009

19 3 1
                                    

De lecciones y disculpas.

Rubén seguía enviando mensajes a Mangel probando que tanto podía resistir la llamada “paciencia” que el menor tenía. Pero todo tiene un límite y esa cosa que decía tener Mangel se desmorono, cualquier intento de llamar su atención de parte del mayor ya se había convertido en una mala contestación que no hacía más que seguir abriendo la herida de ambos y agravar la situación extraña que ambos tenían.

—Pero tú no... La profesora dijo eso— mintió el menor ante la insistente molestia de Rubén.

Mangel nunca había sido de los que se enfadan tan fácilmente, bueno si, pero eso no le gusta que se lo mencionen, Rubén había adoptado cierta actitud egoísta y altanera, cosa extraña en él porque nunca había actuado de esa forma antes.

El menor dudaba por todo pues como estaban las cosas nada de lo que fuera a pasar sería bueno, alguna vez se preguntó si así se siente cuando la persona que amas te ignora. ¿Amar? ¿Pero que acaba de decir? Sacudió su cabeza en desaprobación. Estaba peor con cada día que pasaba, la angustia no mejoraba nada solo lo empeoraba entonces una voz molesta lo saco de su pensamientos.

— ¿Rubén no vendrá? —dijo Alex con una mueca que Mangel bien descifró.

Venía a burlarse.

—La profesora lo mando a descansar. —Mascullo, de repente las serpentinas y listones que Mangel sostenía en sus manos eran la cosa más interesante del mundo.
—Nooo… la profesora quiere saber dónde está.

La cara de Mangel se puso de todos los colores posibles, el más bajo lo miro raro y era de esperarse.

— ¡Mangel! —la voz de la profesora se escuchó en un sonoro grito.

¡Mierda! –Se dijo a sí mismo. —Si profesora.

—Se puede saber ¿dónde está Rubén? se supone que todos vendrían para terminar esto —comentó en tono molesto.
Al pobre chico las mentiras se le acabaron mientras la profesora lo veía con el ceño fruncido esperando la excusa, sintió que pasaron mil años y el no respondía. Pensó que con tantos alumnos la profesora pasaría de Rubén pero no, ¿Cómo iba a pasar de él si había tomado lista?
Tarado.

—N-no se sentía bien… f-fue a la enfermería y lo mandaron a casa temprano —tartamudeó un poco, Alex lo miraba confundido entonces quiso intervenir pero noto la mentira de inmediato ¡Ah! además le estaba gustando el rumbo que la conversación llevaba.

La mirada de la profesora cedió y lo miro esta vez más calmada. —Oh  bueno, dile que mañana quiero hablar con él solo se le justificara la salida de ayer de mí parte. —Mangel quería que la tierra se lo tragara y lo dieran por perdido. ¡Es más quiso que a la profesora le diera amnesia! La mentira había crecido considerablemente y lo peor es que no lo había podido manejar, ¿Qué mierda iba a hacer? ¿Seguir mintiendo?
Buena idea.

— ¡Profesora! ¿No prefiere que se lo diga yo? No sé si vaya a venir mañana. —Imploro porque la mujer aceptara, Alex curioso esperaba que la mentira cediera, se estaba divirtiendo demasiado.
La profesora lo miro confundida lo medito solo un poco y contesto.

—Está bien —Mangel le agradeció a todos los dioses, se había salvado. Pero no por mucho, la mujer se apartó gritando porque, ¡no, no, no! Oye tú y tú, eso no va a ahí ¡ugh!

—Que mentirosillo Mangelsillo —canto Alex burlándose.

— ¿Te puedes callar? —refunfuño el menor.

— ¡Bueno! yo ya me voy, creo que me duele la cabeza le diré a la enfermera ¡capaz y me da el día libre como a Rubén! —dijo sonando tan sarcástico que parecía que se iba a echar a reír como loco. Ladeó su cabeza y dibujo una gran sonrisa burlona. —Nos vemos después, saludame a Rubén cuando lo veas.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 02, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El Diario De Mi Mejor Amigo | RUBELANGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora