Capítulo 4: Culpa

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Hola de nuevo mis queridos lectores~ Los saludo desde los confines de mi procesador de textos deseando que estos cuantos párrafos sean de su agrado. 

Además les hago saber que estaré actualizando más seguido todos y cada uno de mis fanfics para dar paso a muchas más ideas que han estado rondando por mi cabeza con la única intención de transcribirlas para ustedes~

Fuera de tema, ¿les gusta GoT? Hoy se estrenó la séptima temporada y estoy con el pulso a mil. Agradezcan a HBO, dada toda esa felicidad acumulada por más de un año es que estoy aquí escribiendo esto. 

Sin entretenerles más, los invito a leer un poco más de éste gato de ciudad~

Muchas gracias por el apoyo~

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Intentaba conciliar el sueño tras haber tenido otra pelea con Kuroo. No es que ya no lo quisiese sino que era egoísta. Lo era. No se conformaba con tener a Kuroo con él cuando de deporte se trataba o por el simple hecho de haberse declarado. Después de todo, el que se enamora primero es el que quiere de verdad; o por lo menos así es como pensaba Kozume Kenma tras sus dos años de relación con el ex capitán de Nekoma; no fue hasta que éste arriesgó su carrera para salvarle, que Kenma comprendió lo que su egoísmo había conseguido.

—No es que no quiera estar contigo...es que no puedo perdonarme.

Kuroo había sido su mundo por el último par de años, y era su todo hasta hace poco. ¿Cómo no enamorarse de ese hombre? Solía preguntarse eso muy a menudo. El-en ese entonces-capitán del equipo fue siempre su fuente para muchas cosas: su motivo para atreverse a hacer algo que no fuesen videojuegos; la razón por la que se esforzaba, el motor que lo impulsó a mejorar sus habilidades sociales. Él expandió su mundo de muchas maneras. Odiarle resultaba imposible. Se había convertido en lo más importante y preciado para él. Sin embargo, estaba roto. La culpa recaía en el pequeño que lloraba en su cama.

—Kuroo...pérdoname...Kuroo...

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—¡El desayuno está listo!

—Genial, perdóname por no saltar de la alegría.

—Perdonado. 

—Menos mal.

Minutos después Tsukishima bajaba las escaleras de su nueva habitación. Había pasado una semana desde aquel día en el que olvidó la leche intencionalmente a un costado de la puerta de la casa dejando a Kuroo sin su cena. Desde ese día ya no se habló más del tema y apenas había podido ver a esos dos juntos ni siquiera durante las visitas que hacía Kuroo al equipo mientras entrenaban.

—Hay algo que he querido preguntarte Kuroo.

—Si es sobre cómo conseguir un peinado como el mío, pierdes tu tiempo amigo.

—No es gran ciencia, sólo necesito que me lama un burro y listo.

—No funciona sino tienes éste físico-guiñó el ojo-cuando me hicieron estaban inspirados.

—¿Por qué Kenma te trata así siendo él el que te pidió que salieran? Por más que lo pienso no tiene sentido.

Kuroo guardó silencio. No quería responder a eso.

—¿Verdad? No lo tiene.

Tsuki bebió de su zumo de frutas sin apartar la vista del complicado muchacho que no hallaba donde esconder la cabeza de la vergüenza.

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