Huye.

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—Aléjate de mi, o te juro por Dios que te clavaré este maldito cuchillo —dije, apuntando con él a aquel hombre.

—Furcia asquerosa, no eres más que una muerta de hambre —dijo abalanzándose sobre mí.

Sus brazos jugaban una gran ventaja respecto a mi. Me intentaba quitar el cuchillo mientras le mordía y pataleaba para deshacerme de él. En ese momento, llegaron sus hijos. Asustado, Kevin se apartó de la escena, pero el más pequeño, Thomas, dió un paso hacia delante.

—Papá ¿qué estás haciendo? —dijo asustado.

—¡Márchate! ¡Vamos! —dijo, dirigiéndose hacia él.

El miedo de que agrediera a mi hermano hacía que se me erizara la piel. Pensé en apuñalarle por la espalda, antes de que le pegara, pero se anticipó a mis movimientos y frenó la puñalada forcejeando conmigo para que me lo clavara yo misma. Thomas se interpuso llorando sin parar mientras yo le gritaba que se marchara, pero no lo hizo. No lo hizo.

Aquel hombre, mató a su hijo. Y fue algo intencionado. Vi su mirada.

Desde aquel incidente, Rosy no me dirige la palabra. Adivino la historia que su marido le contó sobre lo ocurrido, piensa que fui yo. Siempre lo tuvo planeado. Kevin perdió su infancia tras la muerte de su hermano. Dejó de ser un niño, tan rápidamente como lo tuve que dejar de ser yo. Me sentía tan responsable que pensé en suicidarme en varias ocasiones, pero nunca tuve el valor. Ese es el problema, tuve que haber tenido el valor de asesinar a ese maldito bastardo, que pretendía matar a su hijo para después destrozarme.

Vivía en la soledad, en mi propio mundo de tristeza que creé. Sin embargo, un día recibí una visita. Al abrir la puerta, vi a aquel hombre que decía ser diseñador de moda. Le hice pasar, para que me relatara el motivo de su visita:

—No me ha llamado señorita y pensé que la mejor manera de contactar con usted sería venir a buscarla—dijo

—No le llame porque no estoy dispuesta a hacer de modelo, lo siento —dije cabizbaja.

—Lo hará —dijo Rosy. —Porque me lo debes —dijo con lágrimas en sus ojos.

—Perfecto. Acudirás mañana a esta dirección —dijo dándome otra de sus tarjetas.

Al marcharse, me senté con Rosy en La Cocina. Limpiaba con un pañuelo sus lágrimas.

—¿Lo hiciste? —dijo mirándome fijamente a los ojos.

—¡No! —dije llorando. —Le quería muchísimo, a los dos, y tú lo sabes Rosy, tienes que creerme —le supliqué cogiéndole las manos.

—Lo sé—dijo. —Sé que fue él, siempre lo supe, pero no quise verlo —dijo para mi sorpresa.

—Cuando yo no esté, prométeme que huirás con Kevin, escúchame muy bien, márchate muy lejos, consigue dinero con este trabajo y cuídale muy bien Abbicheril —dijo sollozando.
—Prométemelo

—Te lo prometo —dije.

ᴇʟ ʙᴀᴜʟ ᴅᴇ ʟᴏs ʀᴇᴄᴜᴇʀᴅᴏs ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora