Capítulo 3: Algunas verdades

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El contenido que ocupaba aquella taza estaba por terminarse. Kuroo llevaba escasos minutos explicando su relación con Kenma. Tsuki, quien lo escuchaba extrañamente atento, sólo pudo pensar en lo mucho que esa historia le resultaba familiar.

-Ésta es la parte en la que te burlas de lo tonto que fui, anda vamos-dijo tomando la taza vacía que llevaba rato moviendo entre sus manos.

-Si tuviera que burlarme sería por la falta de nexos en tu explicación, ¡demuestra que aprobaste un examen para ingresar a la universidad!

-En realidad fue pase directo.

-Eso lo explica.

Tras su breve respuesta el silencio fue el amo absoluto entre ambos, Tsuki miraba a Kuroo tratando de averiguar el motivo de su actual estado, mientras que el pelinegro se encontraba sorprendido por la respuesta del rubio, pues esperaba todo menos que le reclamara por su falta de conocimiento del idioma en lugar de su relación poco alentadora con aquel que ocupaba su corazón. 

-Y...-suspiró rompiendo el silencio entre ambos-mi querido inquilino esa es mi triste historia, como testigo de la misma ahora es tu deber ir a comprar más leche que ya se terminó.

-¿De inquilino me rebajas a sirviente? Puff-soltó sobreactuando el menor-¿así es como los citadinos tratan a las pobres almas que vienen a dar las gracias? Invítame algo y dalo por hecho.

-Mientras compres leche de mi marca favorita, así será-le dedicó un guiño pícaro propio de un host con altos índices de clientas.

-Hecho, ahora deja y utilizo mi habilidad para leer la mente para no equivocarme...

-Lote 3-sonrió divertido-. No te tardes.

Tsukishima salió del lugar con bastante cambio en mano sin la intención de devolver algo de la cantidad que le había sido confiada para conseguirle leche al gato, "¿soy su mamá gato?" pensó desalentado por el número de pasos que le separaban de su zumo de frutas.

La ubicación del lugar no le tomó mucho tiempo pues tras su no deseado tour por la ciudad ahora conocía casi todas las tiendas en la que se vendía esa marca de leche pues solían colocar la propaganda fuera de las mismas, curiosamente siempre se anunciaba otra marca de flan a un costado, como si fuesen de la misma compañía. Sin embargo el rubio pensó que ese sería un misterio que resolvería en otra vida.

Pasó un poco más de media hora, tiempo que le llevó elegir el zumo de su agrado para acompañar su pequeño pedazo de pan caliente que planeaba degustar una vez instalado en su nueva casa. El plan perfecto para pasar una noche tranquila. No obstante la tan ansiada tranquilidad estaba lejos, pero realmente lejos de hacerse presente. 

Sintió unas leves vibraciones que parecían provenir de su bolsillo izquierdo, revisó atento el contenido del mensaje que había provocado esos movimientos. Akiteru se había tomado la molestia de avisar a su hermano que se encontraba muy feliz por la pronta actitud social demostrada, lo que le permitió establecer amistad con su antiguos rivales. Detalles que sólo llevaron a Tsuki en pensar que tal vez ese "después de la tormenta viene la calma" debería de especificar qué tanto dura dicha tormenta; pues la idea principal de aquel mensaje tan alegre lleno de emotes era la de informar a Tsuki que su alquiler había sido cancelado y que de ahora en adelante se quedaría en la casa de Kuroo.

"Pudo ser peor, pudo haber escrito que en realidad soy mujer sólo que estoy hechizado para no darme cuenta..."

Pensó en un completo estado de estrés que lo llevó al borde de creer que el matar a un familiar con el crimen perfecto no sonaba tan lejos de su futura realidad si todo continuaba mejorando como lo venía haciendo desde que pisó aquella ciudad.

El Gato de CiudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora