Capítulo 5

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Se deslizaba suspendida en el aire, girando alocadamente como una piedra en una honda, esperando a ser lanzada. A veces parecía dudar, y escapaba a su invisible atadura, para descender libremente en bucles imaginarios y retornar, casi con angustia, a su primer destino.


El alocado baile, que ejecutaba una y otra vez, sólo se detenía cuando la necesidad de descansar era más imperiosa que la atrayente ingravidez.

"Podría decidirse por cualquier sitio"-pensó Angelita, visiblemente incómoda.

"pero tenía que pararse justo ahí"- Se agarró la rodilla y la balanceó suavemente. La mosca huyó de entre sus dedos, permitiendo que, durante un instante, no sintiera ese terrible picor en el borde del pie.



-Ya estoy aquí-Marta avanzaba por el pasillo hacia ella.-Salva ha ido a ver si le prestaban una silla de ruedas para poder acercarte al coche.

-¿me has traído La monda ?

-Si toma.- la observó de arriba abajo-¿qué te ha pasado? Cuando me bajé del Metro tú continuabas de una pieza.

-No recuerdo nada de nada. Sólo que, al llegar a mi parada, se abrieron las puertas y yo di un pequeño salto hacia delante con la intención de salir.-Se tocó la mejilla-Me he despertado con un gran dolor en este lado de la cara y con el brazo y el pie escayolados.

-Si, lo tienes muy hinchado....Déjame ver...-Marta empezó a rebuscar en los bolsillos del abrigo de Angelita.-Pues no, aquí no está.

-¿qué haces?

-Te subiste a ese cacharro para que te llevara rápidamente a otro sitio ¿cierto?

-Si.

-Y ahora tienes el brazo y la pierna así ¿no?

-Pues si...pero no entiend...

-Pues en alguna parte tiene que haber una figurita de escayola ¡con un pie y un brazo de carne y hueso!

Mondando manzanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora