lo que tampoco se llevó a cabo.

- Lucia hija...- escuchó la voz de su madre desde la puerta del despacho.

- Me alegra que hayas decidido volver a realizarla- logró decir su hija sintiendo un nudo en la garganta.

- Si, tu madrina me animó- confesó Merlina.

- ¿Llamaste a los chicos anteriores...?

- No, todos serán estudiantes nuevos de la academia- explicó la mujer.

- ¿Puedo ver los ensayos?- preguntó la chica- lo haré desde el palco dieciséis, nadie me verá.

- De acuerdo, le diré a tu nana que te ayude a prepararte y te acompañe- respondió la mujer- Lucia... ¿Estás segura?- preguntó con tono preocupado.

- Lo estoy- mintió la pelinegra.

- No quiero que te hagas daño- confesó su madre.

- Además creo que debo salir un poco de la casa- siguió la chica ignorando el comentario y debo...- soltó un suspiro y miró el ventanal del despacho- ver lo que me tiene preparado el destino en mi nueva vida- finalizó en un susurró más que para su madre, para si misma.


SUEÑOS ROTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora