03. Dos Meses Después

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Dos meses después.

Observó atenta la sortija aun colocada en su dedo anular, se estaba perdiendo a sí misma en ese remolino de emociones en su interior, quería abrir los ojos y que él estuviese a su lado, como siempre lo estaba cuando estaba enferma o un poco decaída, pero no, en ésta ocasión, era él, quien le había roto en pequeños fragmentos el corazón, no sabía si iba a poder recuperarse de todo aquello, pero estaba esperando poder hacerlo, se sentía estúpida y poco querida, pero más estúpida que nada, era tan débil, que estaba ahí, tumbada sobre la cama, llorando la mayor parte de los días y agrediendo verbalmente a los que sí le querían. Pero. ¿Dónde estaba Scorpius? ¿Por qué no le dijo que ya no la amaba? Las cosas hubiesen sido tan diferentes si se lo hubiese dicho antes de llevarla al altar, había sido cruel, más que humillante, cruel.

Se burló, después de todo, él era un Malfoy, y eso decían de ellos, que eran crueles, que les gustaba humillar a las personas respecto al estatus de su sangre, y claro... tal vez al final, le importó demasiado casarse con una mestiza en lugar de una sangre limpia.

Tomó una larga ducha, se vistió con la sorpresa de que su ropa era un poco más grande de lo que recordaba, suspiró y negó, abrió la puerta de su habitación pero en seguida la cerró, no sabía si podría soportar la mirada de pena que le dedicaban, pero sí, tenían razón al mirarla así, si ella no se hubiese quebrado tanto, la gente le admiraría por seguir adelante, pero no, se había quedado estancada, era como si lo único que pudiese ver delante de ella, fuera la iglesia llena de gente observándola y riendo por lo bajo porque... le habían dejado plantada.

Ginevra observó a su hija, podían tener la magia del mundo pero no podían sanar un corazón roto sin robar gran parte de ella, se odiaba por haber permitido que lo que sentía por Draco le hubiese arrojado de nuevo a sus brazos, pero cuando Astoria murió, quiso verlo, estaba más que afectado, frustrado, porque no sabía qué hacer con un niño, y... Aunque muchos lo criticaban, Draco hizo su mayor esfuerzo con Scorpius.

— ¿Todo bien, cariño? –le sonrío.

—Sí –contestó de forma cortante, como lo hacía desde hacía dos meses.

—Lily...

—Ya lo sé –contestó molesta –todo el mundo se ha olvidado de que él me dejó plantada, que el mundo sigue, que no es el último hombre sobre el mundo ¿pero cómo le explico eso a este sentimiento oprimiéndome el pecho? Sólo quiero que me diga porque lo hizo ¿qué le hizo cambiar de opinión? ¿Porque en un abrir y cerrar de ojos dejo de amarme?

—Los hombres dejan de amar de forma fácil y rápida, Lily.

—También lo sé –se puso de pie y caminó hasta la chimenea.

Se observó a sí misma en la foto junto a la chimenea, había sido tomada hacia dos meses y días, su rostro estaba relleno y sus ojos brillaban de una manera impresionante, la chica de esa foto conocía la felicidad, en cambio la de ahora, odiaba todos los aspectos de la vida, su cabello había crecido, su ropa le quedaba más floja, su cara estaba demacrada y sus ojeras parecían dos círculos negros, como los que dejaban los telescopios que habían inventado sus tíos Fred y George y con los que James le manchaba cada que le decía que se observará a través de uno.

Caminó distraída por el lugar, y sí, la gente había dejado de observarla y señalarla, el mundo seguía su curso, menos el de ella, seguía atascada en esa imagen de ella, parada sobre el altar, llorando porque su futuro esposo... Jamás llegaría.

Le había dado todo a Scorpius, él sólo había tomado lo que había querido y se había marchado, dejando un cuerpo vacío, una vida sin ilusiones, eso había sido peor que la muerte.

Prospecto Equivocado || ScorilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora