|Perdón|

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Estoy de un humor de perros.
Hace tres días que no le dirijo la palabra a Near.

Resulta que 3 días atrás estábamos todos en el cuartel y una tal Lindy, compañera de Wammys, apareció de la nada y se le echó encima a Nate. Le dijo que le echaba de menos y luego le besó. El albino no la corrió, solo se quedó ahí.

Mientras yo me moría interiormente al ver esa escena, Mello, que desde hace un tiempo era mi mejor amigo, me cogió y me sacó de allí.

Fue muy humillante, Near y esa besándose; L me analizaba, para pensar cómo reaccionar; Matt y Light estaban asesinándolos con la mirada, pero el único que reaccionó fue el rubio.

Me subí a su moto y me llevó a su apartamento. Hace 3 días que no salgo de allí, hace 3 días que Mello está muy sobreprotector, casi no deja entrar a casa ni a Matt, únicamente se lo permite por la noche para dormir.

Tampoco es que el albino mande alguna señal de vida: ninguna llamada, ningún mensaje.

Apesar de estar todo el rato con Mello, me siento sola. Soy masoquista, pero necesito hablar con Near. Aunque sea para cortar. Necesito una explicación.

El rubio no quiere que vaya, dice que me hará más daño. Él vuelve a odiar al albino, eso me intranquiliza. No quiero que se dejen de hablar por mí.

Solo tengo un pensamiento en la cabeza.

Debo de hablar con Nate.

Debo de hablar con Nate.

Debo de hablar con Nate.

Inconscientemente, me levanto del sofá en el que estaba y me dirijo a la puerta, estaba por abrirla.

-¿A dónde vas?

-Debo aclarar las cosas con él, Mello.

-No, no quiero que te lastime más.

-Debe de haber una explicación.

-No.

-Sí.

-No.

-No.

-Sí.

Sonreí triunfante, siempre pica.

-Pequeña, no irás. Definitivo.

Ya me estaba comenzando a cansar.

-MIHAEL KEEHL. SOY MAYORCITA PARA SABER QUÉ HACER.

-Haz lo que quieras, luego no vengas llorando.
Dicho eso, me cerró la puerta en las narices.

Me quedé estática, quieta, con un vacío en mi interior.

De manera autómata me dirigí a fuera. Si pensáis que Mello vendría detrás mía, os equivocáis.

Me fui a mi casa, no tenía ganas ya de nada.

Por la mañana, cogí el móvil. 150 llamadas de Mello, Near y Matt cada uno.

Como no quería hablar con ninguno de los dos primeros, llamé a mi tomate favorito.

-¿____? -me contestó al primer tono.

-Sí, ¿pasó algo Matt?

-¿Te encuentras bien?

-Sí.

-ME DIJISTE QUE IBAS JUNTO A NEAR. ¿TÚ SABES CÓMO ME ASUSTASTE CUANDO LLAMÉ A PELUSA PARA AMENAZARLE POR SI TE HABÍA DICHO ALGUNA TONTERÍA Y ME DIJERA QUE NO HABÍAS IDO POR AHÍ? - me dijo Mello desde el otro lado de la línea.

No quería hablar con él, así que ni le molesté en contestarle y le colgué.

Al poco, se escuchó cómo forzaban mi entrada.

-Lárgate Mello. Ya me dejaste muy claro ayer que te importo una mierda.

Sin embargo, se escuchó otra voz, esa que iluminaba mis días.

-Conmigo tienes el derecho de estar enfadado, pero Mello se preocupa mucho por ti, no le hagas eso. Actuó por impulso, ya sabes cómo es.

-Near...

Le abrí la puerta. Parecía tan inofensivo con la cabeza bajada, los mofletes rojos y su ropa blanca que le quedaba grande. Era como un angelito.

-Pasa...

Se sentó en el sofá y me miró expectante. Yo me quedé de pie.

-Sé que estás muy enfadada...

-Enfadada es poco.

-Y-yo... No sé qué decir, era muy amiga mía de pequeño. Ella comprendía mi silencio, mi vicio a los juguetes... No quería que se sintiera mal si la apartaba...

Le corté. -Pero sí que te parecía bien hacerme daño a mí.

-Sabes que no es eso. No sabía cómo reaccionar, sólo me quedé ahí, quieto, intentando coger el camino adecuado. Pero ya te habías marchado.

No sabía qué decir. Me seguía doliendo, así que le sonreí de manera amarga.

-Enana... Debes de comprender que jamás te haría de daño voluntariamente, yo... Te amo mucho.

-Ajá, entonces dime por qué no me llamaste para arreglarlo.

-Mello me dijo que me odiabas, que jamás me perdonarías. Me amenazó con llevarte a un lugar donde yo nunca te pudiese encontrar. Bueno, eso no me afectó, hubiera removido tierra y mar para buscarte... Lo que me afectó fue el hecho de que me vieses como un monstruo. ¿Realmente no me quieres ni ver? -soltó una lagrimilla, intentó quitársela disimuladamente pero yo la vi.

Suspiré. Al fin y al cabo, era mi inocente copito.

Me senté en sus piernas y le besé el rastro de la lágrima.

Luego la mandíbula. La frente. Los mofletes. La nariz.

El albino seguía con la cabeza gacha, pensaba que lo hacía porque lo había visto débil.

-No, pequeño copito... Te perdono pero ni se te ocurra volv...

Me paró besándome y me acomodó mejor en sus piernas.

-De pequeño nada, sabes perfectamente que pegué el estirón y ya te llevo una cabeza. -me respondió ahora feliz.

-Para mí seguirás siendo mi pequeño e inocente copito.

-Vas a comprobar ahora mismo que te equivocas, enana.

Antes de poder hacer lo que íbamos a hacer (😏) , me llamó Mello de nuevo.

-¿Mmm?

-¿____?

-¿Mmmm? -no podía decir otra frase, Near me estaba chupando el cuello.

-Lo siento tanto, de verdad, sé que soy un capullo pero cuánto lo lamento. Me merezco lo peor, soy ....

-Ahg, Mello, está bien, noooo te pre agg preocupes. Sé que no lo hacías con maaaaal a intención.

-Ugf menos mal. Oye, ¿estás bien?

-Perrrrfectamente. Adiós.

Le colgué. Y mi copito y yo seguimos con lo nuestro.

Imagina: Nate River y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora