|Superando miedos|

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Era una de las peores noches de todo el año. Llovía a mares y millones de relámpagos caían en la ciudad.

Estábamos todos en el cuartel terminando de resolver el último caso del día.

Para 6 adolescentes inteligentemente superiores a los demás, era demasiado fácil encontrar las pistas y respuestas.

Por lo que era cuestión de minutos que acabáramos.

Nos miramos entre nosotros sin saber qué hacer. Tronaba demasiado, incluso Mello se sentía reacio a abandonar la habitación.

Matt sacó su Nintendo y empezó a jugar. Se la quité de las manos y le di un zape.

-Ya que hasta que pare la lluvia nadie va a moverse de aquí, podemos jugar a algo.- propuse yo.

-Como qué.- me miró Light con los ojos entrecerrados.

-Deberías haberla ignorado... Mala elección, Yagami.- le riñó Near.

-Pero qué poca confianza tienes en mí, copito.- le puse morritos.

-Ya me conozco tus juegos.- Near rodó los ojos.

-Pues nada, somos 5. Near, puedes irte.- dije firme.

El albino se alarmó. Escasas veces le llamaba por ese nombre.

-______... No puedes obligarme... Me conozco tus juegos, al final... Joder, está bien. Lo que tengo que hacer para que no te enfades, si no fuera porque te quiero, no te saldrías con la tuya.

Le di un beso en el moflete.

-Creo que me merezco más...- me susurró mi copito.

Mi cara debía de estar más roja que un tomate.

-Me refería a uno en la boca, no seas tan malpensada, pequeña.

Le di un golpe en el hombro y me reí nerviosa.

-Bueno, ______. ¿A qué juego pretendes que juguemos?- me preguntó L.

-7 minutos en el paraíso.- cantarrujée.

Se miraron entre ellos.

-Oh, venga vamos. Sé que no sois muy sociales, pero...

-Yo lo conozco.- dijo Near orgulloso.

-Sólo porque te obligué a jugar, y al final te gustó.- le dije picarona.

El albino giró la cara avergonzado y dijo:

-Jugamos sin botella, no te va a tocar besuquearte con otro al azar. Jamás.- mi copito está celoso. Mmm. Está súper mono cuando se pone sobreprotector.

-Entonces... Por lo que he deducido... El juego se basa en que dos personas escogidas se van a algún lado a satisfacerse durante 7 minutos, ¿me equivoco?- nos preguntó L.

-Sí, básicamente eso.

-Lo que dije antes, escogemos nosotros quién va con quién.- dijo fulminante Near.

Solté una risita.

-Como quieras, campeón.- le dio una palmada en la espalda Mello, el cual me guiñó un ojo en señal de complicidad. Molestaremos un poco.

Nos sentamos en un círculo y empezamos el juego.

-¿Quién quiere iniciar?- pregunté.

Near se levantó.

-Vamos, ____.

-Nadie ha dicho que fuera _____ tu acompañante.- le desafió Mello.

Near se giró hacia mí y me miró con los ojos entrecerrados. Le saqué la lengua.

-No sé cómo no me lo vine venir...- se lamentó.

-Mello, te vas con él.- dijimos Matt y yo.

El rostro del rubio se descompuso.

-Me la jugaste, sucia tramposa. Aprendes rápido, pequeña. Se nota que eres mi aprendiz, bien hecho.- me susurró Mello. Le di un beso en la mejilla como disculpa, a lo que Near bufó.

Acto seguido, se metieron los dos en la habitación contigua. No pasaron ni 30 segundos que ya se estaban peleando.
Entré y los separé.

Iba a reñirles pero, de pronto, se oyó un trueno por toda la ciudad. Desafiante. Si quería llamar nuestra atención, lo consiguió. Fue cuestión de segundos para que se apagaran las luces y no funcionaran los generadores.

Hubo que recurrir a lo básico. Las velas.
Vi a mi copito temblar. Me di un golpe mental, qué novia olvidaría el único miedo de su pareja. Yo, obviamente.

Near me había contado que la noche que lo abandonaran había caído tal relámpago, que toda la ciudad había quedado a oscuras. Como si la naturaleza rogara por que alguien encontrara a ese niño que deambulaba solo. Sin nadie a quien recurrir.

Me lo llevé rápidamente a nuestra habitación y lo abracé. Al poco, mi camisa estaba mojada.

Lo recosté en nuestra cama y lo arropé, como si de un niño se tratara.  Me acosté encima de él, y le comencé a dar mimos. Mi pobre angelito.

-No sé qué haría sin ti. Lo sabes, ¿verdad?- me dijo el albino, una vez ya calmado.

-Probablemente estarías siendo el adolescente que conocí. Como si yo no existiera, porque tú no sabías de mí.

-Buen punto, pero ahora que sé quién eres, qué podría hacer sin ti.

-Resolver casos, pelear con Mello, jugar con...- me tapó la boca.

-No me refería a eso, enana. Esa vida que llevaba ni se debería de considerar vida. Tú me cambiaste. Te amo, _____.

-Y yo a ti, copito.

Y nos besamos hasta que se quedó dormido. Sonreí al verlo descansar al fin.

Fue así como consiguió superar su miedo. Cada vez que un trueno retumbaba por la habitación a gran escala, ahí estaba yo. Para consolarlo. Para recordarle que jamás volvería a estar solo. Ahora somos un equipo. Él y yo.

Imagina: Nate River y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora