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Me he dado cuenta que a mis casi 17 años, no soy ni la sombra de lo que era hace dos años o incluso un año atrás.
Me he encontrado. He encontrado a mi verdadero yo. He descubierto cosas que nunca pensé que podía descubrir. He sentido cosas que pensé que no iban conmigo. He llorado cómo une niñe al nacer.

También he descubierto que mis monstruos, mis miedos, mis temores, siguen ahí. Y están más presentes que nunca. Que aquellos dolores de pecho, aquellas noches sin dormir, nunca se han ido.

No puedo hablar con nadie, no por que no tenga con nadie con quién hablar, si no porque no me salen las palabras. Cada vez que intento hablar, una lágrima resbala por toda mi cara hasta caer al suelo.

Y me doy cuenta que la única persona que estaba ahí para dejar apoyarme en su hombro, ya no está.

El viernes me partieron en dos. Escuché algo que nunca quería escuchar. Estoy viendo tanto dolor, tantos llantos, tantos miedos resurgir de mí que estoy asustado.

No me gustan las despedidas, las odio con todas mis fuerzas. Y más cuando me voy a despedir de alguien para siempre. No estoy preparado. Nunca voy a estar preparado para decirle adiós a alguien para siempre.

A corazón abierto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora