—¿Y?
—No lo hice; había demasiada gente y...
—Pretextos.
—No son...
—Puros pretextos. —Con que me vuelva a interrumpir...
—Necesitaba que no hubiera tanta gente. Además, con la reciente muerte de esos puercos, ¿crees que prestarían atención a algo tan insignificante como una explosión en un Banco?
—Te di una simple orden, y no la cumpliste. —Su calmado semblante me decía que estaba a nada de perder los estribos. —¿Qué hago? Dime.
—Querías llamar la atención y ese no era el momento. Punto. —Al viejo se le ha vuelto costumbre rascarse la cabeza con la pistola cada vez que cometo un error.
Al principio creí que era una especie de amenaza. Me di cuenta, con el tiempo, que sólo eran gajes del oficio: simplemente estaba preparado para la primera de cambio en cualquiera de sus planes.
—Entonces, ¿qué propone, señor sabelotodo?
—Esperar...
—¡¿Esperar a qué?! ¡¿A que esos idiotas empiecen con su Reclutamiento?!
—Bien sabes que...
—¡No, Saeran, tú eres el que no sabe nada..! Agh... —Pasaba sus envejecidas manos por toda su cara en un ademán de desesperación.
—Debiste haber buscado la manera de irte con tu hermano. —Susurró retirando las manos de su rostro.— ¡Mira qué bien le ha tratado la vida! Mientras que a nosotros...—en un intento de arrojar su pistola a la desvencijada mesa a su costado, ésta soltó un disparo y cayó en el suelo.
Por suerte, tenía la maña de sólo colocar una bala en la pistola. De no ser así, habría estado disparándose como loca y hubiese sido un problema dado el lugar que usábamos como cuartel.—Mi lugar está aquí, contigo, Padre, —devolviéndole la atención, solté lo único que se me vino a la mente que podría tranquilizarlo. —Y ese imbécil no es mi hermano. Es nuestro enemigo.
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El sol bañaba en amarillo y naranja la mesa delante de mí.
Mis dedos comenzaron a tamborilear una vieja canción para no perder el hilo de la cordura; moría de hambre y mi madre estaba a mitad de la preparación de la cena.Habíamos aprovechado el buen clima de la tarde para ir de compras con el dinero que le dieron del Banco. No tenía ni la menor idea de cómo se las había arreglado para convencer al cajero de que le prestaran tanto.
Desde que Papá nos dejó, mi madre se ha dedicado en cuerpo y alma a trabajar por que yo pueda tener una vida digna. Lamentablemente, mi corta edad no me permite trabajar y hago lo posible por no defraudarla en mis estudios, pero eso no la ayuda económicamente y mi impaciencia crece a medida que los días pasan y a ella le reducen el sueldo por cualquier estupidez.
—Tal parece que estuvimos de suerte. —La voz cantarina de mi madre me hace detenerme justo cuando estoy a punto de interpretar el coro de la canción.
Toda mi atención está en sus ágiles manos y la forma en la que corta los vegetales sin siquiera mirar de reojo a la tabla de picar.—La Española me comentó del escándalo que se armó cuando estábamos en el Banco. —Esa vieja bruja y su afán por meterse en donde no la llaman; bien haría en hacer sólo su trabajo. —Al parecer Marvic está desahuciado.
—¿Marvic? ¿El hijo de la vecina de al lado?
—Él mismo; ya está en edad. —El aire a mi alrededor se volvió denso; se me estaba haciendo difícil respirar y mi madre no tardó en reparar en ello. —Calma, MC, a ti te falta un año y a como están las cosas dudo que siquiera vayas a participar. —Sabía que lo decía para calmarme pero aún así funcionó y pude relajarme. —Sería bueno que fueras buscando un buen muchacho... —Ante la mera mención de ese consejo repetitivo, rodé los ojos.
¿Otra vez con eso?
—No quiero que cometas los mismos errores que yo cuando tenía tu edad..
—Mamá...
—Ya sabes lo difícil que se está volviendo todo esto...
—Mamá...
—Y ni siquiera has podido..
—¡Mamá! —Era la primera vez que le había levantado la voz.
Mi madre me miró sorprendidamente y, para mi sorpresa, bajó la mirada.—Lo siento... —Se disculpó con un susurro; sentí una presión molesta en el pecho.
—Lo sé, es sólo que... —Dándome la espalda, vi perfectamente cómo con una mano se limpiaba una mejilla mientras que con la otra atraía un poco de agua directo del grifo para llevarla a la cazuela; en su camino, ésta comenzó a hervir.
Nunca dejó, ni dejará, de sorprenderme la de maravillas que puede lograr mi madre. A pesar de poseer una habilidad por default, ella siempre se las arregla para ingeniárselas con ésta y ahorrar lo más posible.
—¿Nada aún? —Preguntó con un hilillo de voz al borde de las lágrimas.
—No, mamá. Lo siento...
—Está bien, hija, no es tu culpa. Ojalá hicieran alguna Regla nueva para favorecer a las personas en tu condición...
—No es una condición, mamá. Se llama anormalidad y dudo que lo hagan. —Tendría que ser demasiado ingenua si creyera que los Príncipes no tuvieran cosas mejores que hacer que andar pensando en pueblerinos anormales.
—Pobre señora Black, La Española me dijo que estaba devastada. —Típico de mamá: cambiar de tema cuando empiezo a ponerme de pesimista.
—Mamá, ya no deberías andar frecuentando a esa vieja bruja. —Viendo que le estaba añadiendo los toques finales (sal y pimienta) a la cena, me levanté del diminuto comedor hacia nuestra improvisada lavavajillas y saqué los trastos necesarios para comer.
—No es una vieja bruja, MC. Sí, ya tiene sus años... y su trabajo está un poco sobrevalorado... pero nunca he sabido que desvaríe en sus predicciones...
—Sólo recuerda lo que te dijo sobre mí antes de que siquiera naciera y mírame; sólo me salva el hecho de ser joven.
—Yo aún no pierdo las esperanzas... —Dándose la vuelta, extendió sus manos para que le pasara los platos y los llenara a tope de comida. —Sé que eres y serás extraordinaria. —Concluyó devolviéndome los platos y me encaminé con ellos de vuelta a la mesa del comedor.
—Sólo espero que eso extraordinario incluya el poder controlar mi período menstrual...
—¡MC! —Mi madre se giró sobre sus talones y sonriéndome ampliamente, rió a carcajadas.
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Mystic Imperial: Ascending Battle [MM UTOPIC AU]
FanfictionEn este AU los personajes de Mystic Messenger forman parte de un mundo Utópico donde la humanidad se extinguió para dar paso a otra raza y el mundo se reformó para ser gobernado por la nobleza, integrada principalmente por la RFA. La vida pone a pru...