Prólogo: Los Altos Cielos

52 4 15
                                    

¿Alguna vez habéis oído hablar del "paraíso"? ¿del Cielo? Bueno, algo así existe, un reino en otro plano dimensional que recoge las almas de todo aquel que haya perecido bajo sus dominios. "Pero Thais, ¿a qué te refieres con sus dominios" te preguntarás, y si no lo hiciste, ahora lo has hecho. En fin, hay más olimpos y más dioses, ¿creeis de veras que todas las almas del multiverso caben en un mismo sitio? ¡Por favor, eso sería darnos demasiado trabajo a los Dioses! ¿No tenemos bastante con aguantar a los demonios?

Oh, y, chicos, no os confundais, mi historia no es la típica que os esperais los mortales. Nephilims, romance, vampiros... Nah, esas cosas más que besarlas nosotros los Dioses las matamos. Ups, siento desilusionaros.

A lo que iba, los Altos Cielos, hogar de Dioses con mala leche y de almas que se pierden por la parte del multiverso por el que tenemos un mínimo control. Ahora imaginaos un mundo flotante dentro de otro mundo en una dimensión extravagante llena de constelaciones con una paleta de colores psicodélicas. Ahí estamos nosotros, en ese mundo central. No me malinterpreteis, no somos... esto... racistas, pero a las divinidades nos gusta estar alejados de las almas mortales. "Eh, pero si una vez muertos ya no son mortales" Oh no querido amigo o amiga, graso error, todo puede morir una y otra vez, incluso hay cosas peores que la muerte. Las almas pueden ser destruidas en su totalidad, ¿nunca os han sellado? Bueno, mejor que no lo hagan, sería terrible.

Pero para llegar al punto de la historia a la que quiero llegar debo explayarme demasiado para que me comprendais, por eso todo este rollo que os estoy soltando.

Bueno, os resumo quienes son cada uno de los Dioses que se dedican a gobernar este lugar. Tenemos a Kârd, el Soberano de los Altos Cielos, este vejete es sumamente poderoso y, en fin, ningún otro Dios se ha enfrentado a este, su temperamento es algo... en fin, supondremos que es por la edad, ¿vale? Su alta estatura y gran complexión sumada a sus cabellos canosos y barba prominente hace que su apariencia sea imponente, eso sin contar su voz grave que retumba en los cimientos de toda la realidad...
Su poder es enorme, como dije antes, es el Dios de la Voluntad y la Esencia, ya eso debe de deciros algo, y es que es alguien a quien es mejor no enfrentarse. Es el Dios con más experiencia y ha vivido todos los eventos importantes.

Tenemos también al trío preferido y más destructivo de Kârd, Madon, Throdar y Trida. El primero es conocido como La Flecha de la Victoria debido a una proeza que realizó durante una guerra contra otro olimpo, destrozando al ejército enemigo que intentaba entrar en nuestro reino de una sola flecha, su poder es totalmente inmenso, además de nunca fallar ni una mísera flecha, que son proyecciones de energía, por cierto. Es el Dios de la Suerte y la Esperanza.

No nos olvidemos de Throdar, la Capucha sin Rostro ya que, en fin, no tiene cabeza, solo un vacío negro ocasionado por una capucha que se sostiene en yo que sé dónde. Es el Dios de la Guerra y su espada es capaz de cortar en dos a los planetas. Un tipo rudo, vaya.

Y Trida, en fin, es la Madre de los Caídos, siendo ella la Diosa de la Muerte, osease, la equivalente a Hades, sólo que con peor carácter.

Y después estamos los demás, Crodovar, Ishbamor, Meracles, yo... El primero es el Dios de la Destrucción con su merecido apodo de Segador de Vidas, el segundo es el Dios de la Luna, siendo Meracles su contraparte.

Hay más, pero entremos en detalle en el que de verdad importa. Yo, Kiath Thais, La Justicia Blanca debido a mis cabellos y ojos azules que se tornan en una luz blanca en combate o en juicio. Siendo Dios de la Justicia tengo la capacidad de leer el alma del acusado, viendo sus actos y así poder dictaminar una sentencia acorde al hecho realizado por el juzgado, ejerciendo así yo como la misma Justicia, cosa que molesta a los Dioses debido a mi inquebrantable punto de vista, si algo lo veo mal me quejaré, sea quien sea el que realice la acción que yo considere injusta. Cabe destacar que soy el Dios más reciente, ostentando el anterior cargo mi difunto maestro. Fui el más jóven en convertirme en Dios, teniendo unos pocos miles de años.

Todo esto ha hecho que yo desarrolle un sentido de la Justicia que incluso enfrenta a los mismos Dioses, cosa que verás en mi historia, pudiendo entender así como llegué a caminar entre los mortales con la premisa de cambiar el mundo y mejorarlo con mi justicia. Antes de juzgarme, por favor, atiende a todo lo que te cuento, pues puede que te encuentres con ciertas cosas que... no veas apropiadas. Pero es normal, eres un mortal, no entiendes de sacrificios...

Bienvenidos todos a los Altos Cielos, bienvenidos al mundo de los Dioses.

Saga de los Altos Cielos: La Justicia no es ciega. {En constante actualización}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora