★Capitulo Quinto: Un Pequeño Cambio★

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Ya dentro de su habitación el jovencito cerro la puerta, se miro al espejo notando el sonrojo que estaba invadiendo su rostro, bajo la mirada cruzándose con esa pequeña erección que Dai le provocó. Suspiró y se dijo a si mismo
—por un momento pensé que Dai llegaría más lejos... aun es demasiado pronto para entregarme a el... ¿o no? Pero que digo... solo fueron besos—
Fue a su armario,y , de el tomo unos jeans de mezclilla y una camisa a cuadros de color roja. Se vistió para ir a donde el mayor lo esperaba.
—estoy listo Dai. Podemos irnos amor—
El de iris grisáceos asintió con la cabeza. Sonrió levemente, tomo al menor de la mano para salir de su casa con rumbo al parque central a comprar los helados
—Kai, a partir de hoy cada que desees darme muestras de amor me gustaría que fueses menos infantil. Mira, hablo de que controles algunas cosas... como ser en exceso cursi—
Comento con seriedad aun tomándole de la mano
—no te pido que dejes de besarme o de abrazarme... solo que no actúes como si aun fueras un crío— 
Decía dando movimientos con su mano libre al caminar junto al menor, quien, a su vez, lo miraba atento para poder evitar todo aquello que a Dai le molestaba.

Llegaron al parque juntos y aun tomados de la mano, se acercaron al pequeño puesto de helados para comprar sus heladas golosinas
—quiero uno de galleta, y pongale chispas de colores por favor—
Dijo el chico albino sonriendo, Dai en seguida pidió el suyo. Miraba a su tierno peliazul con más tranquilidad
—deme a mi uno de café con jarabe de chocolate— 
Les entregaron sus helados a ambos chicos. El de iris grisáceos pago ambos helados, tomo la mano del peliazul de nueva cuenta y lo llevo hasta una de las bancas del parque donde ambos se sentaron a comer su postre. El albino recostó su cabeza sobre su hombro de Dai
—tranquilo esta vez sera distinto... prometo ser un poco mas maduro... haré lo que sea por ti mi amor—
Respondió al tiempo que daba una probada a su helado. Sonreía mas alegre que antes, pues el mayor lo estaba abrazando de la cintura apegándolo a el.
El tiempo se fue más rápido de lo que esperaban, pues, cuando se dieron cuenta eran las 6:15 pm. Ambos chicos regresaron a casa juntos. El peliazul se veía bastante contento por haber pasado una maravillosa tarde junto a su amado, esta vez sin ningún tipo de problema.
Apenas llegaron al lugar, Kairi se dejo caer en el sofá agotado por la caminata. Su novio se sentó junto suyo y comenzó a acariciar su cabeza, encendió el televisor, al ir cambiando de canales encontraron una película de acción, la cual capto la atención de Dai
—¡Mira Kai!esta película esta bastante buena... veamosla juntos ¿vale?—
Dijo tomando su cabecita y recostándolo en su pecho
—Dai, amor... me gusta mucho que seas así de amoroso conmigo... siempre quiero estar a tu lado—
Comento levantando la mirada hasta cruzarla con la del contrario
—así sera... si tu puedes cambiar pues yo también mi pequeño—
Las mejillas del albino enrojecieron enseguida, pues aquellas palabras de parte del mayor provocaron en el una sensación maravillosa
—D-Dai... yo... etto... jamas me habías dicho cosas así...—
El contrario solo sonrió mirando su rubor, le tomo de las mejillas y acerco lentamente su rostro para unir sus labios con los del peliazul. Lo besaba de una manera tan amorosa que el menor no podía creer que eso pasara. Los besos de Dai eran muy poco frecuentes, pero, este era distinto. El de cabellera azulada rodeo del cuello a su amado, perdiéndose en su beso sin querer separarse por nada, por ninguna razón dejaría perder un segundo de tan hermoso momento.
Ambos se separaron luego de algunos minutos, y Dai, volvió a poner al albino sobre su pecho dejando que se pusiera cómodo.
El tiempo transcurría a paso lento, el mayor acariciaba la cabeza de su pequeño chico con arduo cariño. No fue hasta que un pequeño jadeo hizo al mayor llevar la vista hasta el peliazul. Se acababa de  quedar dormido en su pecho, pues había sido arrullado por los latidos del corazón de Dai
—Kai... eres tan lindo cuando duermes... pareces un ángel...—
Con delicadeza lo aparto. Apago el televisor y lo llevo cargando hasta su alcoba. Lo recostó en la cama, puso una sabana sobre su cuerpo, luego se acostó a su lado. Beso su frente con amor y de nueva cuenta acarició su cabecita
—dulces sueños mi pequeño angelito de cabello celeste—
Dijo antes de apagar la luz, recostarse y abrazar al albino, para finalmente, quedarse profundamente dormido.

Caricias... (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora