La desaparición de los diccionarios del planeta

12 de enero de 2017 (por la tarde)

Eran las 16:30 y estaba haciendo los deberes ya que no sabía a que hora iba a volver y no creía que me apeteciese ponerme a hacer los deberes.
Después de comer llamé a mi madre para decirle que iba a salir con Sofi y que no sabía a qué hora volvería, para que no se preocuparan si llegaban a casa y no estaba.
Dejé el boli en la mesa y abrí el armario. No sabía que ponerme, pero si sabía que tenía que ser algo cómodo porque no sabíamos que íbamos ha hacer. Opté por unos leggings estilo vaquero, una camiseta cualquiera y una sudadera del Zara que me la regalaron mis padres por mi cumple. A menos de diez salí de casa hacia el parque donde había quedado con Sofi. Cuando llegué ella ya estaba allí, sentada en un banco al final del parque para poder hablar con mayor tranquilidad. En cuanto me vió llegar se levantó y fue corriendo ha darme un fuerte abrazo.
  -¡Laura! Cuánto tiempo sin vernos. Estaba empezando a pensar que ya no ibas a venir.
  -¿Cómo no iba a venir? Llevaba esperando este momento desde cuando hablamos y me dijiste que te volvías para León.
  -Yo también. ¿Y has vuelto a ver algo extraño?
  -No, la verdad es que no. ¿Y tú?
  -Pues yo sí. Esta vez es en los carteles, anuncios, nombres de tiendas y nombres de productos -me comentó Sofi-. Lo que pasa es que tienen alguna falta o palabras que no existen, como por ejemplo, en vez de ser panadería es barrerya, de barra de pan, y en vez de ser con "i" es con "y". Esto no es muy grave pero sí que te llama la atención. Pero a parte de eso no he notado nada más.

  -No es tan grave como el resto de cosas que hemos averiguado, pero sigue siendo un ejemplo más y puede que nos sirva. Por cierto. Ahora que has vuelto a León, ¿vas a volver al Jesuitas conmigo como antes, no?

  -Claro que sí. Mis padres no quieren liarse la cabeza a buscar otro colegio. Y a parte, cuando me fui, me guardaron la plaza hasta el final de curso por si volvía, y... ¡aquí estoy!

  -Pues me alegro. Así volveré a tener a alguien con quién hablar. Pero si vamos a hablar de esto en el colegio, hay que tener mucho cuidado. No queremos problemas ni confusiones con los demás -comenté-.

  -Ya. Y tenemos que aparentar que a nosotras también nos ha afectado lo de los diccionarios. Porque si no podrían sospechar de nosotras.

  -Yo había pensado en que al hablar en público o escribir algo que puedan ver los demás, lo hagamos con faltas, inventándonos palabras o cambiando el orden de alguna letra, por ejemplo. En definitiva, lo que hace todo el mundo -le propuse a Sofi-.

Pasamos un buen rato pensando en cómo deberíamos actuar en público para que nadie sospeche. Y como hacía buena tarde, fuimos a una heladería cercana y me tomé un helado de stracciatella con nata y Sofi uno de pomelo y kiwi. La verdad es que nunca había probado esos sabores, y es raro ya que a mi me encantan los helados, así que me dejó probarlo y la verdad es que me gustó. Me dijo que lo probó por primera vez en Madrid con sus padres y se convirtió en su helado favorito. Como buena aficionada a los helados, ya me lo tomaría alguna vez.

Después fuimos a dar un paseo por León y nos olvidamos de los diccionarios, el colegio y de todo y nos centramos en recuperar el tiempo perdido y nos estuvimos haciendo fotos como en los viejos tiempos y recordando anécdotas de la infancia, como una vez cuando éramos pequeñas, Sofi me empujó y caí a la fuente del barrio. Después de eso me enfadé con ella pero no pudimos aguantar mucho tiempo enfadadas así que al día siguiente ya la perdoné. Cuando ya casi nos habíamos recorrido todo León, nos fuimos a casa ya que al día siguiente teníamos clase y no queríamos quedarnos dormidas.

No habíamos hablado mucho sobre el caso pero estábamos muy emocionadas de poder volver a estar juntas así que preferimos centrarnos en eso, ya que para hablar de los diccionarios ya tendríamos más tiempo. La alegría que sentía de volver a tenerla a mi lado, no se podía explicar con palabras.