Capítulo 6

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El ruido nos rodea, pero también el silencio. Ambos fluyen a nuestro alrededor, alternándose en intensidad y duración. Dos elementos que se combinan para estimular nuestros sentidos y conducirnos a un estado placentero y armónico en el que el tiempo parece no avanzar, o que por el contrario, se alían en un ritmo caótico y perturbador que nos arrastra y envuelve de una forma que no podemos comprender, pero que queremos que cese.



-¡OOOOOOHAAAA, OOOOOOHAAAAA, OOOOHAAA!- Salva apretó el botón que tenía un asterisco e inmediatamente el sonido de la alarma cambió- ¡PIIIIII-PIIIIT-PIIII! ¡PIIIIII-PIIIIT-PIIII!.


-Los que viven arriba tienen que ser unos santos.-Marta había entrado en la pequeña oficina y señalaba al techo mientras sacudía la cabeza- o eso, o en este momento nos están poniendo verdes.

-Lo segundo. ¿a ti no te pitan los oídos?

-¡FLUIIÚ, FLUIIÚ, FLUIIÚ!

-Espera que lo apago-Tecleó suavemente sobre los números del pequeño panel que descansaba en sus rodillas.-Se acabó la fiesta.

-Vale, pero recoges tú, que yo tengo que acercarme a llevarle la compra y La monda a Angelita.

-¿Cómo está?

-Se ha vuelto una adicta a la TDT. ¿y a ti como te va el día?-Le besó ligeramente en la frente- ¿has hecho nuevos amigos?

-No, y los que tenía me roban el bocadillo.

-¿Qué ha pasado?

-Me han llamado del Banco ¿te acuerdas de la última instalación, la cara? Me han devuelto el pagaré. Llevo todo el día marcando el teléfono del tipo este y no me lo coge.-Salva cogió el inalámbrico de la base y empezó a pulsar.

-Bueno, no te preocupes.

-Eso tiene gracia.-Le acercó el teléfono a Marta- Lo mismo me dice su móvil

Mondando manzanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora