Esa noche, el menor caminó de regreso a su casa con el corazón hecho trizas y un nudo en la garganta que parecía, jamas iba a desaparecer.
Tardo al rededor de una hora en llegar hasta la puerta de su casa. Apenas entro, corrió a su cuarto, se arrojo a la cama, y abrazando un pequeño muñeco de felpa que yacía sobre las sabanas, comenzó a llorar con amargura. Gritaba con dolor el nombre de su novio, aquel que tanto daño le hacia... no le interesó que los vecinos llegaran a escucharlo, el solo quería desahogar su dolor-¿¡porque Dai!? ¿¡porque me lastimas!? ¿¡no te das cuenta que yo te amo maldita sea!?-
Sus puños estaban llenos de sangre, puesto que había golpeado la pared repetidas ocasiones con rencor para expulsar todo su dolor.
Sus ojos estaban repletos de lágrimas, su llanto era amargo y de impotencia.
Decidió ir mas haya, así que, tomo unas tijeras que había cerca. Levanto la manga de su camiseta para poner el filo del artefacto en su antebrazo. Con fuerza empezó a hacerse cortes profundos que llenaban de sangre las tijeras. Uno tras otro corte iba marcando su pálida piel.
Las lágrimas aun brotaban, pero su rostro tenia un semblante satisfactorio.
Cuando logro mantener la calma se dirigió al baño para lavar sus nudillos lastimados, desinfectar las heridas y colocar unos vendajes que detuvieran el sangrado.
Algo en su interior despertó. El dolor físico hacia que su dolor sentimental disminuyera... era extraño... pero una forma de desahogar su impotencia ante lo que le hacia sentir Dai la mayor parte del tiempo.
Se miro en el espejo. Aquella silueta que se dibujaba en el espejo, era extraña. El brillo de sus ojos se había extinguido casi por completo, su piel estaba llena de moretones, su cuerpo estaba mucho más delgado que de costumbre...
Salio del baño, y se fue a su cuarto. Tomo su teléfono y lo apagó. No quería saber nada de Dai.
Al día siguiente, el menor se levanto al medio día de la cama, desinteresado bajo las escaleras para ir a la cocina y prepararse algo de comer.
En su mano tenia el teléfono, el cual, apenas encendió, mensajes de texto de la anterior noche y la mañana de ese día.
Uno en especial llamó su atención
<Te veré en tu hogar a la una de la tarde hoy>Sin tomarle tanta importancia dejo el teléfono y continuo comiendo su almuerzo. El reloj estaba por marcar la una, por lo que el albino fue a la sala a esperar.
Ya pasaban veinte minutos después de la una, el menor miraba el techo pensativo.-ahora con que excusa o disculpa me vas a salir Dai... esta vez te excediste...-
Hablaba para si mismo en voz baja.
El timbre sonó. Y el de cabello celeste abrió la puerta al mayor, quien tenia un gesto extraño; una mezcla entre molestia y arrepentimiento. En su mano derecha tenia un pequeño ramo de rosas frescas, las cuales ofreció al menor.
Las tomo entre sus manos con una tenue sonrisa, y las olfateo mas por instinto que deseo-y... ¿me dejarás pasar? Digo... por lo menos dejame pasar a platicar un rato-
Dijo Dai al jovencito, quien acepto dándole entrada a su novio. Una vez dentro, se sentó en el sofá, y mientras el peliazul cerraba la puerta, se quedo atento mirando a sus vendajes
-y bien Dai ¿de que quieres hablar esta vez?-
-podrías empezar explicándome el motivo de los vendajes que traes ahí... manchados de sangre-
El peliazul oculto detrás de su espalda ambos brazos, nervioso, respondió al mayor
-solo me caí... de acuerdo... Nada grave...-
El contrario, como era de suponerse, no se trago ese cuento, se puso de pie y fue hacia el albino. Tomo sus brazos con fuerza apretando sus heridas haciendo que sangre brotara en seguida. Molesto arranco los vendajes para ver aquellas cortadas
-eres un estúpido... ¿a caso te agrada tanto el dolor? ¿No te das cuenta que solo yo soy quien puede hacerte daño?-
Acto seguido, tomo del cuello al menor, lo levanto unos centímetros del suelo y lo arrojo contra el suelo.
El menor tosía por la falta de aire, y tocaba su cuello con un ojo cerrado. Antes de poder reaccionar, Dai de puso sobre el abdomen del menor, encendió un cigarrillo, desgarro la camiseta que el albino traía, y con la pequeña braza empezó a proporcionar quemaduras en su pecho.
El llanto del chico se escuchaba por toda la casa-basta... Dai, detente...-
Suplicaba el albino. Dai, le hizo callar de una seca bofetada, saco de su bolsillo una navaja pequeña, y empezó a acercarla a su rostro del contrario. Justo antes de tocar su globo ocular, arrojo la navaja, se puso de pie, y término dando una fuerte patada en su cabeza del peliazul, quien al instante, quedo inconsciente.
-dulces sueños mi amor...-
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Caricias... (Yaoi)
FanfictionA veces el amor no es eso lindo que hace a las personas vivir una experiencia de felicidad. A veces, puede ser dañino, causar heridas bastante dolorosas si vienen de parte de la pareja. Este pequeño relato, contara el como un joven uke amoroso, tier...