Capítulo 33

15.6K 1.4K 50
                                    

- Pañales, necesitamos pañales. – Allison rebuscaba en la bolsa donde guardaba las cosas de su niña y lo hacía alborotando todo y dejando las cosas por la cama, ella que era muy ordenada parecía ser la imagen viva del caos, tan nerviosa estaba. – Con las prisas, solo eché algunos.

- Daré la orden a Will de que vaya a comprarlos, y después una de nosotras bajará por ellos o pediremos que alguien del personal de seguridad lo haga ó quizás sea mejor que vayas tú por ellos una vez que los hayan comprado, un pequeño paseo a la recepción, no te hará mal para calmar aunque sea mínimamente tus nervios.

- Yo debería calmarte a ti Silvia y mírame.

- Todos estamos igual cariño, todos.

++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

Dejó de oír ruidos en la casa, ni un solo disparo, nada. La puerta nuevamente se había cerrado nadamas salir ella.

- ¡Stefano! – Gritó con todas sus fuerzas. El rugido del mar ahogó su llamado. Sin poder esperar más corrió hacia la puerta e intentó abrirla, la maldita se había averiado dejando imposible abrirla, imposible para ella que casi no tenía fuerzas. La aporreó, pateó y siguió gritando el nombre del hombre que amaba. - ¡Porque tardan tanto en llegar! – Volteó a ver hacia donde había visto las sombras avanzar y estas estaban más cerca, el helicóptero seguía sin poder aterrizar y ella siguió en sus intentos frenéticos por entrar. Otro disparo se escuchó justo cuando la tormenta hacía una breve pausa. Jaquie volvió a aporrear la puerta y a llamarle. Rendida se deslizó por la puerta llorando. Como si todo se hubiera puesto de acuerdo, los rayos empezaron a oírse cada vez más lejos y el mar pareció dar una pequeña tregua a su furia. La fuerte lluvia cambió por una llovizna y ella cerró los puños, impotente sobre la arena. Ahí se quedó sin saber a ciencia cierta cuanto tiempo había pasado. Sintió que unas manos la levantaban con firmeza de la arena.

- ¿Jaquie? ¿estás bien? ¿Dónde está Stefano? – Esa voz familiar la sacó de su trance.

- ¡Máximo! Gracias al cielo, está allí con el hombre que me secuestró – Dijo señalando la casa. - No ha salido... oí disparos, no sé que pasó... No lo sé... no puedo entrar. – Le dijo entre sollozos. – Él hizo que saliera.

- Por supuesto que lo hizo. Quédate aquí. – La apartó y embistió la puerta que se resquebrajó pero no se abrió. Las demás sombras que había visto ella, se materializaron, reconoció al Jefe de seguridad de su esposo quien avanzó hacia ella y le hizo las mismas preguntas que Máximo, no pudo responder, solo señaló la puerta rogando que la abrieran. Enseguida entre todos derribaron la puerta. Como nunca antes ella había odiado el silencio. Intentó entrar primero pero se lo impidió Máximo.

- Espera aquí por favor. No sabemos si es seguro –Le pidió.

- Por favor...

- No. – fue la tajante respuesta que le dio, la sujetaron puesto que seguía empecinada en entrar y vio a Máximo entrar con otros dos. Seguía sin oír nada a excepción de su corazón que parecía querer salírsele por la garganta.

- ¡Que rayos! – Oyó maldecir a Max y sin esperar más se deshizo del agarre del que la sostenía, lo hizo a un lado y entró corriendo. Vio a Stefano en el piso boca abajo y un reguero de sangre saliendo debajo de él, gritó y luego se desmayó...

++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

- Muéstrame tu identificación. – Un rubio de casi dos metros y con cuerpo del tamaño de un clóset lo detuvo en la entrada del edificio. Le mostró lo que le pedía.

Un Amor para recordar (Saga Amores Inolvidables 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora