Capítulo 10

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Megara POV.


Me despierto con un dolor terrible dolor de espalda, pero al mismo tiempo estoy en un estado de paz con mi cuerpo, como hacía tiempo que no me sentía. Gruño mientras estiro los brazos con pereza y algo cae pesadamente encima de mi cama.

-¡Cuéntamelo todo! –grita Ecco emocionada- ¿Folla bien?¿La tiene grande?¿Te corriste? -pregunta sin parar de dar saltitos.

-¡Si, si, si! –respondo imitando a la voz que ponen las actrices cuando en una película consiguen llegar al orgasmo haciendo reír a Ecco que me abraza con entusiasmo.

-¡Siiiiiii! –grita ella- ¿Vais a volver a quedar?

-No lo sé –bostezo en su cara.- La despedida fue corta, se fue a su habitación y yo a la mía, sin decir mucho...

-Ohm –dice ella sin mucha emoción- Bueno lo que sea, fue una buena noche. Yo y Matt volveremos a vernos –da pequeñas palmadas con alegría.

-¿De verdad? –pregunto y digo sincera- me alegra mucho escuchar eso Ecco, parecía un buen chico.

-Lo es –afirma ella-

Pasamos el domingo entre golosinas y películas, lo mejor para después de una larga noche de fiesta, entre otras cosas. Hasta que finalmente nos cansamos y nos dormimos para despertar en un nuevo día.


El lunes empieza tranquilo, Ecco y yo asistimos a todas las clases pese a que a mitad de mañana empieza a llover como si fuese el maldito apocalipsis.

Miro como cae la lluvia desde la puerta de la universidad intentando decidir entre salir o esperarme un poco y arriesgarme a que el tiempo se ponga peor. Finalmente me decido por salir y ponerme a correr bajo la lluvia lo más rápido que puedo.

Un coche pasa por mi lado salpicándome de pies a cabeza, sin pensarlo dos veces le grito un insulto y le enseño mi dedo corazón.

Tan mojada como estoy y pese al temporal, consigo llegar sin más incidentes a la residencia. Nada más entrar suspiro e intento secar las suelas de mis zapatos restregándolos por la alfombra. Con la tormenta que hay, me niego rotundamente a coger el ascensor, prefiero subir seis pisos a pie que quedarme encerrada en el ascensor. Una vez en mi habitación me deshago de mi ropa y me pongo algo cómodo. Ecco aún no ha llegado, supongo que estará con Matt.

Me dejo caer en el sillón que compartimos y me dispongo a leer cuando un mensaje hace sonar mi teléfono.

"Hace un tiempo de mierda, ¿no?" es de Axel.

"Sí, es terrible" le respondo algo extrañada, tan típico hablar del tiempo...

Al ver que la corta conversación ha terminado, vuelvo a prestar atención al libro que tengo entre manos y me hundo en la lectura.

Pero a los diez minutos mi móvil vuelve a sonar avisando de la llegada de otro mensaje.

"El tiempo es peor de lo que pensaba. Igual te hace falta una linterna." Insiste con lo del tiempo.

"Gracias por el consejo" le escribo de vuelta, pero decido mandarle un mensaje más: "Deja de preocuparte por la tormenta. Estoy en el sofá, leyendo. Bajo mi manta. Más a gusto que un arbusto." Y le agrego un guiño.

Hay cinco segundos enteros de silencio y a continuación suena el teléfono en mi mano. Contesto a la llamada.

-¿Por qué va a estar alguien cómodo bajo un arbusto? Nadie cabe bajo un arbusto.

-Hay arbustos lo suficientemente grandes como para dar sombra y cobijo –le respondo a Axel sin poder evitar una sonrisa.- ¿Cómo has conseguido mi número?

-Tengo mis contactos –dice y puedo detectar una sonrisa sólo con la forma en la que habla.- ¿Estás sola?

-Tal vez... -respondo bajando el tono de voz y me quedo a oscuras, la luz se ha ido- Mierda, se ha ido la luz.

-¿Tienes miedo? –inquiere con un tono de burla- Podría ir a hacerte compañía si lo deseas...

-No creo, soy una chica mayor –respondo con su mismo tono-

-¿Y si te llevo golosinas no me dejarías hacerte compañía? –mientras él dice esa frase alguien llama a la puerta. Me levanto para abrir y cuando lo hago me sorprendo al encontrarme a Axel.

-¿Tengo otra opción? –pregunto colgando y apoyándome en el marco de la puerta para dejarle pasar.

-No realmente –sonríe ampliamente y cierra la puerta por mi.

-¿Cómo sabías cuál era mi hab...?

-Tengo mis contactos –responde cortando mi pregunta, pasándome una bolsa de golosinas y se sienta donde segundos antes había estado yo.

-¡Oh, por favor, siéntate como en tu casa! –exclamo con ironía fingida y él suelta una carcajada.

-Eres muy amable –me sigue la broma y palmea el vacío a su lado y me siento junto a él.

-¿Qué haces realmente aquí, Axel? –le pregunto y él me señala las golosinas- A parte de traerme golosinas.

-Estaba aburrido –levanto una ceja sin creer que no tuviera cosas más interesantes que hacer- Está bien... La otra noche lo pasé muy bien contigo y apuesto a que tú también. Me gustaría repetirlo, y si por pedir fuera, en una cama... -responde mientras se rasca la nuca, un gesto un poco nervioso a mi parecer.

-Vaya, que sincero –digo algo arrepentida de mi pregunta- yo... lo del otro día... no... -tartamudeo nerviosa-lo pasé genial pero no soy una chica de una noche ni estoy buscando una relación. 

Un Hércules para ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora