Capítulo 18

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¿Paciencia? ¿Ella le estaba pidiendo paciencia? Lo que tenía que hacer era echársela al hombro y desaparecer con ella en algún lugar lejano lejos de todos y todo. Marcarla como suya hasta que ella gritara su nombre, hasta que le rogara la poseyera y no existiera nada ni nadie más en esa exasperante cabecita. Pero todo a su tiempo, dentro de poco ella ya no tendría más escapatoria y se le acabarían las excusas. Era realmente frustrante, exasperante y sobre todo digno de su cólera el que ella adoptara esa actitud, pero no tenía que sorprenderle. Ella no se rendiría sin dar batalla y sabía que al estar casados sería una lucha constante, la perspectiva le excitaba y le fastidiaba al mismo tiempo porque quería que ella dejara de hacerlo, que se rindiera a él sin tantas protestas y artimañas para hacerlo enfadar. En unos días tendría todo el tiempo del mundo para alejar de su mente todo lo que ella ponía conscientemente como barrera entre ambos y sería delicioso y placentero lograrlo. Aunque por primera vez se sentía con lo más parecido a la tensión y por una mujer, cosa que jamás le había pasado. Pero con ella todo era posible, todo era impredecible, ciertamente no se aburriría. Así que quería paciencia, ésta ya se le había agotado pero sacaría de donde ya no había un poco más.

Quiso zarandearla en cuanto ella dijo que la necesitaba para acostumbrarse ¡Dios! A la idea de casarse con él. Lo peor es que ella sabía que había muchas interesadas en ocupar su sitio y él sabía que eso a ella le venía dando exactamente igual. Era hora de echar mano del control, cada vez le estaba resultando más difícil.

- Así que la Señorita pide paciencia.

- Por favor – Dijo ella suavemente y eso lo apaciguó un poco.

- Está bien. – Concedió y apretó la mandíbula al ver como ella se relajaba un poco ¿Acaso casarse con él era tan difícil? – Sólo dime una cosa.

- ¿Sí?

- ¿Estás embarazada? – Soltó sin más y la observó con el claro objetivo de no perderse ni un solo detalle de su reacción y observó todas: Sorpresa, incredulidad, ira, después el desconcierto y por último la duda. Aquella última reacción le hizo latir más rápido el corazón. - ¿Lo estás? – Insistió y ella lo fulminó con la mirada, mucho más recuperada.

- Eso a ti no te inte... - Empezó ella.

- ¡Oh por todos los cielos! ¿Vas a decir que no tengo nada que ver con ello? Es de lo más tonto que lo hagas ¿No crees? – Ella volvió a lanzarle una mirada llena de resentimiento. – Hicimos el amor sin protección, muchas veces...

- Sí. sería algo tonto decir que no tienes nada que ver. – Concedió para sorpresa de él. – En cuanto a lo de la protección también fue mi culpa...

- ¿Entonces...? – Presionó. Jamás se había descuidado a los extremos con los que había llegado con ella, nunca le había pasado, todo el tiempo había usado protección. Siempre había tenido presente los recuerdos de esos momentos de pasión, pero fue hasta después de enterarse de que era padre y hasta que tuvo que empezar a idear estrategias arriesgadas para quedarse con madre e hija es que se le vino a la mente esa posibilidad, al momento de pensarlo se quedó sorprendido de no haber reparado en ello antes. Era más que probable que ella estuviera esperando un hijo de él y la idea le pareció excelente pues así no podría librarse de él tan fácilmente. Pero casi inmediatamente las cosas se arreglaron a su favor y teniendo todo de su parte decidió esperar para averiguar si ella estaba o no embarazada. Aunque claro, no se detenía mucho a pensar como es que eso podía resultar favorable tomando en cuenta que él detestaba las ataduras y dos pequeños podían serlo, pero la idea resultaba bastante agradable sobre todo con esa madre incluida en el paquete. Así que esperó ansioso la respuesta.

Un Amor para recordar (Saga Amores Inolvidables 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora