Capítulo 01
Soledad Morrison siempre lo dijo, ese camino que recorría todos los días era el más lindo que había visto en sus quince años de vida. Le encantaba sobre todo al atardecer, cuando el sol se deshacía tras los viñedos.
—Hoy me lo perdí— se dijo mientras caía la noche
Se había quedado más tiempo en la ciudad, donde trabajaba vendiendo pan casero para ayudar en algo a la maltrecha economía familiar. Cuando escuchó un ruido al costado del camino, no le dio importancia. Siempre había bichos en aquel camino. Pero al notar una sombre inmensa abrirse a su lado, no tuvo ni tiempo de reaccionar.
En unos segundos se vio rodeada, eran tres hombres. Algo raro para esa zona; uno de ellos rubio, muy rubio. Cayó al piso, en unos segundos aquellos extraños hombres le sacaron la ropa. Los tres toqueteaban su cuerpo, Soledad ni gritó ni lloró. Volvió a su casa hecha despojos, como no sabía que decir no dijo nada.
Pero a las pocas semanas cuando estalló la noticia del embarazo, las reacciones en la familia Morrison fueron inesperadamente crueles.
—Eso lo que llevas adentro no es un ser humano —Dijo Esther, su madre— Es un hijo del mal, un engendro.
La señora de la casa era toda severidad. Sus ojos, dos volcanes; vestía siempre de negro y sus ocho hijos la respetaban hasta el miedo. Cuando a los nueve meses Soledad dio a luz al bebé no deseado, al que llamaron Joe, la mirada de Esther cambió de repente se tornó a suave. En una típica familia londinense nació un bebito rubio y de ojos claros con ninguna maldición. Nada de eso. Cuando tomó al bebé en sus brazos sintió un deseo que le quemó por dentro. Y al que no pudo resistirse. Le dijo a todo el mundo que el recién nacido era hijo suyo.
Hizo callar a Soledad y la mandó a Cambridge. Ninguno de sus hijos se animó a decir palabra alguna.
Faltaban cuarenta y cinco años para que su hija lo apuñalara cuando a Joe le dejaron ver una parte del secreto. Le contaron que su verdadera madre era su hermana, quién lo había dejado en manos de Esther, la mujer que lo crio. Se sintió abandonado, nada que le dijeron de las cartas y el dinero que Soledad enviaba desde Cambridge. Odió a su verdadera madre, mientras se hizo invencible el amor por su abuela a quien, a pesar de todo, siguió llamándola mamá.
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Las hermanas Morrison
ParanormalEl jueves 27 de marzo del año 2000, Blanca Morrison presenció cómo su padre recibía –de pie y en absoluto silencio- más de cien puñaladas de parte de su hermana Diana, quién hasta esta mañana era una alumna ejemplar en la universidad de Londres. Vi...