Prologo.

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La noche en la calle de viento y arena transcurría de forma tranquila, un perro dormía bajo un árbol marchito y la gente caminaba a paso lento,  con la cabeza a gachas sin llamar la atención, todos con ropas negras combinando sus cabelleras y pieles tostadas y grises. Todos seguían una corriente invisible que los llevaba a ningún sitio pero a todas partes al mismo tiempo.

  Olivier White acomodó sus lentes de sol sobre el puente de su nariz y pasando una mano por su alborotado cabello azabache caminó en dirección opuesta a la multitud, estaba preparado para la gran hazaña que realizaría esa noche, tenía todas las herramientas en la mochila que colgaba de su hombro izquierdo, y su fiel teléfono guardado en su bolsillo derecho. Giró en el cruce y se dirigió a la calle Lluvia y Sol, dejando la oscuridad de la noche tras sí y empapando su ropa con la eterna lluvia de esa parte de la ciudad.  La calle llena de una multitud con paraguas de colores y pálidas pieles le dirigían una mirada rápida, unos con miedo y otros con curiosidad y cautela, había entrado en la zona de los pálidos y Olivier sonrió satisfecho, era el segundo pardo en entrar a esa zona prohibida para los de su tipo.

   Olivier entró a una joyería que parecía el boleto dorado para volver rico a cualquiera y colocándose una gorra con la frase "muertos que viven" apuntó al dueño de la tienda con un arma híbrida en partes y piezas que el mismo había creado. El dueño de la tienda y los pocos clientes que admiraban las joyas que nunca comprarían, gritaron con miedo y el terror se reflejó en sus caras. Olivier chascó con su lengua y jalo el gatillo matando a todos en la pequeña tienda en la calle Lluvia y Sol, Esa misma noche un policía novato y uno tacaño lo atraparían a mano armada y sería enviado a la clínica de la policia mal herido, y tachado como un bravucón más del montón.

Chico de ojos blancos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora