El paso del tiempo

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Dos meses. Habían pasado ya dos meses desde que Tom se fue. Dos tormentosos meses llenos de culpa. Ahora parecía que la herida ya empezaba a sanar, la rutina ayudaba a Sofía a olvidar aquella experiencia. Todos los días se iba a trabajar al instituto sobre las 8 y volvía a casa sobre las 4 o a veces 5 de la tarde. El trabajo es y siempre había sido su bálsamo contra los problemas. Pero aquello había sido ya la gota que colmaba el vaso. En Tom veía la luz al final de un túnel que llevaba transitando mucho tiempo y esa luz se fue. Y Martina, la profe de música, estaba para recordárselo todos los días cada vez que veía su pelo oxigenado por los pasillos y la sala de profesores.

Los jueves Sofía terminaba antes de las 14h. El jueves 4 de marzo decidió ir al supermercado a coger un poco de fruta, aguacates, pan y, como no podía faltar, dos botellas de vino Rioja. Ese, como ya venía pasando de hace 2 meses, iba a ser su plan para el fin de semana: comer y beber. Entró en el Aldi más cercano al instituto donde trabajaba. Miraba y remiraba las estanterías para ir cogiendo cosas que no había ido a buscar: "anda, mira, bombones de chocolate blanco...ufff, los cojo!". Dos paquetes de patatas y una tableta de chocolate más, giró el pasillo para ir a la zona de los vinos y por poco se atraganta con el chicle que llevaba del susto...allí estaba Tom.

Sofía se quedó lo siguiente de petrificada, a la vez que se le removió algo en las tripas y, como no, se puso roja como un tomate. Pero Tom no se quedó atrás, se puso blanquísimo, como si no esperaba ver eso que estaba viendo. Ninguno sabía que decir. El silencio era demasiado incómodo, así que Tom decidió empezar a hablar.

-Sofía, cuánto tiempo! No esperaba encontrarte aquí...bueno, no esperaba encontrarte en general por ningún sitio. Vaya, no sé ni qué estoy diciendo.

-No te preocupes. Yo tampoco lo esperaba. De hecho, creía que estarías de vuelta en Inglaterra. ¿Cómo estas? ¿Va todo bien?

-Oh, sí...va bien, gracias. Espero que a ti también.

-Sí, muy bien. Bueno, me voy. Nos vemos. - Dijo Sofía muy fríamente.

Cogió el carrito y se fue corriendo hacia la caja. Sacó la cartera para pagar y de los nervios se le cayó todo al suelo...encima de perro, apaleado. 

-Wait. Te ayudo.- Era Tom

-Gracias.- Sofía giró la cabeza hacia la cajera que estaba esperando para que le pagase. 

-Sofía, creo que deberíamos quedar y tomar algo si quieres. Tengo cosas que hablar contigo. 

"Ya, y te esperas a encontrarme por casualidad en un supermercado para contármelas, no? Venga ya, hombre!"

-Eh, sí, vale. Ya me escribes y quedamos. Ciao. - dijo muy con un tono muy seco.

Tom se quedó con el ceño fruncido. Sofía salió echando leches de allí sin saber si llorar, vomitar o gritar de la rabia. Todo lo que había conseguido olvidar durante dos meses, volvió a su cabeza en 5 minutos. 


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