|14| CHICA VEGA.

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Las aspas del ventilador giraban de forma rápida impactando el aire en mi rostro de forma bruta y provocando que mis ojos solo lograran ver una. Mi juego favorito.

Giré mi cuerpo por décima vez sobre la cama. Había despertado hace ya más de una hora y no había la mínima señal que me asegurara de que Caleb estaba vivo, a excepción de nuestro alianza que nos conectaba hasta en la muerte, si él moría yo lo hacía.

-Bah- susurré poniéndome de pié, caminé hasta donde estaba mi ropa y comencé a buscar entre ella algo lindo que utilizar para las Vegas.

Tomando en cuenta que fue el vampiro quien la hizo no tenía muy mal gusto y por supuesto que planeaba salir con la cantidad de vestidos que había arrojado- sin preocuparse en doblarlos y evitar que las arrugas lo arruinaran- dentro de la maleta. Miré el vestido negro que colgaba de mi mano y tomé un par de zapatos antes de ir al baño. Me metí y solté el agua dejando que hiciera un largo recorrido por mi cuerpo cubriendome de una sensación de frescura.

¡Vamos! Me encontraba en las Vegas. No iba a quedarme como una mojigata esperando a que decidiera aparecerse. Llevaba más de cinco horas en quien sabe donde y yo allí encerrada, tentada por las miles de luces que entraban por mi ventana.

Cogí el bolso con una fina cadena como sujetador y me lo coloqué antes de salir por la misma puerta que Caleb rompió, la misma por la cual tuvo la consideración de reparar antes de irse, caminé hasta el ascensor tompandome con una señora de unos cuarenta que me observaba con detenimiento y presioné el botón de planta baja antes de arrancar un folleto de las paredes.

Quizá haga una parada.

-Lindos zapatos- murmuró la señora agitando su pelo.

-Gracias.

-¿Es tu primera vez aquí?- preguntó y asentí. Una sonrisa se extendió en sus labios y de sus bolsillos sacó un lapiz labial antes de extenderlo en mi dirección al momento en que las puertas se abrían- lo suponía, pareces una niña que esta perdida. Si quieres estar en un lugar como las Vegas debes ser una chica Vega. Así nunca lograrás cazar un hombre multimillonario.

-No vengo a cazar... Supongo- dije algo confundida pero de igual manera saqué mi movil para ver mi reflejo y aplicar la pintura. Me costó un poco y más de una vez debí pasar un dedo sobre la comisura de los mismos para borrar los rastros de más, pero finalmente logré lo deseado.

-Muchos vienen a este lugar para cazar- murmuró desapareciendo antes de que pudiera darle las gracias. Fruncí mi ceño en dirección a la salida viendo las puertas como a un nuevo mundo.

Si de día aquel lugar era fantástico, de noche lo era aún más. Mis ojos se iluminaron de todos colores y solté una exclamación de asombro antes de comenzar a caminar por las calles, personas entrando y saliendo a toda prisa. Algunos con cara de satisfacción y otros con el rostro que exclamaba a los cuatro vientos "¡Me he quedado pobre!". Por supuesto que no faltaban las parejas de ebrios recién casados que se llevarían una gran sorpresa al despertar por la mañana y darse cuenta de que ya no eran solteros, al menos en aquel mundo.

Tiré el folleto al suelo sabiendo que no me iba a ser útil, puesto que no conocía ninguna de aquellas direcciones, y continúe con mi caminata por el espectáculo de la ciudad admirando cada rincón por mi misma. No tenía dinero por que de haber sido el caso contrario habría arriesgado aunque fuera veinte en un juego, cosa que me haría ver patética pero era lo menos importante puesto que en dos días ya no estaría allí. Mi vista localizó a "Casino Gold" y entré con la sola intención de observar a la gente perder dinero de a montónes.

El lugar estaba repleto, esquina a esquina se encontraba llena por jugadores, estafadores, empleados, mirones y hasta caza recompensas. Todos haciendo su perspectivo trabajo. Un hombro empujó el mío con fuerza contra la máquina más cercana y observé furiosa como la chica corría desesperada detrás de un hombre que vestía todo de gris y aparentaba unos setenta mal gastados años, este giró furioso y le susurró algo de manera amenazadora antes de perderla entre la multitud donde se dispuso a llorar sin consuelo.

VALENCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora