CAPÍTULO VIII

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Uno, dos, tres...

Contó cada uno de los escalones que subió hasta llegar al apartamento y finalmente cuando estuvo parada frente a la puerta introdujo la llave abriendo, de pronto lo vio salir del cuarto y en ese momento toda la tensión acumulada esa semana la abandono y sólo sintió como la llenaba la felicidad. Soltó sus maletas y salto sobre él envolviendo sus piernas en su cintura, comenzó a besarle con hambre, François en cambio la sujetó por sus muslos y le brindó ligeras caricias, ahí estaba su olor a menta y su calidez, era realmente reconfortante sentirlo después de dos semanas enteras sin poder verlo, casi sentía que se trataba de un espejismo, pero no, ahí estaba.

-¡Zeus sabe cuánto te he extrañado!- Exclamó Rebecca, François le dio un beso en su cuello y ahí estaban sus labios sobre su piel, de verdad no se trataba de las tretas de Morfeo, él estaba ahí.

-¿Sólo tú? -Le mordió el lóbulo de su oreja y ella le sonrió metiendo la cabeza en su cuello oliéndolo, se trataba de un bosque fresco, le recordaba los pinos y el frío, aunque él era tan cálido, era un poco ambiguo eso, pero ahí estaba aferrándose a su cuerpo como lo había deseado noches enteras.

-¡Oh cuánto quise hacer esto! -Él acarició su trasero y beso su cabello, camino cargándola hasta el sillón y se sentó con ella de frente, Rebecca siguió besándolo con pasión.

-Y yo esto - pasó sus dedos por sus labios - Esto - Beso su cuello - Y cómo te había dicho besar cada centímetro de tu piel. -Ella metió los dedos en su cabello era suave, delgado como finos hilos de oro.

-¡Oh cuánto, cuánto te extrañé!- Él le sonrió ahí estaban los surcos en sus mejillas, era totalmente fan de sus arrugas porque ensanchaban sus sonrisas, dándole un arco a sus dientes blancos y perfectos.

-Yo también y mucho- Sintió los dedos de él meterse por su cuero cabelludo, aquello le generó un cosquilleo que la hizo erizar.

-¿Si? ¿Lo hiciste? -Le dijo casi en un hilo de voz mirando sus pupilas.

-Por supuesto, creo que en el mensaje número 40 que te deje volví a repetirlo.

Ella no pudo hacer otra cosa que sonreír, le encantaba como tendía a inundarla de su presencia en cada lugar, él sentía una necesidad similar a la de ella de tener cualquier minúsculo contacto. Rebecca acarició su rostro repasando todas las líneas y bordes, deteniéndose un poco en su mentón.

-¡Qué bello eres!- Le dijo embelesada sin retirar la mirada de su rostro.

-Me fascina recibir halagos de la señorita Bracho – François puso sus manos en su cintura.

-¿Ya está aprendiendo a recibir cumplidos Monsieur?

-Sí, la mujer que amo me dijo que si no aprendía a recibirlos dejaría de hacérmelos.

-Aish qué bruja es. -Le sonrió.

-Solo un poco, - bromeó

Nuevamente sintió sus labios en su cuello dándole pequeños besos, aquello era una delicia al igual que sentir sus brazos rodearla la espalda, ella buscó el suelo con sus pies, pero no dejó de mirarlo ni de estar cerca de él.

-¿Qué tanto hiciste esta semana?

-Tuve un entrenamiento con el equipo de freestyle, pudimos hacer el evento y la conferencia.

-¿Y cómo te fue?

-Como diría Sébastien teniendo en cuenta el lapso de tiempo tan corto todo salió muy bien - Le sonrió - Jean Pierre sirve de algo de vez en cuando.

-Pues mi yo malvado hubiese querido que todo te fuera horrible.

-¿Por qué? -Le dijo curioso.

-Porque eso te mantuvo lejos de mí- le hizo un mohín y él la besó.

EL OCTAVO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora