Capitulo 1

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¿El mundo es cruel? Lo es.

Por algo los seres humanos usan a los de su propia especie para divertirse, se aprovechan de los débiles, de lo diferente. . Para sólo ganar dinero.

El gran magnate Louis, tiene una gran fascinación por coleccionar cosas. . Estos no son objetos. . Tampoco animales, si no. . Personas. . Personas extrañas, con mal formaciones, razas diferentes. . Si tiene un solo detalle extraño y puede comprarlo en el mercado negro, lo hará.

Ha sido tanta su fascinación por este tipo de seres humanos, que con los años decidió abrir una especie de espectáculo con ellos. Los muestra como animales exóticos en sus jaulas, sólo para tener más dinero del que tiene.

De esa forma no vale la pena tener herencia alguna. . Desde pequeña estuve acostumbrada a ver a esas personas sufrir. . Gritaban de dolor, sufrían en silencio con los años, mientras que las moscas consumían los restos de sus alimentos y se posaban en sus heces. Odió ir a su sótano. . Odió ver su show de fenómenos. . Me enferma. .

¿Tiene que ser tan despiadado? Pensé que ya lo había visto todo. . Pero me equivoque.

Era un tres de noviembre, como todos los días desayunaba junto a mi padre y mi madrastra, todo estaba en silencio, era molesto.

—Luciela, después del desayuno, iré a acomodar tu cabello.— Dijo mi madrastra, ella por orden de mi padre tenía que cuidar de mi, también debía hacerme lucir como una muñeca cada día. ¿Por qué? Por qué yo era parte de su espectáculo también. .

"La muñeca humana" eso decían. Me gane ese titulo a mi supuesta belleza, mi cabello negro azulado, liso y largo hasta mis glúteos, el flequillo que cubría mi frente. Mi blanca piel con aspecto de porcelana debido a los miles de tratamientos, mis ojos verdes aceituna, así como también mis delicadas facciones y cuerpo.

Era el orgullo de mi padre, por algo desde pequeña me vistió con esos trajes victorianos y me llevaba con el a todos lados, sólo para presumir de su hija. "La muñeca humana"

—Bien.— Respondí en seco tras un suspiro.

Desde hace años si que me sentía como una muñeca, estaba vacía sin emociones, sin metas ni sueños, todo mi futuro estaba en manos de mi padre.

—Si vas a alistarla que sea rápido, tengo una reunión dentro de una hora.— Mi padre soltó aquello con voz autoritaria, mientras que mantenía su mirada fija en ese periódico.

—Esta bien, querido.— Respondió aquella mujer rubia, levantándose de su asiento y acercándose hasta a mi. Más que su esposa parecía su sirvienta personal.—Luciela, vamos.—

Otro día que pasaría sin terminar de desayunar. . Deje esos panqueques a medias y me levanté, comenzando a seguir a esa mujer hasta la que era mi habitación. Sin decir una sola palabra tome asiento en la cama, mire a la esposa de mi padre fríamente, ella fue directamente hacia el closet, saco algo de ropa para mi, y la coloco en la cama antes de hacerme una seña de que debía levantarme.

Molesta suspire, catorce años y no puedo vestirme sola si quiera.

Me deshice de ese pijama molesto y comencé a vestirme con su asistencia. Ella se encargó de que todo estuviera perfecto, luego tome asiento nuevamente mientras que ella acomodaba mi cabello con ese peinado señor recogido que solía usar. En media hora ya estaba lista.

Salimos de la habitación, ella iba pasos delante de mi mientras que caminábamos de pasillo en pasillo hasta la entrada de esa gloriosa mansión de la que era propietario mi padre.

En plena entrada estaba el, obviamente me esperaba.

—Que tengan un buen día ambos.—

—Gracias, Julieth.— Soltó mi padre fríamente antes de ofrecerme su brazo para salir de casa.

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