Bambi.
Debí haberlo sabido.
Dejen explicar algo sobre Archie Perkins, el es un libro abierto, un libro con una sola palabra escrita en sus paginas, con letras mayúsculas y resaltadas... y esa es Incorrecto. Y yo debí haberlo sabido.
— Estas molesta. — Había parecido de la nada, en la oscuridad de aquella noche. Pelee con George, el sujeto no dejaba de molestarme. Se había pasado de la raya con sus comentarios, simplemente no pude soportarlo y lance un vaso de cristal a su cara, lo esquivo, para mi mala suerte. Una oleada de risas y coros diciendo: Esta loca. No iba poder contenerme mas, la terapia y medicamentos no servirían de nada. — No, estas mas que molesta. — Tarareo. — Estas irritada, no, no, iracunda.
— No estoy de humor Archie. — Gruñí esquivándolo. El me siguió caminando hasta mi lado.
— Eso es lo que digo. — Dijo sonriendo. Yo mire hacia enfrente, mis brazos estaban cruzados impidiéndome hacer cualquiera cosa indebida. — ¿Por qué lo controlas tanto? Solo libérate.
— No se de que rayos hablas. — Masculle de mala gana. Ni siquiera sabia a donde ir. Estaba lejos de mi vecindario, probablemente Terry habría estado marcando a mi celular, o buscando en las calles cercanas cuando notara mi ausencia.
— La ira. — Detuve mis pasos. Archie tenia una pose relajada, incluso una sonrisa. — ¿Creíste que no lo iba a notar? Todas esas respiraciones, puños sudosos, el medicamento que siempre cargas contigo y tomas a escondidas. Y que decir de esas idas al psicólogo. — Me sentía tan avergonzada, quería correr, ir a casa. Antes de que mis piernas actuaran y lo hicieran Archie se acerco. — Hey, hey. Tranquila, tu secreto esta a salvo. Y aun mas que eso.— Se señalo así mismo. — Voy a ayudarte.
— ¿A-yu-yudarme? — El asintió, sacudió su chamarra de cuero y me miro directamente mientras se me acercaba.
— Te dicen que debes controlarte, reprimirte. Yo digo que se jodan y que te liberes, te sentirás mejor. — Su brazo envolvió mis hombros. — Paso uno. Regresemos.
— No quiero volver. George fue un idiota. — Contrario a lo que dije le seguí.
— George siempre es un idiota. Solo debes dejarle claro que no debe meterse contigo. — Dijo con simpleza. — Esto es lo que haremos. — Susurro en mi oreja, mi cuerpo se erizo al sentir su aliento cálido en cuerpo. Debió haberlo sentido, porque por primera vez sus ojos tuvieron ese brillo que se volvería habitual. — La vecina de George es una mujer mayor. Romperemos sus ventanas, correremos a mi auto y dejaremos que la policía llegue.
— Y-yo no pienso hacer eso.
— Claro que lo harás, y lo disfrutaras.
Me dio un suave empujón cuando se aparto de mi. Estábamos a una casa de la de George. Archie tomo una roca, y cual pose del mejor pitcher, lanzo la roca hacia la casa en penumbras. — Rápido, hazlo tu. Vamos, vamos, no hay tiempo. Lanza la maldita roca. — Gruño mientras la colocaba en mis manos. Mire mis manos cubiertas de tierra, la roca era casi del tamaño de mi palma. — Ahora, joder.
Y la lance, directamente en la ventana principal y mas grande. Sentí una explosión recorrerme, el ataque de risa vino después, y luego el sonido de vidrio rompiéndose y la risa de Archie al fondo. Lance una mas, entonces Archie me tomo de la cintura y corrió hasta su auto, yo rebotando y riendo sin parar. Las luces de aquella casa de encendieron, hubo gritos, y los rostros que había visto riéndose, estaban pálidos.
— ¡Fuiste un mal chico, George! — Grito Archie sacando la cabeza desde la ventana de su auto. Dio un aceleron, yo no paraba de reír.
Mire a Archie, tenia una sonrisa grande mientras conducía y canturreaba algo de Led Zeppelin. Me mire, mi suéter amarillo cubierto de tierra, gotas de sudor bajando de mi rostro, era un desastre pero me sentía tan bien, con tanta energía.
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Pequeños Morgan
Roman d'amourMezcla a la chica con su novio imaginario (que en realidad existe y es constantemente acosado.) Le sumas al chico problemático que solo quiere bailar y conseguir a una francesa escurridiza. Luego un poco de un líder por excelencia/chico perfecto/mod...