|32| SOCK

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Narra Ryan:

-¿Terminaste?

-Todo está listo- dijo Eleonor apagando las velas con un solo movimiento de manos. Sus cejas se fruncieron en mi dirección pareciendo algo desconcertada- ¿No lo irás a ver?

-¿Qué?

-A Caleb...- sus labios apenas se movieron pero eso no impidió que la escuchara. Después de todo ser vampiro te otorgaba algunos privilegios.

-Lo haré cuando todo haya terminado, tal como tu y yo lo planeamos.

-¿Tengo que recordar que fui raptada por tus hombres y obligada a hacer esto? Porque creí que lo tenías muy en claro. Esta fue tu idea no la mía, no nos relaciones y creo que deberías ir...- dijo algo furiosa- después de todo es tu hermano y no puedes evitarlo. Sabes que existe una gran posiblidad de que no vuelva y teniendo en cuenta- sus ojos se dirigen a su reloj en la muñeca y no pude evitar tragar saliva cuando observé unas marcas cruzar de ellas. Miré sus ojos concentrados en traducir las manecillas antes de alzar la mirada y concentrarse en mí- él ya no está aquí. Y esa chica, Stella debe estar mal y tienes que cuidar que no haga una locura. Esa fue la única petición de tu hermano.

No pude evitar sentir mi estómago retorcerse cuando la "palabra" hermano salió de sus labios. Habían pasado años de la última vez que estuvimos juntos y cuándo por fin logré encontrarlo ya estaba en problemas.

Era difícil llevar una relación puesto que soy un oura sangre y existen leyes que por más absurdas que sean deben ser cumplidas. Y mi deber era entregarlo o hacerlo desaparecer de este mundo. De igual forma, en ambos tendría el mismo destino.

Y verlo tan... Enamorado solo me hizo enfurecer aún más. Desde Kat él nunca volvió a ver una mujer de aquella manera y estoy seguro que ni a ella la miraba como a Stella, podía trasmitir dolor, culpa, amor, desesperación y orgullo con solo mirarla. Los celos eran evidentes cada vez que la tocaba. Y había sido un completo idiota al besar su chica pero es que ella tenía, tiene, ese pequeño algo que es imposible ignorar. Lo ama a pesar de todo. Lo ama aún sabiendo lo que es, hizo e incluso después de sus mentiras y solo le bastó unos pocos meses para lograrlo.

Nunca nadie me amó de sa forma.

Cuándo eramos niños con Caleb luchabamos para sobrevivir, eramos tan unidos que hasta en ocaciones lograbamos ser sólo uno. No era Ryan y Caleb. Eran los hermanos Valence. Los gemelos. Pero por desgracia la vida a veces te obliga a separarte de tu otra mitad.

Me levanté de la silla saliendo de aquella habitación bajo la estricta mirada de Eleonor. Para ser hija de Virsall, la que casi nunca hablaba, en ocasiones tenía su propio carácter.

Es la hora, me dije a mi mismo tomando el picaporte. Suspiré. No sabía con que escena me encontraría pero de todas formas algo en mi me advertía que no sería nada bueno.

La abrí.

Ellos estaban allí. Sobre la cama. Caleb tenía los brazos alrededor de Stella mientras que ella sostenía sus mejillas, tenían las piernas entrelazadas y ninguno se movía.

Tragué saliva sitniendo el famoso nudo crecer en mi garganta al descubrir las sabanas manchadas de sangre y a medida que me acercaba todo se tornaba mas difícil. Estaba tan pálido, su piel estaba incluso mucho más blanca que la de un albino. No respiraba. No parpareaba.

Mi hermano estaba muerto y quise llorar. Gritar y patalear, volver el tiempo atrás a cuando eramos niños. Luchar por comida era mucho menos doloroso que luchar con las ganas de romper todo a mi alrededor.

Mis ojos se desviaron directamente a ella. Tenía los ojos cerrados pero eso no impedía ver las lágrimas en ellos, adheridas a sus pestañas como grandes gotas de aguas y sus mejillas sonrojadas sostenía a mi hermano cómo si fuera lo único a lo que pudiera aferrarse en todo el mundo. Ella tampoco se movía y eso también me asustó.

Aclaré mi garganta.

-Oye, tú.

Nada.

-Stella...- volví a llamarla sin recibir respuestas.

"-Sólo te pido que la cuides... No es buena tomando decisiones en cuánto a malos momentos se trata." fue la única petición de Caleb. Cuidarla.

Estiré mi brazo rozando el de Caleb ppr accidente, lo que provocó que un escalofrío recorriera mi cuerpo y ella abriera los ojos automáticamente. No me miró pero desde mi posición pude ver directo a sus ojos, estaban vacios. No había miedo, dolor, culpa, no existía nada. Eso hasta que pestañó y las lágrimas comenzaron a caer junto a un sinfín de emociones.

La sangre había manchado su vestido.

-Tienes que irte- dije. Necesitaba con urgencia estar a solas con Caleb, ella ya había tenido suficiente- las cosas ya acabaron y no tienes nada que hacer aquí.

Tomé el hombro de Caleb con intención de moverlo pero su mano me detuvo. Presionó con fuerza mi muñeca al mismo tiempo que un quejido amortiguado escapaba de su garganta. Estaba destrozada.

En aquellos momento me habría encantado decirle que existía una posibilidad de que él volviera. Pero eso no era del todo seguro y una ilusión rota era lo último que necesitaba.

VALENCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora