❧¡Siguiente!

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Narra Josiah:

Luzco delgado y con unas ojeras poco notables, pero están ahí. Llevo ropa casual para no ser tan formal en mi audición. Cierro la puerta de mi cuarto y corro hacia el auto, donde me espera Carl. Reviso por última vez que todo esté en orden y me adentro en el asiento de atrás.

No hemos dicho nada sobre la audición a nuestros padres, hasta que por lo menos intente pasar esta primera. Siento algo de remordimiento, nunca he sido de esconder cosas y menos a mi mamá, que pasa más metida en esa oficina, a diferencia de papá que puede refrescar un poco su mente en cada viaje de negocios que le encargan. El sacrificio que hacen para que podamos tener una buena vida, pero quiero demostrarles que puedo conseguir algo, sin la necesidad de gastar más dinero, y que me voy a esforzar.

Pasamos por la casa de Julie. Son las siete de la mañana y tenemos una hora para llegar. Admiro a una somnolienta Julissa junto a Blaire, esperándonos en la parada de buses. Saludo a Blaire y ella ocupa el puesto de copiloto. 

Julissa se acomoda junto a mi, atrás. Su cabello va suelto y su rostro un poco pálido. Aún no contemplo sus ojos, porque los ha cerrado. Acaricio su cabellera y la dejo descansar, total, va a ser un viaje algo largo.

Carl maneja al tope y conversa animadamente con Blaire, mientras yo reproduzco un par de veces Halo y tarareo. Menos mal mi memoria es buena y ya me sé la canción. No pienso en el futuro, y me concentro en el paisaje que me brinda la ventana. 

Todos estos días no he podido dormir bien debido a la ansiedad. Me siento cansado pero trato de que no se note, suficiente tengo con la preocupación de este día. Tocar el piano y cantar junto a Julie ha sido una experiencia formidable, que espero jamás olvidar, para contar a mis retoños cuando ya no pueda caminar y esté sentado en una mecedora, disfrutando de todo lo que he vivido.

Faltan diez minutos para llegar y Julie se levanta algo alarmada. Blaire y Carl hacen oídos sordos a lo que vamos a hablar.

- ¿Ya llegamos? - retira el cabello de su rostro y por fin puedo observar esos ojos dormilones.

- Falta poco, puedes seguir durmiendo - ríe suavemente y se acomoda en mi pecho.

- ¿Estás nervioso? - su pregunta es obvia. Mi corazón late rápido, pero no es por la audición, sino porque ella está apegada a mi.

- Un poquito - sus brazos se envuelven en mi torso. Levanta la mirada y pestañea varias veces de una manera rápida.

- Podría jurar que acabas de coquetearme - acaricio la punta de su nariz.

- Tal vez, no lo sé, ¿quién sabrá? - me da un beso algo meloso en mi mejilla. Es tan dulce, no me canso de ella.

- ¿Ya estás lista para empezar tu carrera, mi pequeña bailarina? - lo piensa un poco, para luego bostezar.

- Me gustaría quedarme durmiendo en mi plácida cama, pero se puede decir que si - río y esta vez yo le regalo un beso en su frente.

- Te hubieras quedado descansando - eso definitivamente hubiera sido mejor. Todavía no recupera fuerzas del ensayo de ayer, que nos quedamos hasta tarde hablando por Skype, arreglando los últimos fallos de la canción.

- No voy a perderme este momento, lo quiero compartir contigo justo como tú lo hiciste antes - su tono de voz es decidido. Antes de poder responder cursilerías, Carl estaciona y bajamos del auto. 

El par se adelanta, quedándonos con un poco de privacidad. Me observa con una sonrisa de lado. Se da cuenta de mis ojeras y que luzco algo fuera de lugar. Su tacto busca remediar, algo que solo es posible que en mi interior pase.

Efímero. [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora