Cuando la tristeza se adueña completamente de mi cuerpo, duele como si miles de pedazos de vidrios se clavaran dentro de mi alma. Atravesando y cortando cada parte, dejándome sin aire, no podría explicarlo pero por alguna razón las lágrimas nunca se asomaban. Como cuando murió mi perro de vejez, acostado sobre el frio piso de madera de mi habitación , no lloré, algo me apresaba y me arrastraba hacia una especie de pozo sin fondo, que se hacia cada vez más profundo.
Siempre fui así, me costaba expresar mis emociones. Quizás esa era la razón por la cual nadie quería estar conmigo, pensaban en que no me importaba nada en absoluto, pero ellos se equivocaban, aunque nunca me dieron la oportunidad de probarles lo contrario. Pero hoy eso cambió, cuando tres palabras salieron de tus labios, solamente bastaron tres palabras para romperme por completo, sacándome de ese pozo sin fin hacia una luz aterradora.
"Me gusta alguien" , me dijiste nerviosamente.
¿Quién ha sido esa persona que logró llegar hasta ese corazón tan puro? ¿Por qué esa persona pudo y yo no? Contéstame, te lo ruego.
Y así fue, de manera inesperada rompí en llanto. Las lágrimas se derramaban sin control alguno sobre mi rostro, cayendo desde mi barbilla hasta salpicar mis manos. Me temblaba el cuerpo al igual que un niño pequeño asustado de la oscuridad. Busqué que la luz de la luna me calmara, cualquier cosa que podría salvarme de esta angustia. Si te apartaban de mi, juraba que moriría.