II.I

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Fríos copos albinos caían sobre mí de forma violenta enmedio de ese barranco perdido de ramas y rocas. Sobre el hielo pintado de carmesí yacía mi cuerpo moribundo, carente de vitalidad. La respiración se relajaba lentamente entre inspiraciones, mientras mi mente se ahogaba en un mar de recuerdos, aspiraciones pasadas y emociones contradictorias de miedo y tranquilidad. Miedo de la muerte, más cercana que nunca y de saber que mis esfuerzos por huir del pueblo han sido en vano. Pero tranquilidad de saber que al final aun no consiguiendo mi objetivo, podré estar orgulloso de que por lo menos lo intenté.
Que dramático.
La respiración no era lo único que iba calmándose. El corazón latía plácidamente, siguiendo su noble compás de latidos en diminuendo. Más allá de mi desorden interno había un mundo a mí alrededor al que no le estaba poniendo suficiente atención.
Me rodeaba un mundo, literalmente.
Entre el desorden de mi mente salió a la luz un sentimiento de valentía que se marchitó rápidamente, al saber que mi única salvación eran aquellos lobos que me esperaban con ansias en esa cima inalcanzable. Las esperanzas volvían al ver una borrosa figura bajando entre el océano de ramass y rocass. Aquella extraña figura aparecía de forma intermitente entre la fría lluvia albina que comenzaba a mezclarme con el ambiente.
No debo rendirme.
A mi izquierda se aproximaba aquella misteriosa figura a una velocidad trepidante, mientras yo me presionaba las heridas más sangrantes con las manos con el objetivo de no morir antes de hora.
La misteriosa figura llegó a la zona congelada donde me encontraba. Nada mas verme sangrar cogió trozos de camisa intentando frenar el sangrado intensivo que brotaba con ímpetu de mi ser. Una vez asegurada mi momentania supervivencia, sacó un celular y empezó la convesación.

-Ian, tenemos un... ejem... problemita con Helio -respodió el misterioso hombre con una voz de tenor.

-No, no es para preocuparse, pero... -continuó hablando.

¿Esta situación no es para preocuparse?.

-Pues resulta que estaba vigilando tu casa como nos encargaste y de repente salió Helio con la bici... -explicó el hombre al tío Ian.

-A demás los lobos tambien estaban vigilándolo, por lo que no sé que hacer -dijo el hombre de forma un poco alterada.

-Y por si fuera poco, también lo ha encontrado quien tu ya sabes -respodió más alterado.

-¿Que hacemos? -preguntó.

-Creo que podemos intentar... -Continuó hablando.

-Sí, lo sé pero... ¿y si sucediera eso...? -Respodió.

-Tienes que... y por... debes llevartelo... -conseguí descifrar.

-De acuerdo, pero debo sacarlo de aquí antes de que llegue ella -añadió el misterioso hombre, esta vez menos alterado..

Cogió el celular, lo apartó de su oreja, se puso la mano delante suyo para contemplarlo y finalmente colgó la llamada. Se lo metió en un bolsillo con cierre de su pantalón negro de guardabosques. Se acercó a mí y me cogió mientras decía...

-Siento que te tenga que pasar esto, la verdad es que te íbamos a dejar escapar, pero apareció ella y todo se complicó -me explicó mientras intentaba ponerme en pié.

-Veo que no te puedes mover... pues... esto no te va gustar ni un pelo -Admitió mientras comenzaba a alzarme.

En ese preciso momento comenzamos a oir un gran estruendo en la cima. Se oian voces alteradas de lobos y a una mujer que tal vez estaba combatiendo con ellos.

-Apartaos chuchos malolientes, dejadme bajar -gritó la mujer.

-¡Ya ha llegado!, debemos darnos prisa -dijo el hombre mientras me colocaba en su fría espalda.

La noche que cambió mi vida para siempre (Pausada temporalmente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora