I. Un Nuevo Comienzo

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Un molesto ruido taladró los oídos de la chica mientras ella buscaba el objeto del que provenía el sonido. Con una mano perezosa y su cabeza sumergida en las mantas, empezó a buscar algo que detuviera el molesto ruido. Nada. No sentía botones, ni palancas, sólo superficies planas que no podían ser útiles en ese momento. Sin más, Abby se levantó bruscamente provocando un ligero mareo. Cuando su vista no estuvo nublada, observó el lugar agudizando el oído, y finalmente descubrió el artefacto del que provenía el sonido, deslizó la pantalla como el objeto le indicaba y pudo escuchar una voz femenina y mecánica:

-Buenos Días Señorita Müller

La chica se quedó pensando en su apellido... Lo había tenido desde siempre, pero justo en ese momento podía sentirse todo, menos una Müller. No. Como podía ser posible eso? Sus padres la habían engendrado y tenía sus genes, no? La habían criado desde que supieron que su madre estaba embarazada y había fotos de su niñez que desmentían totalmente sus pensamientos, simplemente debía agradecer el tener unos padres tan maravillosos como los suyos, y no cuestionar si realmente eran sus padres. Así que decidió alejar esos pensamientos de su mente y bajar a comer algo.

- Cariño, despertaste! - Dijo una voz con genuina alegría - Cómo dormiste?

- Buenos días - respondió sonriendo - Sabes, no lo se... Tenía una sensación extraña al despertar, como si hubiera dormido por mucho tiempo...

- Debe ser que comiste mucha pizza anoche - pero había desconfianza en su voz - Mañana entras al instituto - soltó de la nada después de un largo silencio - Necesitas comer bien - Abrazó a su "hija" como si fuera la primera vez que la veía y le acercó el plato desde donde estaba sentada.

Abby miró sorprendida su plato, que estaba lleno de mucha comida deliciosa y no dudó en tomar el tenedor y devorar todo lo que cupiera en su estómago.

- Con calma, querida - le dijo su madre mirándola mientras comía. Esa mirada que tenía, era la primera vez que la veía de ese modo, en su mente no había ojos tan brillantes, orgullosos, y amorosos como con los que veía a Abby en ese momento.

Pero no quería preguntar a qué se debía tanta felicidad, sólo disfrutaba de la paz en la que su madre la había envuelto con su mirada[...]

Pasaron toda la tarde comprando lo necesario para su regreso a clases y la mirada de alegría de Jade, su madre, no cambio ni por un segundo. Contemplaba a su hija con todo el amor que una madre puede brindarle a su hijo. Y Abby amaba eso, se sentía tranquila con solo mirarla.

Al volver del centro comercial Abby y su madre abrieron la puerta de la casa. Ella divisó una figura masculina y musculosa en el umbral del patio trasero. Su padre. Al voltear, el hombre sonrió de la misma forma en que lo había hecho su madre esa misma mañana, la única diferencia era que ahora su padre la había envuelto en sus brazos y decidido a llenarla de besos en la frente.

Era un gesto adorable, siempre había recordado lo sobreprotector que era su padre con ella, le encantaba pasar todo el tiempo que tuviera disponible, jugando con su chiquita y cuando empezó a crecer, le encantaba gastar todo ese tiempo viajando con ella.

La familia entera había recorrido Berlín, Milán, Lima, Cancún y otros pocos destinos que no todo el mundo es tan afortunado de poder visitar. Además, el otro punto que jugaba a su favor, era el hecho de ser hija única, y tener todo amor de sus padres para ella sola.

Le devolvió el abrazo a su padre con el mismo afecto que él le demostraba, pero esa muestra de cariño fue interrumpida por la voz de Jade... y un poco por el crujido de sus huesos.

-James basta, vas a dejarla sin cuerpo - Dijo lo último riendo

- Es que... Mi chiquita está de vuelta - y soltó una lágrima de felicidad que conmovió totalmente a Abby

Abby sonrió

- Papá, sólo estuvimos fuera como dos horas - rió enamorada de la sobreprotección de James

- Para mi fueron como décadas... - parecía tan convencido que Abby se lo hubiera creído de no ser porque recordaba todo lo que hizo el día anterior - Te amo chiquita

- Papá, casi cumplo 17 hay que dejar de decirme así - susurró mientras sacaba su nuevo morral y ponía todas las cosas que habían comprado ahí adentro.

- Así tengas 40, vas a seguir siendo mi chiquita - Sonrió y le rompió los huesos una vez más, es decir, la abrazó una vez más.


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