Capítulo 4: ¡Estúpidas reglas!

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─ ¡Mierda! ¡Nos quedamos dormidas! ─ me despierta el grito de Clary.

Cuando llegó a la madrugada, se encontraba devastada. Hablamos por un largo rato sobre su discusión con Tom pero luego él la llamó por teléfono y todo quedó en el olvido. De cualquier forma, se quedó a pasar lo que quedaba de la noche en casa.

La verdad, no tuve tiempo de hablarle sobre William... aunque ¿cómo contarle algo así? ¡Si ni yo puedo comprenderlo!

Nos levantamos y arreglamos lo más rápido posible, ya que ambas tenemos que ir a trabajar y ya se nos está haciendo tarde.

Llego a la peluquería poco más de media hora después del horario de apertura y tengo a varias clientas enojadas esperando en la puerta. Después de pedirles disculpas de mil maneras diferentes, me dispongo a trabajar. Estoy tan atareada que no tengo tiempo ni para pensar. ¡Menos mal que mi trabajo lo tengo automatizado! ¡Si tuviera que hacer cuentas o redactar algún informe estaría perdida!

A media mañana aparece Marmee y no puedo estar más agradecida. Entre las dos todo es más simple, así que para el mediodía ya nos ponemos al día. Cómo el siguiente turno es recién a las dos de la tarde, decidimos ir a almorzar a un restaurante cercano para continuar con nuestra charla pendiente.

Antes de salir, le pido que me aguarde un momento mientras voy al tocador. Cierro la puerta, respiro profundo para tomar valor y...

─ ¿Will? ¿Podés escucharme? ─ digo a media voz.

─ ¡Margaret! ¡Por fortuna! Estaba deseando hablar con usted... Por cierto, nadie me llama de esa manera, es... refrescante.

─ ¡Ay, lo siento! No estoy acostumbrada a la formalidad de tu época, pienso en que tenemos la misma edad y me resulta muy raro.

─ ¡No, por favor no se disculpe! A decir verdad, no es convencional charlar con tal familiaridad... pero nada en nuestra relación es convencional, así que creo que no ofendería a nadie el modo en que nos dirijamos el uno a otro, ¿verdad?

─ Cierto ─ es tan dulce y anticuado que logra sacarme una sonrisa.

─ En ese caso... Daisy, haré mi mayor esfuerzo.

─ ¡Gracias! Lo aprecio mucho. Yo también quería hablar con vos... pero temía no poder "comunicarme".

─ Bueno, creo que he hecho lo posible por ayudarla. Llevo la mayor parte del día encerrado en mi habitación.

─ ¿Estabas encerrado esperando para hablar conmigo? ─ me siento eufórica aunque no sé por qué.

─ Me temo que sí ─ responde avergonzado ─ Estaba pasando una época bastante difícil y desde que usted, o mejor dicho su voz, se cruzó en mi camino; cambió mi vida por completo. Me intriga mucho todo esto...

─ Will, hay algo que no te dije ─ confieso ─ Ahora tengo que irme pero más tarde hablamos y te cuento lo poco que sé. Al parecer esto no es tan anormal en mi familia como yo pensaba. Voy a intentar averiguar lo más que pueda.

─ Oh, perfecto... yo esperaré.

─ No, no... por favor no te quedes encerrado esperando por mí, en unas seis horas intentá estar solo y hablamos, ¿sí?

─ Claro, eso haré ─ hace una pausa ─ Una última cosa... ¿Usted cree que será posible que...? No, olvídelo.

─ ¿Si será posible qué? Decime, por favor...

─ Me preguntaba si habrá alguna oportunidad de que la conozca en persona alguna vez.

─ Creo que sí, pero voy a averiguarlo. Hablamos luego, ¿sí?

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