¿Destino? No lo sé.

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Narra Julissa:

No puedo creer que haya hablado con aquel chico, digo, con Josiah. Peor aún que estuviera en mi mismo colegio y no lo haya visto. 

Tengo clavada la mega duda y no sé como hacer para volver a verlo.

¡IDEA! Obviamente no voy a llamar a Faith, porque significaría ser molestada de por vida. 

Entré brevemente a Facebook y busqué su nombre en el perfil de Faith. Estaba segurísima que lo iba a encontrar.

¡VAYA! Habían como 5 Josiah y ni idea cómo Faith anda aceptando a cualquier persona en fb que tenga un nombre.

Entré al perfil de cada uno, y suspiré porque no era ninguno de ellos.

¿Será que lo volveré a ver y podré al fin decirle algo coherente?

No pienses en eso, tonta. 

Abrí mis ojos de golpe al sorprenderme pensando en él, porque nunca había dado importancia a un chico.

- ¡AGGGGGGGGGGGGGGGGGGGH! - grité y me tiré a mi cama, intentando cobrar compostura. 

¿Qué carajos me pasa?

Narra Josiah:

Me encuentro tirado en mi cama, completamente confuso.

Maldita sea esta mente tan revoltosa que tengo. NO ENTIENDO CÓMO CARAJOS SE LAS ARREGLA PARA RECORDARME A JULISSA.

Bufé exasperado al no poder pensar en otra cosa, y me levanté de un solo salto para dirigirme a la ducha, después de todo era un día en el cual no tenía para nada planeado salir de mi cueva. 

Abrí la llave de la ducha y me metí rápidamente. Ya daba igual si estaba más fría que caliente, necesitaba concentrarme en lo que iba a ser mi futuro.

¿A quién iba a mentir? Estaba tarareando una canción cualquiera mientras enjabonaba mi cuerpo e imaginaba una y otra vez lo bonito que sería verla de nuevo.

Terminé y me puse ropa fresca, hoy era un día un poco caluroso. Miré el reloj y apenas eran las nueve de la mañana. ¡Vaya que ha pasado muy lento el tiempo!

Alisto mi desayuno que consiste en los típicos huevos revueltos con pan y tocino, acompañados por un jugo de naranja. Como lo más rápido que puedo para poder entrar en la computadora y escribir un poco, a ver si así despejo todo lo que tengo en la cabeza.

Apenas me siento escucho la terrible voz de mi hermano, anunciando que le duele mucho la cabeza y que necesita de urgencia un café con dos aspirinas.

Me levanto con un humor de a perros a buscar lo que anda necesitando para que él me deje en paz y se pueda morir solo en su cuarto. Busco en el botiquín las benditas pastillas y a continuación pongo en una taza el café pasado con casi nada de agua.

- No entiendo cómo es que no aprendes la lección - murmuro poniendo las cosas en la mesa para después arrastrar una silla del comedor.

- Ay hermanito, tú siempre me salvas, es que no lo puedo evitar - responde mientras da un sorbo largo al café y a continuación tira las dos pastillas a su boca. Su mueca lo dice todo.

- ¿Evitar qué? ¿Que se repita esto por lo menos una vez a la semana? No entiendo como haces para estar al día en tus estudios y a la vez en la farra - le doy una mala mirada y él solo mira la taza, perdido entre sus pensamientos.

- Está bien, no me regañes, voy a tratar de salir una vez al mes - estira sus brazos para luego bostezar. 

- ¿Y si no, qué harás a cambio? - bufé con su promesa. Vamos, es Carl, mi hermano mayor, el que tiene más vida social que yo.

Efímero. [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora