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Las semanas habían pasado y Elizabeth había conseguido algo muy importante y deseado: Un puesto fijo en el hospital.
Tras pasar sus exámenes con muy buenas calificaciones y por su rendimiento durante la residencia, el director del hospital le había comunicado que luego del receso de verano y tras haber pasado su último examen final, ella tendría un puesto asegurado en el área que ella escogiera.

Elizabeth no podía creer lo que había logrado y estaba muy feliz por ello ya que significaría que sus planes comenzaban a ir viento en popa. Por otro lado, a su amigo, Kevin, también le había ido muy bien. Él era al que más se había apegado en su estancia, era un chico muy lindo; Residente de medicina, estaba en su última semana en urgencias, ya que luego pasaría a cardiología. Era un muchacho muy inteligente, atractivo, divertido y amable. Y muy gay también. Una pena.

Se habían hecho muy amigos y los viajes que compartían hasta sus respectivas casas, se convertían en algo rutinario y divertido para ambos.

Como había sido una gran semana, y ya que su turno había terminado relativamente temprano, decidieron ir a festejarlo a un bar muy concurrido por todos en el hospital. Tras quitarse sus uniformes y ya de civiles, salieron chocándose con un cambio de clima que no tuvieron en cuenta, el viento helado los abrazo en cuanto las puertas del hospital se abrieron.

- ¿Qué carajos? Está helando - dijo Kevin temblando.

- Es que llovió en la tarde. No tengo nada abrigado- agregó Elizabeth regresando al interior del hospital.

- Ahora regreso, en mi casillero tengo un saco. Espérame aquí, Liz - dijo subiendo nuevamente al ascensor.

- Okey, apúrate que me congelo. - Se cerraron las puertas, quedando ella abrazándose a sí misma.

- Si quieres puedo prestarte mi abrigo. - Elizabeth volteó exaltada buscando el origen de esa voz tan grave.

Confundida, lo observó allí parado con las manos en los bolsillos de su mullido abrigo de cuero. Elevó sus carnosos labios en una sonrisa coqueta y se acercó a ella.

- ¿Qué tal, Elizabeth?- Dijo ya frente a ella. Era bastante alto y su perfume era demasiado masculino y embriagador. Ella no creyó volverlo a ver y sin embargo, allí estaba.

- ¿Qué haces aquí, Nath?- Cuestionó la pelirroja reprendiéndose mentalmente por haber usado un término tan personal con él. Su cabello suelto se pegaba a su rostro a causa de la brisa que entraba por la puerta.

- Me alegra que recuerdes mi nombre, pero solo vine a verte - contestó Nath como si fuera lo más natural del mundo. Elizabeth no había sabido nada más de él desde que le pidió su número hace tres semanas y la verdad era que  esperaba no hacerlo ya que le había dado un número falso.

- Esto es muy raro y asusta ¿Lo sabes verdad?- dijo ella mientras echaba vistazos rápidos a las puertas del ascensor deseando que Kevin apareciera.

- Si no me hubieses dado un número falso, hubiese sido más normal. Un mensaje o una llamada, programábamos una cita, nos conocíamos y quien sabe...- su tono incitaba a pensar cualquier cosa. Parecía confiado en que aceptaría rápido y fácil.

- ¿No crees que eso tenía un mensaje oculto?- dijo ella mirándolo con reproche mientras sus intensos ojos chocolate la observaban vorazmente.

- Hacerte la difícil y romper mi dulce corazón- contestó él llevando la mano a su pecho. Era ridículo.

- No, no lo hice por eso. No quiero tener problemas con el hospital - se defendió ella.

- Pero te dije que ya no era paciente, ¿Por qué lo hiciste? - Nath le dirigió una mirada herida.

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⏰ Última actualización: Aug 30, 2019 ⏰

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When the Love falls in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora