Ocho y media de la mañana, día 28 de diciembre de no recuerdo que año.
El Sol de oriente comenzaba a ganar territorio a la Luna mientras se asomaba entre las blancas montañas.
Mientras, el pueblo, despertaba de color blanco, los tejados de pizarra ya no eran negros. El humo de las chimeneas rompía la monotonía en aquel lugar alejado de la civilización occidental.
El aire aún silbaba sus ritmos entre los cables de la luz, creando una melodía dulce y espeluznante a la vez, al igual que aquel lugar.Por las calles comenzaron a aparecer personas que se saludaban entre ellas.
-Buenos días Don Miguel -comenzó un leñador.
-Buenos días Augusto, ¿Cómo le va? -respodió.
Don Miguel era el médico del pueblo. Era el único que se preocupaba de la salud de la gente de aquí arriba. A demás, él era de los pocos que me respetaba.
-Bien, cómo siempre -contestó el leñador -. ¿Y usted?.
-No me puedo quejar.
-¿A dónde se dirige?
-Me dirijo al bar, que yo me he quedado sin café.
-¡Yo también, que coincidencia!
-Pues andando que es gerundio -finalizó el médico.
Mientras ellos se dirigían al bar del pueblo, los demás habitantes comenzaron a abrir las ventanas de sus cuevas. Una vez en el bar, pidieron su desayuno.
-Buenos días Juan, ¿cómo lleva el resfriado? -preguntó el médico al amo del bar.
-Mejor, a penas me gotea la nariz -siguió Juan-. ¿Qué quiere para desayunar?.
-Un café de esos potentes, que llevo dos días sin pegar ojo por culpa de la tormenta.
-¡Yo lo mismo! -gritó Augusto.
-¡No grites, que no estoy sordo! -Contestó Juan mientras se disponía a preparar el café -. Si vuelves a gritar dentro de mi bar te podré hielo en el café en invierno y te daré las bebidas calientes en verano.
-¡Eres un villano! -contestó el Leñador.
-No me digas que no te he avisado -replicó Juan.
Juan sirvió el café a Augusto, efectivamente llevaba hielo.
-Juan, hombre. Hace un frío que pela -Dijo el médico.
-De acuerdo... Porqué lo ha dicho el médico, sinó... -respondió el jefe mientras se dirigía a la mesa de Augusto para llevarse el café.
-Sabía que en el interior tenías una parte buena.
Juan volvió a la barra y dió el café a Don Miguel.
-Gracias Juan, ¿Qué le debo? -preguntó el médico.
-Nada, invita la casa.
-Pero...
-¡Que no! Invita la casa y punto.
-De acuerdo.
-¿Qué hora es? -preguntó el leñador.
El médico sacó su reloj de bolsillo.
-Son las nueve de la mañana -respondió Miguel.
-Gracias -respondió el Leñador.
-Una cosa.
-¿Solo una?
-En principio una.
-Vale desenbucha -dijo el amo del bar.
ESTÁS LEYENDO
La noche que cambió mi vida para siempre (Pausada temporalmente)
VampireNuestro mundo es inmenso. Lleno de secretos y cosas a las que no alcanza nuestro entendimiento. Como por ejemplo la magia. ¿Pero qué voy a saber yo, un adolescente con la mente en las nubes?. ¿La verdad?, no tengo ni idea. O mejor dicho... No tenía...