★Capitulo Cuarto: Esas Marcas...★

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El menor se puso de pie tras haber sido hechado por Dai de su casa, frotó sus ojos y comenzó a correr sin rumbo alguno.
Llego al parque de la ciudad, donde se sentó en la banca para poder relajarse un poco.
En el lugar, había personas sonrientes, quienes hicieron que el chico de cabellera celeste se sintiera más lastimado
[¿que esta pasando contigo Dai? Tu... tu no eras así... algo en ti cambio]
Pensaba mientras frotaba sus ojos para secar las lágrimas.
Seguía sin entender que le estaba pasando a su amado, pues... ¿agresiones físicas? No había pasado nada así con, de vez en cuando se mostraba algo serio y callado, pero jamas agresivo.

Paso rápido el tiempo, y el menor había regresado a su hogar. Se dedico a ordenar su cuarto y hacer algo de limpieza.
Alrededor de tres horas pasaron, y, Dai se dirigía a casa del peliazul. Ni siquiera le aviso. Pensaba tomarlo por sorpresa.
Kairi estaba en la ducha, el agua de la regadera recorría su pálida piel marcada por los moretones de los golpes recibidos anteriormente.
El de iris grisáceos llego a casa del menor, y con sigilo entro a su hogar, se sentó en el sofá mientras cruzaba las piernas para esperar a que el de cabellera azulada se hiciera presente.
A los pocos minutos, salio con una pudorosa sabana atada en la cintura cubriendo la parte inferior de su cuerpo, dejando al descubierto su torso. Sus mejillas enrojecieron en cuanto vio al mayor, quien a su vez miro al delgado chico con lujuria y malicia... tan inocente... tan indefenso
—D-Dai... ¿que haces aquí? Bueno... me alegra verte... pero... acabo de salir de la ducha—
—te vez adorable... acercare... ven con tu amado y dame un beso—
Dijo de forma provocativa y cautivadora mientras abría sus brazos como invitándolo a perderse en un cálido abrazo.
El peliazul no pudo resistirse y se acerco al contrario como pez a la carnada. Una vez llego al mayor, se sentó en sus piernas y abrazo del cuello.
Los labios del mayor enseguida atacaron al cuello del joven de cabellera celeste, quien al sentir esos besos tan atrevidos, estiraba su cuello y jadeaba apretujando al mayor con sus brazos.
Dai, lo tomo suavemente de la cintura y lo recostó en el sofá. Lo miraba detenidamente disfrutando de cada parte de su delgado cuerpo. Fue en ese momento, que, la mirada del mayor paso de ser lujuriosa, a ser de remordimiento y dolor.
Paso el dedo índice por los costados del pálido chico, los cuales estaban manchados por enormes moretones, su espalda tenia otros cuantos más pequeños...
—Kai... a caso... ¿he sido yo quien te ha lastimado de esa manera?—

—n-no... no Dai... esos golpes me los hice ayer en la mañana... me caí mientras me duchaba— 

—¡no mientas! Kai... soy un... soy un estúpido... te he hecho daño... pero... no quería... es solo que... me desespero cuando actúas como un niñato de diez años... mira hagamos un trato—
Comento Dai tomando la mano de su pequeño peliazul
—prometo jamas volver a ponerte la mano encima de esa manera... pero... debes ser más maduro... mi... mi a-amor...—
Concluyó Dai con arrepentimiento en su voz.

—tranquilo amor... eso ya paso... te amo, y quiero estar siempre a tu lado—
Dijo el joven albino acariciando el rostro de Dai. Se acerco a besarlo con pasión dejando que ese beso demostrara todo sentimiento que pasaba por su corazón. El contrario correspondió al tiempo que recostaba al pequeño chico en el sofá con suavidad.
El beso fue intensificándose y los labios del mayor empezaron a descender por el cuello del peliazul. Poco a poco recorrieron su delgado y pálido cuello dejando pequeñas marcas por loa chupones que daba.
El menor se estremecía, lo que hizo a Dai dar el siguiente paso... esta vez, ataco a los rosados pezones del albino. Su lengua se movía con rapidez y de vez en cuando chupaba su suave botón.
—amm... Dai... Espera... eso se siente demasiado bien—
Dijo mientras hechaba hacia atrás la cabeza.
Dai, lentamente se separo, beso la frente de su pequeño y dijo con ternura
—vamos, vistete... iremos a caminar... te comprare un helado y dormiré aquí hoy—
El peliazul asintió sonrojado, ya que tenia una ligera erección. Se levanto y fue a su cuarto para vestirse.

Caricias... (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora