capitulo 1

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Año 60 a C Al norte del rio Tamesis. Noche de Imbok.

Era noche abierta, un espléndido plenilunio. Las estrellas centelleaban al son de una

melodía inaudible para el ser mortal. Pero llena de excelencia para el universo. Hacía poco

tiempo que el hijo de Beli Mawr, Caswallwn, se había hecho con la zona de la tribu

Britania trinovante. Los trinovante habían aceptado la soberanía, viviendo con sus

invasores en relativa paz y armonía. Aquella noche estaba señalada por los astros. Para el

clan de los McKenna y los McCloud era momento de celebración. Los padres de Menw y

Cahal, únicos druidas casivelanos, habían vaticinado el nacimiento de una nueva estrella

entre los humanos. Las runas habían hablado sobre una niña a la que cuidar, una mujer

futura a la que venerar, alguien que iba a marcar el sino de la humanidad. Su cuerpo sería

un templo de luz, y de ella saldría una nueva esperanza. Y aquella noche de Imbold era la

señalada. Los celtas habían llenado el poblado de pequeñas antorchas, la luz alejaría a los

malos espíritus. Los miembros de los clanes se encontraban reunidos alrededor de la

pequeña casa circular de los McKenna, su chakra. Estas pequeñas chozas, hogares llenos de

calidez para ellos, las colocaban estratégicamente sobre puntos energéticos de la tierra, y en

ellas se concentraba la energía telúrica y la luz de los elementales más puros. Los celtas,

que adoraban el círculo, creían que su forma repelía la energía negativa, ya que, al no tener

esquinas, nada podía quedar atrapado: todo fluía en círculo, todo se renovaba. Una estrella

fugaz cruzó el cielo. El pequeño Menw McCloud miró al cielo y sonrió a aquel trozo de luz

que, con rebeldía y sin ningún tipo de permiso de sus mayores, atravesaba el techo estelar

de punta a punta. La niña que iba a nacer sería una estrella decían. ¿Brillaría? ¿Si él se

atrevía a tocarla, le quemaría la piel?

__¿En qué piensas, Brathair?__ Preguntó Cahal, su hermano mayor que estaba a su lado

intentado escuchar los ruidos que salían del interior del chakra de los McKenna. Los dos

niños eran muy parecidos físicamente, ambos rubios de pelo largo y revuelto, con ojos muy

grandes y azules, los de Menw ligeramente más oscuros que los de Cahal. Con sus

hoyuelos en sus barbillas y la belleza salvaje de los niños que crecen en libertad y sin

restricciones. Eran dos caballos locos.

__ ¿Crees que la elegida...brilla?__ Le preguntó Menw lleno de curiosidad. Cahal frunció

el ceño y miro a su hermano, extrañado.

El Libro De La ElegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora