Capitulo dos

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-No, no, Ruki, de verdad que no –el labio inferior de Reita comenzó a temblar.

-Vete de mi casa, niñato. Ya me harté de ti –le espetó el otro.

-No, no, no, por favor. Ruki, escúchame –pidió desesperado agarrando al mayor por los brazos, éste se deshizo del contacto como si le hubiese quemado.

-Que no me toques –le recordó.

-Ruki, por favor, escúchame. Es cierto que al principio solo vi en ti algo nuevo, algo con lo que nunca me había encontrado. Pero aquellas palabras tan feas que te dije, a pesar de lo maleducado que fuiste conmigo, no salían de mi cabeza. Me sentía muy mal, no por haber tirado a un ciego al suelo, sino por haber herido los sentimientos de una persona –el mayor escuchaba mostrando indiferencia – Pasaba todos los días por el lugar en el que me había chocado contigo, tengo que atravesar tu calle para ir a mi instituto, y entonces te vi y comencé a observarte. Me atraía mucho como vestías, como te peinabas, lo seguro que parecías caminando entre toda esa gente, sin ver –Ruki frunció el ceño, no quería seguir escuchando, pero el tono de Reita le tenía clavado en el sitio, mostraba tanto arrepentimiento, parecía tan afectado – Quería conocerte, te prometo que nunca me había pasado nada así. Si que me intrigaba eso de que fueses ciego, pero eso era solo una ínfima parte de lo que me atraía de ti. Y me inventé esa gilipollez sobre el trabajo, no sabía que otra manera podría conocerte. Perdón por mentirte, Ruki, perdón, perdón, perdón –seguía desesperado.

-Márchate –dijo secamente, aunque su voz no sonaba tan autoritaria y ácida como otras veces.

-Quiero que me veas –susurró Reita. Ruki enarcó ambas cejas bajo aquellas gafas.

-¿Disculpa? –preguntó llevándose la mano a la oreja como si no hubiese escuchado bien.

-Se que tienes el oído muy fino así que no me hagas repetirlo.

-Debo tener algo que lo obstruye –dijo sarcástico señalándose la oreja.

-Quiero que me veas, quiero que veas mi rostro –la voz del menor temblaba levemente.

-Definitivamente estoy perdiendo oído –contestó Ruki. Reita no se amedrentó y se dirigió en pos del mayor, quien se sentó en el sofá. El de la bandita se sentó a su lado, olvidando el sillón individual que siempre ocupaba.

-Vamos, he visto como lo hacen en las películas. Voy a coger tus manos –anunció y diciendo aquello agarró las manos de Ruki. El mayor se sintió extraño ante el contacto, la voz de Reita se había tornado más segura pero su pulso temblaba mientras le levantaba las manos llevándolas a su propio rostro.

-Está bien, suéltame. Te "veré" –dijo burlonamente – Pero no me quitaré las gafas.

-Claro, no lo hago por eso –dijo Reita apuradamente.

Ruki se acomodó en el sillón, girándose y apoyando una de sus piernas en el mueble, para poder estar de frente a Reita. Éste también se giró solo que en vez de una, subió ambas piernas quedando sentado en pose "indio". Temblaba de expectación. Las yemas de los dedos de Ruki se posaron en su frente. Sintió su corazón latir con fuerza. Aquel sueva contacto se deslizó hacia arriba, siguiendo la línea del nacimiento de su cabello.

-Tenía que asegurarme de que no tenías entradas. Con todo el tinte que se utiliza últimamente no es raro que haya niñatos quedándose calvos –rió Ruki para relajar la tensión del momento. Lo consiguió ya que Reita rió suavemente. Aquellos dedos bajaron por las sienes aún siguiendo la línea del cabello y llegaron a sus orejas, allí las agarró con delicadeza.

Blind LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora