Epílogo

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No hicieron falta palabras, ya todo estaba dicho. Al verlo no pude más que abrazarlo fervientemente, llorando como loca pero esta vez de felicidad. El destino había cambiado, ahora juntos podíamos escribir nuestra propia historia.

─ ¡Daisy! ¡No puedo creerlo!

─ ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué no te quedaste en casa? ¡Me lo prometiste! ─ sé que debería haberlo besado sin más, pero después del susto que pasé no pude hacer otra cosa.

─ Perdón, lo sé... pero no tuve otro remedio. Mi ama de llaves enfermó y tuve que ir a buscar al médico... ahora mismo debe estar con ella. Yo me retrasé por la tormenta, y tuve que frenar un poco para no exigir al caballo. Pero su carruaje está al pie de la colina. Le ruego me disculpe ─ me explicó pacientemente.

─ ¡Ay, Will! ¡Estás bien! ¡Menos mal que llegué a tiempo!

─ ¿A tiempo de qué? No comprendo.

─ No hay problema, después te lo cuento... lo importante es que ahora estamos aquí, juntos ─ dije abrazándolo una vez más, luego él se alejo un poco y tomó mis manos en las suyas.

─ He luchado en vano pero no puedo continuar, a riesgo de parecerle impertinente tengo que decirle que estoy completamente enamorado de usted; y que no sé cómo podría funcionar algo entre nosotros, pero no habría nada en el mundo capaz de hacerme más dichoso que el hecho de que aceptara ser mi esposa.

Todo era una locura, pero ¿quién no comete locuras por amor? Mi respuesta no se hizo esperar.

─ Te amo, Will. Y puedo asegurarte que va a funcionar... este es mi lugar, mis manos en las tuyas... es donde pertenezco.

─ ¿Eso es un sí? ¿Significa que acepta?

─ Significa que no me voy a ir a ningún lado y que no hay nada que desee más que ser tu esposa Will. Te amo como jamás imaginé que podría llegar a amar a alguien.

─ Daisy... yo... ─ con sumo cuidado dejó caer mi bonnet, me acarició la mejilla y fundió sus labios en los míos.

Nunca un beso me hizo sentir tantas cosas, nunca me sentí más feliz... hasta ese momento, claro.

Lo recuerdo como si hubiera sido ayer pero ya pasaron diez años desde ese primer encuentro. Ahora estamos felizmente casados y somos padres de dos hermosas niñas. ¿Sus nombres? Jane y Elizabeth, por supuesto.

Jane Austen es ahora mi mejor amiga, tanto así que le confié toda la historia. Pensé que no iba a creerme pero inexplicablemente lo hizo, y me pidió usar algunos detalles para su obra "Orgullo y Prejuicio". ¿Cómo podía negarme?

Mi felicidad es plena, pero mentiría si dijera que no echo de menos las personas que dejé atrás: Letty, Sue, Clary... y sobre todo Marmee.

¿Quieren saber qué contenía el sobre que le entregué? Una carta en la que explicaba todos mis planes, y que no sabía si iba a regresar, donde también le agradecí por todo lo que hizo por mí. Sé que la separación debe haberle resultado muy dolorosa, pero estoy convencida de que, en el fondo, ella sabe que era lo correcto.

También dejé unas cartas para despedirme de mis amigas y le pedí que se las alcanzara.

Por último, adjunté toda la información sobre la puerta del Museo de la Rosa, y le pedí que por favor hiciera un viaje a Southampton y lo visitara.

Mientras tanto, en el marco de la puerta de mi propiedad, se encuentra mi teléfono móvil. Sé que claramente no funcionará pero espero que la tarjeta de memoria pueda rescatarse. Saqué muchas fotos el día de mi llegada, antes de que se agotara la batería, para que conociera al hombre de mis sueños y me viera con él aquí. Aparte, cada vez que algo importante sucede en mi vida, escribo una carta y la guardo allí, con la esperanza de que algún día ella encuentre mis misivas.

 Aparte, cada vez que algo importante sucede en mi vida, escribo una carta y la guardo allí, con la esperanza de que algún día ella encuentre mis misivas

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