Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 1

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Seúl, una de las ciudades más famosas conocida por su tecnología punta, su ardiente y sentida cultura y por ser el epicentro de las industrias de música más famosas del planeta se hallaba hoy más ajetreada de lo usual. Era un verdadero caos caminar entre la multitud de personas, las cuales ni siquiera se molestaban en pedirte disculpas si te aventaban el café por los aires. Eso era una de las cosas que más molestaban a YoungHo, más conocido por su nombre inglés, John, aunque le gustase más que le dijesen Johnny. Siempre que se dirigían a él por su nombre coreano se aturdía, hasta el punto de sentir vergüenza de sí mismo por cuestionarse si se trataba de él. 

Era por ello que comenzó a soltar varios resoplidos, tomando forma de pequeñas nubes que ascendían al cielo azul. La temperatura había ascendido considerablemente durante esos últimos días, indicio de que la primavera ya comenzaba a dejar paso sus frutos más frescos. La gente comenzaba a salir con más frecuencia, las hormonas se disparaban cuando caía la noche en el interior de los clubes nocturnos y las flores florecían, hermosas y ajenas al movimientos de masas de carne, hueso y sangre. El cigarrillo se consumía a su propio humor, sostenido entre los gruesos labios del alto chico, el cual se hacía paso entre la gente a regañadientes, ya que la muchedumbre ni se molestaba en apartarse a la hora de entorpecer la acera. Una larga calada para reducir el filtro del cigarro y terminarlo, tirándolo directamente al suelo, dejando que su talón apagase la pequeña llama que luchaba con seguir prendida. 

Su flequillo entorpecía, además, su visión, agradeciendo que ésta fuese totalmente perfecta. Lo bueno de mantener su cabello ligeramente largo era que éste le protegía de los candentes rayos de sol, calentando el ambiente de las once de la mañana. La ropa comenzó a estorbarle, teniendo la necesidad de llevar su chaqueta negra de cuero colgada de su brazo, mientras finalmente dejaba caer su culo en el banco de la parada de autobuses, mientras esperaba pacientemente al suyo correspondiente. Aun así, la paciencia no resultaba ser su fuerte, por lo que necesitaba distraerse con algo. En un primer momento decidió que sería divertido observa a las personas ir y venir, analizando con total detenimiento cada una de sus expresiones y movimientos. Sin embargo, a los pocos minutos le cansó, no resultando ser un juego tan entretenido. El agobio y la frustración de la eterna espera comenzaba a apoderarse de él, por lo que sacó su móvil como último recurso, aunque la batería estuviese a punto de morir. 

Sus dedos tecleaban sobre la pantalla táctil de su IPhone, contestando algunos mensajes sin importancia hasta que observó uno al que simplemente no podía darle una respuesta... No por ahora. Una chica de su facultad, más concreto de su misma clase, le había pedido salir innumerables veces, más siempre le respondía con excusas baratas cada vez menos creíbles. Fue por ello que no pulsó el chat de aquella joven cuyo nombre era SooYoung, de seudónimo Joy. No estaba seguro si era de algún país extranjero, como él, debido a aquel nombre, más no se preocupó demasiado por eso. Era una muchacha con la que cualquier hombre estaría dispuesto a estar. Sus facciones eran delicadas, similares a los de un ángel, llamando más su atención sus carnosos labios. Además, era bastante alta en comparación a la estatura media que solían tener las mujeres en Corea del Sur. En las ocasiones con las que se había topado con ella en los pasillos de la universidad, pudo reconocer los cambios de look que había sufrido, seguramente para llamar su atención. En su foto de perfil pudo reconocer a la susodicha con el pelo corto, mostrándose encantadora, acompañado por un color castaño, mientras un desordenado flequillo cubría su bien lucida y pálida frente. Lo que realmente le preocupaba era hacerle daño. Siempre que le decía que no, lo hacía de la forma más cuidadosa y delicada posible, más se ganaba con cada rechazo una apenada sonrisa formada en la boca de la misma. 

Imposible de mandarle un mensaje, guardó su teléfono en el interior del bolsillo de sus jeans, viendo más certero el anterior entretenimientos. Este país, en comparación con Estados Unidos, era mucho más conservador y reservado a lo que era Norteamérica, costándole entender en la mayoría de las ocasiones que se presentaban frente a él como la gente en el territorio asiático podía ser tan individualista y cerrada. Simplemente le costaba comprender ciertos factores, provocando que su estilo de vida fuese algo más retraída a lo que normalmente solía hacer en Chicago. En su ciudad donde prácticamente se había criado desde que era un bebé todo era diferente, sintiendo a sus habitantes más hospitalarios y amigables que los coreanos. Siempre se incomodaba cuando tenía que medir sus palabras con la mayor parte de sus amigos, sobre todo a la hora de hacer bromas si no quería que un grupo de chavales explotasen de timidez si llegaba a sacar la artillería de sus chistes picantes. Su vida, en pocas palabras, le provocaba estrés.

» Moments«  ☆☈ JohnJaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora