Aprendiz

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Jack había dicho solo el cincuenta por ciento de la verdad.

Y siendo sinceros, cómo le explicaría a Chase que antes de ir a esa convención fue a ver a un par de psicólogos para que le expliquen lo que le estaba pasando a su cabeza y terminen diciéndole que está enamorado (porque claro, tenía el dinero suficiente para hacerles perder el tiempo así). No quería aceptarlo, pero después de estar entre máquinas geniales y científicos talentosos, comparó la admiración que sentía hacia ellos con lo que sentía por Chase y obviamente él no suspiraba ni se sonrojaba, o mucho menos pensaba que son condenadamente sexys como lo hacía con él.

Resignado, se encontraba en el bus de regreso, cuando tuvo una idea. Tal vez si no lo veía por un tiempo, sus sentimientos desaparecerían y continuaría con su verdadero objetivo de ser un "genio malvado". Esa idea le causaba un punzante dolor en el pecho, pero no le tomó importancia pues era lo mejor.

...De todos modos el gran Chase Young no estaba esperándolo en su hogar ni mucho menos impediría que se vaya de nuevo...al menos eso pensaba él.
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Aquella noticia le cayó como un balde de agua fría. Pensó que había oído mal, así que preguntó de nuevo.

—¿Qu-qué fue lo que dijiste?— preguntó un poco dudoso.
Chase sonrió un poco, adoraba verlo en ese estado. Se acercó un poco más solo para intimidarlo y se lo volvió a repetir despacio.
—He dicho que desde ahora vivirás en mi guarida porque serás mi aprendiz, Spicer—
Ahora si que no entendía nada, ¿por qué justo cuando quería un tiempo para alejarse de él no puede? Su sueño más grande, aparte de conquistar el mundo claro, estaba frente a él, pero tenía miedo. Miedo a que Chase se de cuenta de lo que siente y no lo quiera ver de nuevo. Sin darse cuenta, un par de lágrimas salieron de sus ojos.

Chase se sorprendió ante ello, no sabía si eran lágrimas de felicidad o tristeza, mas no podía evitar sentir una incomodidad en el pecho. Se puso en frente de Jack y lo miró detenidamente. Se veía tan vulnerable y por eso , no lo pensó dos veces: tomó su mentón y lo levantó para que lo mirara. Sus ojos dorados, se encontraron con los rojos de él, llevó sus manos al rostro de Jack y limpió los rastros de lágrimas lentamente. Parecía que el tiempo se había congelado para ellos, ninguno decía nada solo se miraban; Chase con una expresión indescifrable y Jack con mucha confusión en el rostro.

Se separaron y el Heylin se dio cuenta de lo que había hecho ¡Qué demonios había sido eso! Un ligero sonrojo apareció en sus mejillas y miró de reojo a Jack para ver si lo había notado; sin embargo, este estaba completamente rojo y parecía que en cualquier momento se desmayaría.

Decidió que lo mejor sería cambiar el tema y le decidió preguntar sobre la propuesta.

—Entonces, ¿aceptarás o no? —

Jack no sabía que contestar, pero tras pensárselo un poco no era una mala idea. Estaría casi todo el tiempo con él y aprendería sus trucos -mientras no se le escapen esas condenadas palabras de la boca obviamente- así que asintió levemente.

Chase se sintió extrañamente feliz, por fin lo tendría solo para él.

Después de negociar un poco, el Heylin aceptó que Jack volviera los fines de semana a su mansión y tenía permiso para salir a humillarse en los duelos. Jack empacó ropa, materiales para sus Jackbots y la foto de Chase. Este lo notó pero prefirió no decir nada al respecto, después de todo, su sonrisa ya lo había delatado.
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Chase, como el resto de personas que conocen a Jack Spicer, pensó que era torpe, egocéntrico, caprichoso, miedoso e infantil. Y si bien esto era verdad, había una faceta que casi nadie conocía de él y Chase fue el primero en notarla.

No importaba cuántas veces pasase por el taller que le había asignado, Jack estaba sumamente concentrado en sus máquinas. Para él, la robótica era un arte y le entregaba toda la dedicación posible. Chase no supo cuanto tiempo se quedó embelesado mirándolo, cuando sintió la mirada de Jack sobre él.

Este se sobresaltó, pero logró calmarse un poco... hasta que se aproximó hacia él y lo que vio volvió a alterarlo por completo: Jack se encontraba con el torso descubierto (pues su polo se había manchado con aceite) y  se podía apreciar una fina capa de sudor recorrer su nívea piel, la cual parecía tan frágil y fácil de marcar. Al momento de ver ese par de botones rosados, relamió sus labios, un montón de pensamientos impuros relacionados con el muchacho aparecieron en su cabeza. Tal vez no sería mala idea llevarlas a cabo.

— ¿Chase?— una voz lo sacó de sus pensamientos. Jack lo miraba con cierta expresión de intriga en su rostro. Desde que vio a Chase observándolo en la puerta del taller, no pudo evitar sentirse nervioso y decidió que lo mejor era irse a dar una ducha.

—¿ Qué pasa, gusano?— dijo con serenidad, pero su mente era un desastre. De nuevo, ¡qué diablos estaba pensando! ¿Acaso quería tirarse a Jack? Admitía que el chico tenía cierto atractivo, pero de ahí a querer ternerlo a su merced, gimiendo su nombre placenteramente y besarlo repetidas veces...joder necesitaba ir a meditar AHORA.

—P-podrías moverte, quiero darme una ducha— Jack estaba muerto de los nervios, pues la mirada de Chase lo escrutaba completamente y eso solo aumentaba la tensión del ambiente. Spicer no era consciente de lo que provocaba en él.

Chase se movió de la puerta, y volteó hacia otro lado. Eso era lo más seguro en esta situación. La voz de Jack le hizo volver su mirada hacia él otra vez.

—Oye.., gracias por creer en mí y volverme tu aprendiz, prometo no decepcionarte— dijo un muy sonrojado Jack antes de desaparecer por los pasillos.

Palabras tan simples y a la vez tan valiosas. Un sentimiento cálido invadió su pecho y su corazón latió con fuerza.

—Demonios... qué me estas haciendo Spicer—

Quien diría que los villanos pueden albergar fuertes emociones.

Chack TalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora