La sangre comenzó su fase de ebullición, recorriendo con furia el interior de las venas que confeccionaban el perfecto riego sanguíneo de su cuerpo, hasta que finalmente llegó a su rostro, transformándolo en algo similar a una luz brillante de color carmín, como si de un semáforo denegando el paso se tratase. Si no fuese por su castaño cabello ocultando la mayor parte de su cara, seguramente la vergüenza hubiese sido mayor; un señor de mediana edad, de unos cuarenta y cinco o cincuenta años, se encontraba sentado realmente cómodo en el sofá, con la camisa de un blanco impoluto desabotonada hasta el final, al tiempo que las delicadas manos de una joven se encargaban de rozar de la forma más altanera posible el esculpido pecho del, seguramente, propietario de la casa. La mirada de Johnny se desvió instantáneamente hasta el hermoso perfil que poseía el más bajo de los dos, percatándose en la forma en la que sus ojos desprendían chispas de incredulidad, ardientes de ira, como si de hierros abrasadores a punto de sellar la piel de un animal se tratasen. Sus cinceladas y bien delineadas facciones estaban desencajadas, pudiendo percibir como un tic se había formado bajo el ojo derecho del menor. Sin embargo, lo único que llegó a alcanzar a hacer fue exhalar un exasperado suspiro, a la par que se acercaba a la delatada pareja, la cual era alumbrada por la tenue luz de la lamparilla de noche, colocada perfectamente sobre una mesita, junto al sofá.
El cabello rojizo (obviamente teñido) de la desconocida se encontraba ligeramente desordenado, fuera de lugar, sus labios entreabiertos, algo hinchados y con rastro de pintalabios fuera de los mismos analizaba los movimientos de JaeHyun, el cual no tardó demasiado en sacar su billetera y extender rápidamente un par de billetes frente a la susodicha. Los deseos de ésta se mostraban dubitativos, mas finalmente agarró ese jugoso dinero, tomó sus tacones y salió de casa al mismo tiempo que escondía su ganancia en el interior de su sostén.
El joven de hebras castañas se mantuvo cauto y distante, a la par que evitaba por todos los medios inmiscuyirse en una pelea de miradas, cuyas orbes eran capaces de expulsar odio y rencor de una forma mutua que, a decir verdad, le provocaba incomodidad. No supo cuanto tiempo estuvo en aquella posición, en un lúgubre rincón del salón, refugiado entre la oscuridad de esas cuatro paredes que se cernía sobre su persona hasta el punto de agobiarle, notándose más pequeño e insignificante, únicamente alumbrado por la pequeña bombilla de la anteriormente nombrada lamparita, creando un juego de luces y sombras que distorsionaban su esbelta pero bien formada figura.
Las palabras no se sucedían, provocando que el tiempo, en algún momento, se detuviera, disipando cualquier rastro de continuidad, parando en su reloj mental las manecillas que, a medida que los minutos transcurrían, éstas marcaban un ritmo más lento y poco constante. El agobio le oprimía, sintiéndose totalmente fuera de lugar ante esa situación. El muchacho de nombre extranjero se limitaba a contemplar aquella paronámica, totalmente maniatado ante la incapacidad de solucionar la disputa que se creó en un abrir y cerrar de ojos. Su respiración comenzaba a colapsarse, a volverse más pesada y espesa a medida que el oxígeno se filtraba por sus fosas nasales en un vano intento de controlar el sonrojo que todavía se apoderaba de sus carrillos.
Podría haberse mantenido así, distante ante un dueto silencioso, erguidos uno en frente del otro, sin temor o compasión por lo que podría sucerderse en ambas cabezas. Sin embargo, el fino oído de John captó un sonido similar al crujir de la madera, cuya lentitud le alertaba de que alguien les espiaba desde el piso de arriba. Con cierta curiosidad, e ignorando aquella batalla que se libraba frente a sus narices, alzó su mirada, hallando entonces a alguien inesperado; un chaval cuya edad oscilaba entre los diecisiete y dieciocho años, de ondulados mechones dorados que caían en cascada sobre sus órbitas y una estatura moderada les analizaba con cierta quietud en sus pupilas, apoyado en la barandilla del mismo material barnizado mientras se percataba de todo lo que estaba ocurriendo bajo el techo de esa casa.
El ceño del mayor se frunció, ya que aquel redondo rostro de inocentes facciones le hacían recordar a un vago retrato que, a medida que dejaba que las piezas del rompecabezas encajase, la neblina y borrosidad de su cerebro iba desapareciendo, dejando entrever lo que ocultaba. Fue entonces cuando las propias líneas de su rostro se relajaron en una grata sorpresa, exhalando inconscientemente un suspiro entremezclado con alivio y alegría; ¿así que ese era el hermano de Jaehyun? Realmente se sorprendió de sobremanera. Ambos compartían una similitud física completamente calcada, como si uno reflejarse al otro, y viceversa.
Aquel suspiro fue capaz de quebrantar el silencio, cortándolo pulcramente con el suave a la par que grave trino de su voz, como si de un rápido movimiento de la afilada hoja de un arma blanca se tratase, desgarrando el eco del lugar. Rápidamente, el infiltrado en aquella estancia cubrió con su diestra su boca, sintiéndose completamente estúpido al no remediar sus impulsos. Ni siquiera se atrevía a observar al anfitrión, o a aquel señor que se mantenía semi-desnudo frente a sus esquivos ojos.
━Vamos.━La voz del adverso resonó en cada recoveco de la sala, retumbando en las paredes de color crema, decoradas por algunos cuadros que colgaban perpendicularmente en la misma, engañando a la gravedad. El maravilloso tacto de sus finos y delicados dedos agarrando su muñeca fueron suficientes como para provocar que su piel se erizase al instante, permitiéndole que le guiase plácidamente hacia la puerta principal, cruzando una vez más el umbral que le llevaron hasta el frescor del exterior de nuevo. La oscuridad de la noche no le permitía al joven castaño verle con claridad, pero sabía a ciencia exacta que su rostro, aquella angelical cara expresaba desasosiego, ese sentimiento que, por alguna razón u otra, provocó que un sonido inconfundible emergiese de la garganta de Yoonoh: ahogados sollozos.
El corazón de John se encogió cuando la fuerte fachada que mostró en un principio su acompañante se resquebrajó en pedazos en cuanto pisó el frío asfalto, siendo él mismo y la propia soledad de aquella velada quien fuesen los espectadores de su faceta más frágil. Aquel palpitante músculo que seguía latiendo en el interior de su pecho se volvía más lento y doloroso, incapaz de contribuir en su riego normal, llenándole de una congoja que no podía explicar con palabras. El agarre de su mano, ese suave contacto se acentuó alrededor de la ligeramente bronceada piel de la muñeca del más alto, apretando las yemas de sus dedos contra sus tendones recubiertos por su dermis. No pudo evitarlo. No podía reprimir el sentimiento que florecía con más fuerza que nunca en su interior.
Un suspiro desgastado, entrecortado y vacío fue el tormento suficiente como para provocar que las instintivas acciones del cuerpo de aquel muchacho que sobrepasaba en altura al contrario guiasen la complexión adversa hacia la suya. Sus brazos, de a poco, rodearon con sutileza y cariño los hombros del jovenzuelo cuyo pelo centelleaba a la luz de la luna debido a su claridad, uniéndolos en un abrazo, el cual perduró más de lo que ambos podían imaginar. El calor de los dos se mezclaba, condensaba y matificaba hasta convertirlos en uno.
Siempre había escuchado que las palabras sobraban en estas situaciones, mas nunca había experimentado una tan de primera mano como ahora. El largo flequillo del de mayor edad era capaz de cubrir sus rasgados párpados, camuflando con éxito sus sentimientos, desprendiéndose con un toque especial de sus orbes. Con suerte, ese sencillo acto fue capaz de calmarle, por lo que sin ni siquiera deshacer aquel contacto, se armó de valor en cuanto una idea un tanto descabellada cruzó los confines de su mente.━Oye... ¿Quieres venir a dormir a mi casa...?
❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥ ❥¡Bueno, bueno, bueno! Me vais a perdonar por no haber actualizado en 18729017362 años, pero andaba bastante ocupada estudiando para recuperar asignaturas y luego para selectividad (¡qué por cierto, lo he aprobado todo!). Además, por esos meses mis ánimos iban fatal, mi mood estaba hecho añicos y sólo tenía ganas de dormir y otras muy pocas de seguir estudiando. Posiblemente era por el cansancio... Moraleja: no te dejes asignaturas para Septiembre.
¡Y eso, que me callo un mes! Siento mucho si el capítulo es un poco meh, pero prometo que el siguiente estará mejor elaborado, I promise. OS QUIERO, Y GRACIAS POR SER TAN PACIENTES. 💞
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» Moments« ☆☈ JohnJae
FanfictionLa vida es un juego. Un delicioso pero, en ocasiones, tortuoso laberinto cuyo final es la muerte. "La gente no sabe disfrutar ya de la vida, ¿no crees?" Posiblemente esas fueron las palabras más cuerdas jamás escuchadas por sus astutos oídos. Posib...