Capítulo 5.

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-¡AAAAH! –gritó Ecco en medio de la cafetería mientras almorzábamos- ¿De verdad que le diste puerta? –me pregunta con los ojos llenos de orgullo y yo asiento frunciendo los labios, aún conservaba el sabor agridulce.- Ya era hora princesa...

-Lo sé, pero ahora ya esta y no quiero volver a hablar de ello –muerdo mi sándwich y trago con dificultad, se me ha cerrado el estómago, sigo sensible por Nathan.

-Tienes razón, los tiempos oscuros quedaron atrás.- Afirma ella y su rostro adquiere una sonrisa despampanante- Bueno... este fin de semana vamos a encontrar a alguien para que te quite el sabor agridulce –me guiña un ojo- y así comprenderás que la vida sin Nathan es una vida mejor.

Con la última frase que dice no puedo evitar soltar una carcajada, mi amiga es única.

-¿A que no sabes de qué me he enterado?-me pregunta con una sonrisa maliciosa.

-Sorpréndeme –le reto poniendo toda mi atención en ella.

-Esta tarde hay una competición en la piscina...¡Tenemos que ir! –exclama ella antes de ni siquiera poder pensarlo, pero así era ella.

-Nunca nos hemos negado a comer con los ojos...¿A qué hora es? –le pregunto volviendo a comer-

-A las 19:30 –confirma ella y yo asiento pesando en si tengo algo que hacer a esa hora.- No tienes nada –me confirma ella.- Ya lo había pensado yo, los lunes terminamos las clases a las 19.

-Perfecto entonces.- Miro mi reloj de muñeca que marcan las 11 y así es como ambas echamos los envoltorios de nuestro almuerzo y nos ponemos en marcha para ir a nuestra siguiente clase.


Ocho horas después.


-Nunca en mi vida esta clase se me había echo tan larga – me quejo mientras Ecco y yo salimos al pasillo dirección a la piscina.

-Eso es porque estas agotada, pero tranquila, nuestros bien formados compañeros de natación conseguirán alegrarte –finaliza ella.

Llegamos a la piscina y las gradas ya están llenas, conseguimos dos asientos en una esquina de la tercera fila y tomamos asiento sin perder detalle de nuestros nadadores que están estirando.

-Mmmm que tríceps, que bíceps... -Dice Ecco conteniendo la respiración y poniéndose una mano en el pecho. Da una exagerada inspiración con la boca y me coge con fuerza del brazo- Mira que cresta ilíaca –me señala con la mirada- y oh, ese abdomen, como me gustaría pasar la lengua por esos abdominales –comenta fuera de sí haciéndome reír.

-Yo sin duda alguna mordería esos pedazo glúteos –señalo justo a uno de los chicos que se nos acercaron el miércoles pasado.

-Jooooder –Ecco se abanica el rostro mirando al chico del otro día- ¿Por qué no le vimos sus glúteos el otro día?

-Porqué tu estabas muy ocupada mirándole los tríceps a su amigo- le respondo burlándome de ella.

El sonido de un silbato hace que nos sobresaltemos y salgamos de nuestro ensimismamiento. El entrenador llama a los nadadores a la piscina. Los nadadores asienten a lo que sea que el entrenador les esté diciendo y al finalizar éste de hablar se van cada uno a su sitio y se suben a las pequeñas tarimas que tienen asignadas junto al borde.

El marcador suena una vez con un pitido fuerte y estridente y los nadadores se ponen en posición, con el segundo pitido los nadadores se lanzan al agua sin siquiera pensarlo y así da por iniciada la competición. Los espectadores rápidamente se levantan para animar a sus competidores entre gritos y silbidos. Entre los diferente gritos se escuchan los apellidos Shepard y Blumer, aparentemente los apellidos de los dos chicos que nos saludaron el otro día antes de que el entrenador los llamase.

-¡Vamos cresta iliaca perfecta!- apoya Ecco haciéndome reír a carcajadas. Yo por otro lado apoyo mentalmente al chico de los glúteos perfectos.

En el primer largo no parece que haya realmente un ganador, la competición esta bastante reñida entre cresta iliaca y glúteos perfectos en la primera posición mientras que claramente el tercer puesto es para otro chico que les sigue apartados del resto que nadan con menos velocidad.

El público se pone más eufórico, si cabe, sirviendo como pista de que la competición está a punto de terminar. Asombrosamente glúteos perfectos se desmarca nadando sin cesar aumentando magistralmente la velocidad, proclamándose el vencedor y haciendo que las gradas exploten en aplausos y ovaciones felicitándole.

Cuando todos los nadadores llegan a la meta y salen del agua, inmediatamente los dos amigos se abrazan riendo y glúteos perfectos le da una colleja a cresta iliaca haciendo reír a todos los que los observan.

-Me es un honor poder entregarle el diploma al tercer puesto a Justin Stinson, el segundo a Peter Blumer y el primer puesto y ganador de esta competición a Axel Shepard –dice el entrenador por el micrófono haciendo entrega de los diplomas a sus campeones.

-Ya sabemos sus nombres –me codea Ecco- recuérdalo y cuando lleguemos a la resi los agregamos al Facebook –dice seria sin ninguna pista de que pueda ser una broma.

-No se me olvidarán tranquila- le sonrío cómplice.

Un Hércules para ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora