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-Antes de ir un tiempo a Nueva Inglaterra, Luke grabó unos mensajes para que los escucharas cada semana. Según él, era su forma de pedir disculpas por no estar el día de su aniversario- Explicó el rubio antes de darle otra calada a su cigarrillo.

Los ojos de la joven no abandonaban al pequeño objeto entre los dedos de Michael. Veía como se acercaba a su boca. Veía como inhalaba. Veía como expulsaba el humo. Su mente pedía a gritos volver a probar aquella arma mortal. "Si tan solo.." el vago recuerdo del sabor del cigarrillo no la dejaba librarse de uno de sus pecados. "No, se lo prometí".

-¿Quién envió el mensaje?- preguntó antes de seguir delirando.

-Calum- soltó una pequeña risa entre dientes.- Cree que te ayudará a mantener vivo el recuerdo.

-Parece más un impulso hacia la tortura que para ayudar a que me sienta bien.

-La intención no es que te sientas bien, Brady- encendió otro cigarrillo y la desesperación de la castaña.-  Es que sigas escuchando las idioteces de tu rubio aún a varios metros bajo tierra.-

-¿Se supone que eso me ayudará?- ella inhalaba todo el humo posible que Michael expulsaba.

-Tal vez sí, tal vez no. Nunca sabemos lo que nos puede arreglar.

-¿Seguiré recibiendo los mensajes?

-Venga, Brooke- rodó los ojos.-¡Que sí!

-¿Qué pasa si yo no los quiero?

-No abras tu buzón de voz, idiota.

-¿Qué pasa si lo quiero volver a ver?

-Hoy no te para la boca ¿no?- la tomó de su delicado rostro y la miró a los ojos.- Lo volverás a ver cuando tengas cien años y la luz esté gritando tu nombre.

-Como sea- se apartó bruscamente de él.- Me tengo que ir. Calum llegará pronto, deberías de apagar tus... uhmm... ya sabes.-

-Cigarrillos. Puedes decir lo que son, eso no te incitará a consumirlos de nuevo- sonrió.- Por cierto, deja de inhalar el humo que los fumadores activos liberamos.

-Lo haré cuando Calum y tú dejen de ser parte del club de fumadores activos.-

-Esperando el día, el día que nunca llega...

-Nos vemos luego, imitación barata de Metallica.

-Solías cantarla a las dos de la mañana en el auto a todo volumen- susurró.

-Solía, lo has dicho.-

-Cierto, eso era antes de que Luke...- hizo una pausa al darse cuenta de que estaba en territorio peligroso. Sabía que Brooke podía lanzarse a golpearlo, insultarlo o, en el peor de los casos, llorar.

-Me tengo que ir- tomó la perilla entre sus manos y salió de la casa para dirigirse a la suya.

Muy en el fondo, Brooke quería escuchar la voz de Luke, pero no por un aparato electrónico de mierda. Porque para ella todo era mierda. Todo siempre ha sido mierda para ella. Pero, cuando él se fue, la mierda se convirtió en más mierda sin sentido alguno.

Porque todo le recordaba a él. El olor a lluvia, el olor a gasolina, el olor a los libros, el olor a quemado, el olor a café, el olor al cigarrillo que él apagaba cuando ella lo encendía, el olor de su aliento, el olor de su perfume, el ligero olor de un disco de vinilo nuevo...

El sonido de la lluvia, el sonido del auto después de llenar el tanque y conducir por horas, el sonido que hacen los libros al cambiar de página, el sonido de los sorbos de café, el sonido del cigarrillo apagándose, los sonidos que salían de su boca, el sonido del perfume siendo roseado, el sonido de la música.

Todo era una infinita droga de felicidad para el resto del mundo.

Todo era una infinita droga de tortura para ella.

Dark Paradise || Luke Hemmings ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora