Al día siguente a la ecuela no había ñlegafo la profesora de química lo que significa que tenía tiempo libre y en un día soleado no lo podía desperdiciar sentada en la cafetería de la escuela.
Una de las razones por las que estudiaba en Frechter (mi escuela) aparte de que mis padres me habían me habían obligado, eran las áreas verdes que poseía, las plantas, las flores, y sobre todo ¡árboles!
Los árboles me encantaban, pero había uno en especial, era un árbol antiguo, su tronco era gigantesto y tenía una textura que me embelezaba. En otoño los colores se sus hojas eran impresionantemente bellas, eran de un color rojizo a uno amarillento, y estas danzaban cuando se desprendían de sus ramas, el sonido del viento era la melodía que las acompañaba a su destino final, el pasto. Este árbol me encanta tanto que hasta le puse nombre. Se llama Ubudala, que significa viejo en zulú. Y si se lo preguntan, sí, lo busque en el traductor.
A la par de este había una banca de metal que hacía contraste con la madera añeja pero eran el complemento perfecto. Muy pocas personas conocían este lugar, ya que estaba relativamente lejos de los edificios de la escuela.
Venía a este lugar cuando tenía tiempo libre (como ahora) o cuando simplemente quería pensar. Cuando estaba triste también venía pero solamente a abrazar a Ubudala. Pues dicen que si abrazas a un árbol este se lleva las malas energías y te recompensa von vibras positivas.
Estaba sentada en la banca de metal pensando en que si Ubudala fuera una persona sería un hombre anciano, con lentes y bastón, con chaleco y pantalones beige. Sería como aquellos abuelos que sientan a sus nietos sobre sus piernas sin importar que tan pesados esten, y les contaría las aventuras de su vida y sobre todo, les daría consejos sobre las pequeñas cosas de la vida.
De repente sentí un peso sobre mi hombro.
-¡carajo! - grite cuando me di cuenta que ese peso era por la mano que posaba en mi hombro. Me pare rápidamente no sin antes darme cuenta que el dueño de aquella mano también se había espantado.
Me gire sobre los talones para quedar frente a frente con aquella persona, teniendo entre nosotros a la banca de metal.
Solamente era Franco pero ¿que hacía aquí?
-Lo siento, no quería espantarte- dijo con una cara de arrepentimiento, era tan tierno- pero ahora que lo recuerdo ya estamos a mano.
- ¿a mano?- no podía estar más confundida.
-Sí ¿recuerdas ayer cuando me tomaste del brazo y pense que eras un ladrón?
Oh claro
-Upps, lo siento. ¡Oye! Ya te había pedido perdón.
-Ahora soy yo quien debe pedirtelo.
-Bueno, ya no importa. Pero dime ¿que haces por estas rumbos?¿acaso no tienes clase?
-No tengo clase porque no vino el profesor y Alex esta durmiendo.
-¿Durmiendo?¿en donde?
-En su casa.
-Pues ya que no tienes nada que hacer, ven - dije sentandome otra vez en la banca mientras el hacía lo mismo-¿como sabes de este lugar?
-Cuando mis padres me inscribieron se quedaron charlando von el director y su platica era mut aburrida adí que decidí dar un pequeño paseo y me encontré con este lugar.
-Es precioso.
-Lo es- dijo mirando hacia aquel árbol que tanto me gustaba.
-Se llama Ubudala.
-¿Quién? - preguntó desconsertado.
Sonreí, era una tonta, claro que el no sabía que los árboles también tienen nombres.
-Él- deje señalando con mi dendo índice hacia el lado izquierdo de donde nos encontrabamos.
Se levantó , era aún mas tonta por contarle aquel secreto, ni siquiera había empezado mi plan y ya lo estaba hecjanfo todo por la borda. Si el me creía loca, pues con esto me creería aún más.
Caminó hacia la izquierda y no paró hasta quedar frente y tronco con Ubudala. Levantó la mano derecha como si quisiera estrechar la mano de alguien y dijo "mucho gusto Ubudala". Sonreí como una boba, eso si que no me lo esperaba.
Volteó su mirada hacia mí y sonrió dulcemente. Este chico era encantador.
-También lo puedes abrazar.
-Prefiero no hacerlo, él es tuyo. Buscaré el mío por otra parte aunque creo no encontrar una tan encantador como el tuyo.
Solté una risotada- ¿no ves que es gigantesco? No creo que a Ubudala le enoje que lo comparta contigo.
-Pues si es así... - pasó sus brazos por el tronco del árbol y aunque Franco tenía unos brazos mas largos que los míos, no le alcanzaba para llegar a la mitad de la circunferencia de este.
-Espero que guardes el secreto.
-Lo prometo- dijo poniendo la mano derecha cerca de su hombro, haciendo algún juramento.
Sonreí sabiendo que ese gesto era muy lindo y tierno de su parte.

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Nerd en Peligro
Ficção AdolescenteKyra es una chica no tan normal, pues tiene una pizca de locura y muchas incógnitas sobre la vida amorosa de las adolescentes y su manía de sufrir por culpa del chico malo, egocéntrico, popular, malo, mujeriego... Los nerd ya no existen en su escue...