Capítulo 5

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—¡Que bien que ya estás en tu casa! No me imagino lo desesperante que debe ser un hospital, no es que yo haya estado en muchos ...pero... Bueno, lo imagino. No sabes cuanto han hablado de ti en el colegio, de seguro que este año lo pierdes, William dice que...

—¡Callate Luis! —Lo interrumpió Ana, los compañeros de Josué habían ido a visitarlo.

Luis no era tan amigo de Josué, pero le había afectado mucho el accidente, se sentía un poco culpable en realidad por que siempre lo tuvo en mal aspecto aún sabiendo lo buena persona que era.

Culpable al punto que quiso ir a visitarlo. Habían hablado con su padre, y se habían puesto de acuerdo para llevarle las cartas y dibujos que habían hecho sus compañeros. La madre de Josué los recibió en la entrada, daba la impresión de que no estaba del todo bien.

—¿Sientes que puedes volver? —Preguntó Vic, arqueando las cejas, en sus ojos se veía una verdadera compasión. —Quiero decir, ¿En cuanto tiempo?

—Bueno eso depende. —Respondió Josué con esa incertidumbre en los ojos, como si supiera lo que le deparaba el destino. —Si tu mamá viene y me hace cariñitos, de seguro la otra semana estoy allá.

Sus tres compañeros soltaron una carcajada, él trató de reírse, pero el dolor no le dejó.

—No has cambiado nada jeje —Dijo Vic. —Es por eso que eres mi mejor amigo.

Ten cuidado con él, hubiera preferido que murieras. —Dijo una voz.

—¿Qué? —Respondió Josué, su corazón se aceleró; no reconoció la voz, su cara se arrugó inmediatamente y un dolor de cabeza le atacó desde los costados hacia adentro.

Sus compañeros lo miraban extrañados.

—No empieces a hacerte el chiflado, conozco bien tus bromitas, en verdad que te hemos echado de menos. —Dijo Ana.

—¿Pueden venir otro día? Creo que voy a vomitar y no me gustaría que me vieran haciéndolo. —Si bien sentía algo de náuseas, no era esa la razón por la que quería estar solo. Sintió que iba a tener un ataque de histeria.

—Bien, esperamos que vuelvas al colegio, no es lo mismo sin ti. —dijo Luis. —Todos están conmocionados, agradecidos por que saliste de esta situación.

Hijo, la situación apenas comienza.

¡¿Qué?!

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—!¿Qué, por favor Qué?!

Lamento no haberme presentado aquella vez, tenía que analizarte bien primero. Ver si no te volvías loco, me ha pasado antes y es muy aburridor. Pero para mi sorpresa, has sido perfecto, aunque no me has dado las gracias por hacerte volver.

El recuerdo del primer encuentro con Beckcy se aclaró, sintió que iba a volver a la oscuridad (apretó los ojos para no hacerlo) pero volvió en sí, miró a su alrededor para ver quién hablaba. Hizo un esfuerzo por levantarse pero no encontró lo que buscaba, estaba en su mente.

Voy a ponerte un poco en contexto, chiquillo. Ibas a morir en ese accidente, yo estaba buscando luces, vi la oportunidad y te salvé. Pero nada es gratis.

Nada lo era.

—¡Padreee! —Gritó Josué. —Padre, ven que me vuelvo loco, estoy a punto de volverme loco. Lo-lo-locooo.

—¿Qué padre? ¿El que tienes o en el que crees? —Dijo sarcásticamente y soltó una risa.

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Josué blanqueó los ojos, miro a su alrededor nuevamente intentando buscar la voz como quién está hambriento y busca algo de comer en la basura, la saliva corría por su mandíbula, sintió que se iba a desmayar pero su cuerpo lo aguantó por un momento.

«Tal vez estoy muerto y no me he dado de cuenta»

«¡¿Qué, por favor qué?!»

Todas tus dudas serán aclaradas, la última vez que hablamos te dije que todo iba a salir bien mientras hicieras lo que yo te dijera. ¿Cuántas veces tendré que repetirlo?

—Muerto, muerto, estoy muerto.

Mueeerto.

Es ridículo como el ser humano se aferra a la lógica, sabiendo que, la lógica como tal no existe. ¿Es tan difícil para ti darte cuenta de que no estás loco? No eres esquizofrenico ni mucho menos moriste, simplemente eres mío.

Suyo.

Josué estaba nervioso, hizo un esfuerzo por calmarse. Nunca había tenido una experiencia como esa y sentía que estaba paralizado sobre la cama, la voz que le hablaba no podía provenir de afuera puesto a que sus oídos habían dejado de funcionar, además, el sonido no provenía de un sitio en concreto. Era más bien como el aire, lo percibes, sabes que está ahí. Pero nunca sabrás de dónde viene amenos que impacte contra ti.

—¿Quién es usted? —Reclamó Josué, era un intento de grito que resultó más un chillido. Le estaba costando calmarse, pero lo estaba logrando.

Soy Beckcy, va a ser un gusto en conocerme, quisiera decir lo mismo pero ya te conozco, incluso más que tú mismo.

—¿Cómo es eso posible?

«¿Así se siente estar loco verdad? ¿He perdido la chaveta, verdad? ¿VERDAD?».

El termino locura es usado con frecuencia por los de tu especie, aunque es muy cierto que nunca sabrán con exactitud lo que es.

—¿Cómo?

También puedo leer tu mente, así como inculcar cosas en ellas pero yo no me muevo así, no tiene gracia.

—¿Qué es lo que se supone que debo hacer?  —Josué comenzaba a entender que no estaba loco ni había muerto, no podía ser real pero a estas alturas ¿qué podría serlo?

Beckcy era real.

¡Buena pregunta! Lo importante no es lo que puedes hacer. Lo importante es lo que puedes llegar a ser, quiero decir, no es que tengas un propósito en específico; solo voy a jugar contigo hasta que te descubras, quiero conocerte.

—¿Conocer qué? ¿Si acabas de decir que sabías todo de mi?

Quien eres realmente.

—¿Por qué yo?

Tanto por tu buena, como por tu mala fortuna. Ahora tengo que cumplir con mi deber m

—¿Cuál es ese deber?

Por el momento, prepararte, presiento que voy a lograr mucho contigo y debes hacerme caso cuando presiento algo. Por ejemplo: lo de tu amigo.

Josué sintió humanidad en aquella voz, sabía que era peligroso pero le daba igual, necesitaba confianza y si algo tenía Beckcy era eso.

¿Qué te parece si empezamos?

Josué aceptó haciendo un gesto con la cara, no fue capaz de decirlo o pensarlo, no sabía en lo que se estaba metiendo, pero tampoco le importaba demasiado.

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⏰ Última actualización: May 03, 2018 ⏰

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