Él era amigo de su hermano, siempre estuvo dando vueltas por su casa mientras Jimin lo observaba desde su habitación por el pequeño espacio que le impedía a la puerta cerrarse del todo.
La primera vez que lo vio fue una tarde de fin de semana.
Amaba los domingos porque podía estar en piyama todo el día, por eso no se molestó en arreglarse para bajar a la cocina por comida.
Su hermano bebía unos refrescos junto a un desconocido, preferió ignorarlos y fijar su mirada en el refrigerador hasta llegar a él.
─ Jimin. ─ quería mucho a su hermano menor pero sus intentos por hacerlo socializar siempre lo sacaban de quicio. No giró, solo contestó con un sonido haciéndole saber que lo escuchaba. ─ Hey, mírame.
Lo primero con lo que se topó al girar fue con su mirada.
─ Mamá dice que no olvides que debes lavar su auto, se lo prometiste la semana pasada. ─ el castaño asintió y se apresuró en elegir algo para acabar con el fastidio en su estómago, no tenía interés alguno en conocer a las amistades de su hermano.
Cuando pensó que se había librado de tan vergonzosa situación, se le cayó una manzana de la pila de comida que había formado en sus brazos.
Él la recogió, la colocó en la cima de esta y sonrió.
─ Soy Jungkook, hola.
