|35| Sí Caleb...

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Sentir los brazos de mi amiga rodear mi cuerpo me hizo sentir mucho mejor de lo planeado. Lizzy dejó escapar un suspiro mientras acariciaba mi cabello, no preguntó nada y se lo agradecí. También agradecí el hecho de no haber llorado.

Una parte de mi decía que no era necesario. Que ya había gastado demasiadas lágrimas.

Me separé de ella al momento en que la puerta de la cocina se abría y un Scott entraba sorprendido por verme con una caja de yogur en manos. Ninguno dijo nada y pude suponer a que se debía tanto silencio, después de todo mi primera impresión al enterarme de que salían no fue tan buena, y recordar aquello me hizo sentir tonta por haber utilizado a Caleb. Me golpee mentalmente por pensar en aquello, se suponía que no lo haría pero si seguía comparando cada situación de mi vida con anteriores nunca lo lograré.

Sonreí intentando alivianar el ambiente.

-¿Noche de pizza?- pregunté y Scott sonrío acercándose para darme un abrazo con cuidado de no voltear el yogur. Sentí la puerta cerrarse detrás de mi.

-Estabamos esperando a que regresaras- dijo dejándome libre. Desvíe la mirada hacía Lizzy y supuse que estaba encargando la comida, tal como me gusta, pidió con mucho queso y salsa.

La comida no demoró en llegar. Extendimos una manta sobre el suelo y nos sentamos a comer mientras mirábamos The move en la tele, la noche ya había caido y estaba segura de que si hubiese llevado mi celular, esté habría estado sonando continuamente por las llamadas y mensajes de mamá. Pero había dicho que no, no me permitiría estresarme por el simple hecho de sentir que las cosas marchaban un poco mejor y no quería arruinarlo.

Mis ojos cayeron por casualidad sobre la mano de Lizzy que se deslizaba por sobre la de Scott y llegué a sentirme un muy estorboso y mal tercio. Aún no dejaba de sorpenderme. Si el hecho de que Scott y yo salieramos luego de años siendo amigos era raro, el que ellos salgan después de años siendo amigos y de que nosotros hubiéramos salido era mucho más raro.

Scott estaba tan concentrando en la película que parecía no percatarse de su alrededor. Su frente arrugada y la posición en la que estaba, con la espalda apoyada en el sillón y ambos pies cruzados como indio lo hacían ver tan normal. Era difícil creer que era un vampiro y más aún un pura sangre. No podía dejar de preguntarme ¿Había el logrado cumplir con el dichoso rito o se trataba de descendencia?

Sus ojos se encontraron con los míos y sonrío con diversión. Sabía que el podía sentir mi mirada sobre él pero era algo de lo que me olvidé durante largos segundos.

-¿Desde cuándo sabes que eres un vampiro?- pregunté y Lizzy se removió dándome una mirada antes de apartar su mano y tomar otro trozo de pizza.

-Desde que cumplí los trece.

-¿Y siempre has sido un pura sangre?¿Cuántos años tienes realmente?¿Eres tan viejo cómo... Emh, los demás?

-Sí. Los mismos que tú has contados toda tú vida. Y no.

-Entonces en eso no has mentido.

-Nunca les mentí. Sólo no les dije la verdad.

-Que gracioso- opinó Lizzy lamiendo su dedo para quitar el queso. Scott la observó relamiendo sus labios y en ese momento deseé hacerme invisible.

La próxima vez que quiera hacer una visita tendré que consultar antes.

Conocía esa mirada, era la mirada de "Oh, me encantas y no puedo esperar a que estemos solos". Era la mirada que me daba en cada cena antes de terminar en la habitación de alguno de los dos. No estaba celosa, sólo era aquella sensación de extrañar los viejos momentos en los que mis problemas eran mucho menores. Y la incomodidad, claro.

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