BATALLA 10

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El clima en Southesthern siempre ha sido cálido. Aún siendo invierno, podrías pasar las noches sin preocupaciones, eso es lo que más amo de la Región en la que vivo. No sólo el clima es cálido, también los Southestherns por su parte lo son: si estaba en sus posibilidades, siempre ayudaban al prójimo como podían de manera que no había mucho vandalismo, a diferencia de en otras Regiones; siempre lo adjudiqué a la jurisdicción de la Princesa Jaehee Kang, cuán equivocada estaba...

Nunca había visitado otras Regiones. Sabía, por mis clases de Geografía de Pangea, que los demás Reinos contaban con un clima muy distinto uno del otro. "El conocimiento siempre está del lado del pobre," comentaba siempre mi madre cada que le recitaba de memoria las lecciones del día. Mi madre. Mi madre está muerta. Es un hecho muy doloroso que se clava como agujas en cada milímetro de mi cuerpo, rasgando en descenso, haciendo múltiples líneas sangrantes de un escarlata muy oscuro; mi imaginación me está jugando sucio. No sé cuanto tiempo es que llevamos viajando, lo único de lo que me percato es del repentino cambio de clima. El horrible descenso. De lo cálido a lo terriblemente helado, y húmedo. No me gusta para nada, me provoca una gran desesperación, como si me faltara el aire, o más bien, como si me lo hubieran robado.

"Será muy diferente, el Reino al que te llevan," su mentolada mirada iba de la ventana a mis espaldas a mis ojos y viceversa, intentando no lucir sospechoso sino como alguien realizando el sucio trabajo de poner en paz a la asesina. "Lo odiarás y querrás salir corriendo de ahí tan pronto como pongas un pie en esas tierras, pero tienes que aguantar, por nosotros, por tu madre..."

El vehículo en el que viajamos se detiene abruptamente y de no ser por mis piernas apretujadas contra el asiento delantero, me habría ido de hocico contra éste; no habría sido un bonito saludo para quien estará recibiéndome pero nones que me importara. El Soldado Ámbar a mi lado abre la puerta de su lado y sale del vehículo, no sólo él, también el conductor y, por lo que veo —se siente una diferencia en el peso del vehículo ante la ausencia de los varios cuerpos— le sigue el copiloto, dejándome sola con el último Soldado a mi otro costado. El conjunto de Soldados Ámbar hacen un tumulto delante del vehículo impidiéndome ver con quién es que están hablando. No pasa mucho tiempo antes de que el Soldado a mi lado dé un pequeño salto en su asiento ante algo que me pasa desapercibido. Sacando un radio de uno de sus bolsillos, responde con un número, tal vez una clave.

—Vamos, señorita asesina, —me dice en un tono calmado animándome a moverme hacia la puerta que dejó libre el otro Soldado. Como puedo, muevo mi trasero hasta el borde del asiento y me empujo con los muslos para salir. El Soldado "amable" no tarda en unírseme, colocando una mano en mi espalda alta, me encamina hacia una fila de Soldados Ámbar, hasta más adelante de ésta.

—Los Príncipes Jumin Han y Jihyun Kim. —Aununcia mi escolta para después susurrar: —Haz una reverencia.

—¿Por qué he de reverenciarles cuando están a punto de mandarme a la horca?, ¿no me dejarán guardarme siquiera algo de orgullo? ¿Qué clase de personas son ustedes? —Lo primero que me dijo Unknown que no hiciera y lo primero que hago... Una risa masculina y muy amarga me hace estremecer.

—Definitivamente no unos asesinos, claro está... —El Príncipe Jumin Han responde a mi última pregunta en una aterciopelada voz, luciendo herido pero no menos imponente y... arrogante.

"¿Podrías al menos prepararme un poco para el encaramiento al que me estás mandando?" Le solicité con una voz desesperada, necesitada de algo a lo que pudiera aferrarme y asegurar de alguna forma el que no me maten de buenas a primeras sin siquiera haber pestañeado en su pomposa dirección. "El cerdo de Jumin Han," comenzó, con una mezcla entre desprecio y asco, en su voz. "Diría que tiene tanto dinero como arrogancia, aún así, por más mal que le caigas —a pesar de como luzcas— no olvidará sus modales. Pero tratándose de quien asesinó a su—gata, su trato hacia a ti me parece incierto. Sólo no abras tu bocota y guárdate tu orgullo, ya habrá tiempo para todas esas cosas."

—¿Seguro, su Alteza? —escupo la última palabra utilizando la misma cantidad de desprecio en mi voz como aquella vez lo habría hecho Unknown. —¿Qué hay de los jóvenes reclutas? ¿No morirán por su estúpida causa? —Una sombra pasa a través de los ojos del Príncipe y sé que di en un punto clave.

—Alguien que pueda poner en su lugar y/o sepa callar a Jumin, debería ser tratado con respeto. —Comentó con adulación el otro Príncipe, un hombre alto de hermosas facciones y un color de ojos y cabellos igual de bellísimos. "La belleza puede ser traicionera, MC, tu padre supo usar bien esa carta conmigo." Mi madre de nuevo. Éste Príncipe no me da mi tiempo y espacio para lamentarme de mi madre, acercándose cautelosamente como se acercaría a un animal el cual no sabe a ciencia cierta si le atacará o le lamerá la mano. Extendiendo su mano lentamente, va por mi mano. Cuando se da cuenta de que están —ambas— detrás de mi espalda, se detiene.

—Soldado, retírele las esposas. Es una orden. —Añade ante la mirada de precaución que le lanza mi escolta pero a regañadientes libera mis manos. El Príncipe Jumin Han nos mira con cierta curiosidad pero aún con un deje de duda cruzando por sus ojos, seguramente sopesando lo que le acabo de decir. El Príncipe Jihyun toma una de mis manos y besa el dorso de ésta. Me estremezco ante la sorpresa. —Oh, lo siento.

—Usted es un Príncipe muy raro, su Alteza. —Agrego antes de siquiera querer sonar descortés. Vamos, acaba de besar mi mano. De besarle la mano a una asesina. Una risa calmada y cálida me hace saltar de anticipación. El Príncipe tiene una risa muy bonita además. ¿Qué más será bonito en él? En cuanto me lo pregunto, me sacudo la pregunta en un intento de no perder el enfoque de todo esto.

—Fraternizas mucho con la asesina, V. —Otra voz aterciopelada, casi tan falsa como las buenas intenciones de estos dos juntos. Una figura esbelta no muy alta sale del umbral de la puerta a espaldas del Príncipe Jumin. Lo primero que me llama la atención de este personaje es su larga cabellera dorada, sus verdes ojos como el mar Ezker en la Región South y su pausado caminar, como si usara las hojas caídas de los árboles para trasladarse. La Princesa Rika me dedica una mirada con desdén y me sonríe burlonamente. Colocándose a un lado del Príncipe Jihyun, deposita una delgaducha mano sobre el hombro de éste.

—Rika. —Su voz suena a advertencia y si ella lo notó, no le importó.

—¿Y bien? —Prosiguió ella como si nadie hubiera dicho nada. —¿Qué esperan para ejecutarla?

—Nadie ejecutará a nadie. —Se adelantó a responder el Príncipe Jihyun.

—Eso no te corresponde decidirlo a ti, V.

—Porsupuesto que lo hace, Rika. Pedí su consejo. Justamente acaba de dármelo y proseguiré como él diga.

—Pero, Jumin... —La mano que había colocado en el hombro del Príncipe Jihyun a manera de marcar su territorio, cae a su costado en gran decepción.

—Tal parece que les fascina el espectáculo de ver cabezas rodando tanto o más que su té de las tres de la tarde. —Esperaba todo menos que la risa del Príncipe Jihyun cortara el aire de esa forma; reía a carcajadas y lágrimas brotaban de las esquinas de sus ojos color cyán. Se limpió las lágrimas con el dorso de su mano izquierda y al tiempo la Princesa Rika se giró sobre sus talones en señal de derrota, yéndose por donde vino.

—Es divertida, Jumin. De verdad no creo que haya sido ella quien asesinó a Elly. Es como si hubieran traído a alguien en su lugar.

—Créame, Príncipe Jihyun, no cometieron ningún error. Soy yo quien asesinó a la gata. Sea lo que sea que... —Un delgado dedo índice está, en un abrir y cerrar de ojos sobre mis labios, sellando lo que podría ser mi sentencia de muerte.

"Jihyun es más... diferente. Te darás cuenta."

—De acuerdo, Jihyun, dejaré esto en tus manos. De momento. Hay ciertas cosas que necesitan de mi supervisión. Encárgate de que se le asigne una habitación. Desde hoy y a partir de este momento, ella es una más de nosotros. —Su mirada viaja desde los ojos del Príncipe Jihyun hasta los míos—. Luego hablamos, señorita MC. Si me disculpan. —Con eso salió en la misma dirección por la que no hace mucho se había dirigido la Princesa Rika.

La mano del Príncipe Jihyun no se retira de mi rostro. En cambio, acuna una de mis mejillas acercando su nada desagradable rostro.

—Te verás preciosa en un vestido que acabo de fotografiar para una famosa revista. Por cierto, —su rostro se acercó más hasta que unos milímetros separaban sus labios de los míos —. ¿Cómo se encuentra Saeran?

Mystic Imperial: Ascending Battle [MM UTOPIC AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora