Capítulo 1 : ¡Feliz patético cumpleaños!

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Si alguien me hubiera dicho esta mañana lo que me iba a pasar hoy, lo hubiera encerrado en un manicomio. ¿O acaso soy yo la que necesita internarse?

Antes de contarles, déjenme que me presente. Así me conocen un poco antes de declararme insana.

Mi nombre es Margaret Donovan, pero todos me dicen Daisy. Mi abuela se llama así, y como fanática de "Mujercitas" que es, cuando nació su primera y única hija no dudó ni un solo instante en repetir su nombre.

Mi madre creció bajo su influencia, así que yo me convertí en la tercera Margaret de la familia. ¿Lo más gracioso? Jamás nos llaman por ese nombre. Al igual que a las March, nos conocen como Marmee, Meg y Daisy. Salvo que... ahora sólo somos Marmee y yo.

Cuando tenía diez años mis padres, Meg y John, tuvieron un accidente. ¡Sí, John! como John Brooke, el esposo de Meg March... ¡pero juro que eso sí fue coincidencia! O al menos, eso es lo que me dijeron.

Como no quiero extenderme en ese triste capítulo de mi vida, sólo les diré que ninguno de los dos sobrevivió. Esa noche iban a una fiesta en el centro de la ciudad y yo no quería ir, por lo que me dejaron bajo el cuidado de mi abuela. Eso fue lo que me salvó.

A veces me pregunto si mi destino no sería morir junto a ellos, pero creo que nunca lo sabré.

Marmee es peluquera, comenzó a trabajar a los catorce años y nunca lo dejó. Sin embargo cada vez le resulta más difícil estar tantas horas de pie, así que yo me hago cargo del local la mayor parte del tiempo.

A medida que fui creciendo me fui contagiando de su pasión y, como toda peluquera que se digne de serlo, empecé a experimentar en mi propio cabello. Originalmente soy rubia, pero también fui pelirroja, morena y castaña. Cuando los tonos tradicionales empezaron a escasear, probé con otros más atrevidos... así es que hoy, en el día de mi cumpleaños número veintiuno, mi cabellera es violeta. Y creo que me arriesgaría a decir que me lo dejaré así por mucho tiempo. ¡Es mi color favorito! Pero bueno... conmigo nunca se sabe.

¿Qué más puedo contarles? Vivo sola, ya que cuando tuve edad suficiente para hacerlo, mi abuela decidió ir a vivir a una residencia con sus dos mejores amigas. Tienen total libertad para entrar y salir, servicio de cuartos, piscina... ¡hasta jacuzzi! Pero, si necesitan atención médica, están en el lugar indicado. Según ella, es la combinación perfecta entre un hotel cinco estrellas y un hospital.

Hoy es lunes, así que es nuestro día libre. A la mañana temprano fui a visitarla y desayunamos juntas en el jardín de la residencia. ¡Un lugar que parece sacado de un cuento!

Cuando era chica amaba festejar mi cumpleaños pero, después de lo que pasó con mis padres, no quise volver a hacerlo. Marmee siempre me entendió y lo respetó, así que una velita en un cupcake es lo máximo que puedo manejar.

Todo comenzó en el desayuno... aunque en el momento no me diera cuenta. Mi abuela estaba súper emocionada porque alcancé la mayoría de edad, y empezó a hacerme preguntas de lo más extrañas: "¿Notaste algo distinto cuando te despertaste? ¿Escuchaste algo interesante? ¿Tuviste alguna visión?"

Yo me mostré sorprendida y ella me dijo que sólo jugaba conmigo, así que no le di mayor importancia. Gravísimo error.

Para el mediodía quedé en encontrarme en un bar con mis amigas, Letty, Sue y Clary. Es el ritual de todos los años. Cuando llegué me acomodé en nuestra mesa preferida, una bastante apartada junto a un gran ventanal.

Mi teléfono sonó y me encontré con un mensaje de las chicas en nuestro grupo de Whatsapp... venían las tres en el auto de Sue pero había un embotellamiento y avanzaban a paso de hombre.

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